'Las' en la Biblia
De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones: y desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones: y desde la transmigración de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Y oyendo que Archelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, temió ir allá: mas amonestado por revelación en sueños, se fué á las partes de Galilea.
Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo,
Y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las manos, Para que nunca tropieces con tu pie en piedra.
Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron.
Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Y VIENDO las gentes, subió al monte; y sentándose, se llegaron á él sus discípulos.
Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.
Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser estimados de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su recompensa.
Y cuando oras, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago.
Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la lumbre que en ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?.
No deis lo santo á los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen.
Así que, todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esta es la ley y los profetas.
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé á un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña;
Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé á un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;
Y fué que, como Jesús acabó estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina;
Mas los hijos del reino serán echados á las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.
Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su cabeza.
Y he aquí, fué hecho en la mar un gran movimiento, que el barco se cubría de las ondas; mas él dormía.
Y les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron á aquel hato de puercos: y he aquí, todo el hato de los puercos se precipitó de un despeñadero en la mar, y murieron en las aguas.
Y los porqueros huyeron, y viniendo á la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados.
Y las gentes, viéndolo, se maravillaron, y glorificaron á Dios, que había dado tal potestad á los hombres.
Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y las gentes se maravillaron, diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israel.
Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo.
Y viendo las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor.
Mas id antes á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid á la otra: porque de cierto os digo, que no acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
Y FUÉ, que acabando Jesús de dar mandamientos á sus doce discípulos, se fué de allí á enseñar y á predicar en las ciudades de ellos.
Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber á Juan las cosas que oís y veis:
E idos ellos, comenzó Jesús á decir de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es meneada del viento?
Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de delicados vestidos? He aquí, los que traen vestidos delicados, en las casas de los reyes están.
Mas ¿á quién compararé esta generación? Es semejante á los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces á sus compañeros,
Entonces comenzó á reconvenir á las ciudades en las cuales habían sido hechas muy muchas de sus maravillas, porque no se habían arrepentido, diciendo:
Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Bethsaida! porque si en Tiro y en Sidón fueran hechas las maravillas que han sido hechas en vosotras, en otro tiempo se hubieran arrepentido en saco y en ceniza.
Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta los infiernos serás abajada; porque si en los de Sodoma fueran hechas las maravillas que han sido hechas en ti, hubieran quedado hasta el día de hoy.
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños.
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar.
No contenderá, ni voceará: Ni nadie oirá en las calles su voz.
Y todas las gentes estaban atónitas, y decían: ¿Será éste aquel Hijo de David?
Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las cosas; últimas del tal hombre que las primeras: así también acontecerá á esta generación mala.
Y estando él aún hablando á las gentes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar.
Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron.
Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron.
Y el que fué sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuosa.
El cual á la verdad es la más pequeña de todas las simientes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba:
Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y fueron, y dieron las nuevas á Jesús.
Y oyéndo lo Jesús, se apartó de allí en un barco á un lugar descierto, apartado: y cuando las gentes lo oyeron, le siguieron á pie de las ciudades.
Y cuando fué la tarde del día, se llegaron á él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado: despide las gentes, para que se vayan por las aldeas, y compren para sí de comer.
Y mandando á las gentes recostarse sobre la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dió los panes á los discípulos, y los discípulos á las gentes.
Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin las mujeres y los niños.
Y luego Jesús hizo á sus discípulos entrar en el barco, é ir delante de él á la otra parte del lago, entre tanto que él despedía á las gentes.
Y despedidas las gentes, subió al monte, apartado, á orar: y como fué la tarde del día, estaba allí solo.
Y ya el barco estaba en medio de la mar, atormentado de las ondas; porque el viento era contrario.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya á ti sobre las aguas.
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir á Jesús.
¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? porque no se lavan las manos cuando comen pan.
Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oid, y entended:
Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por lavar no contamina al hombre.
Y saliendo Jesús de allí, se fué á las partes de Tiro y de Sidón.
Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos: y glorificaron al Dios de Israel.
Y mandó á las gentes que se recostasen sobre la tierra.
Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin las mujeres y los niños.
Entonces, despedidas las gentes, subió en el barco: y vino á los términos de Magdalá.
Y á la mañana: Hoy tempestad; porque tiene arreboles el cielo triste. Hipócritas, que sabéis hacer diferencia en la faz del cielo; ¿y en las señales de los tiempos no podéis?
Y viniendo Jesús á las partes de Cesarea de Filipo, preguntó á sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Y respondiendo Jesús, les dijo: á la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas.
Y como llegaron á Capernaum, vinieron á Pedro los que cobraban las dos dracmas, y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?
¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se había descarriado?
Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquélla, que de las noventa y nueve que no se descarriaron.
Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les riñeron.
Y habiendo puesto sobre ellos las manos se partió de allí.
Y Jesús les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar á las doce tribus de Israel.
Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que estaban en la plaza ociosos;
Salió otra vez cerca de las horas sexta y nona, é hizo lo mismo.
Y COMO se acercaron á Jerusalem, y vinieron á Bethfagé, al monte de las Olivas, entonces Jesús envió dos discípulos,
Y las gentes que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban diciendo: Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en el nombre del Señor! Hosanna en las alturas!
Y las gentes decían: Este es Jesús, el profeta, de Nazaret de Galilea.
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas;
Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y á los muchachos aclamando en el templo y diciendo: Hosanna al Hijo de David! se indignaron,
¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.
Porque vino á vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Díceles Jesús: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta fué hecha por cabeza de esquina: Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
Y envió sus siervos para que llamasen los llamados á las bodas; mas no quisieron venir.
Volvió á enviar otros siervos, diciendo: Decid á los llamados: He aquí, mi comida he aparejado; mis toros y animales engordados son muertos, y todo está prevenido: venid á las bodas.
Entonces dice á sus siervos: Las bodas á la verdad están aparejadas; mas los que eran llamados no eran dignos.
Id pues á las salidas de los caminos, y llamad á las bodas á cuantos hallareis.
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron á todos los que hallaron, juntamente malos y buenos: y las bodas fueron llenas de convidados.
Entonces el rey dijo á los que servían: Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios.
Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los ángeles de Dios en el cielo.
Y oyendo esto las gentes, estaban atónitas de su doctrina.
ENTONCES habló Jesús á las gentes y á sus discípulos,
Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover.
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