'Es' en la Biblia
- 1.Gé 2:11-Gé 41:25
- 2.Gé 41:26-Levítico 3:5
- 3.Levítico 3:16-Levítico 25:33
- 4.Levítico 25:34-Deuteronomio 21:9
- 5.Deuteronomio 21:16-Jueces 9:38
- 6.Jueces 10:8-2 Samuel 15:2
- 7.2 Samuel 16:2-2 Reyes 20:10
- 8.2 Reyes 20:19-Ester 3:7
- 9.Ester 3:13-Salmos 8:1
- 10.Salmos 8:4-Salmos 68:4
- 11.Salmos 68:5-Salmos 119:160
- 12.Salmos 119:174-Proverbios 10:28
- 13.Proverbios 10:29-Proverbios 20:27
- 14.Proverbios 20:29-Eclesiastés 6:2
- 15.Eclesiastés 6:3-Isaías 26:19
- 16.Isaías 27:11-Jeremías 12:8
- 17.Jeremías 12:9-Ezequiel 15:2
- 18.Ezequiel 15:4-Oseas 12:5
- 19.Oseas 12:7-Mateo 5:35
- 20.Mateo 5:37-Mateo 22:42
- 21.Mateo 22:45-Marcos 14:22
- 22.Marcos 14:24-Lucas 16:16
- 23.Lucas 16:17-Juan 7:18
- 24.Juan 7:25-Hechos 8:33
- 25.Hechos 8:37-Romanos 8:27
- 26.Romanos 8:33-1 Corintios 11:19
- 27.1 Corintios 11:20-Efesios 2:4
- 28.Efesios 2:8-1 Timoteo 5:5
- 29.1 Timoteo 5:8-Santiago 1:27
- 30.Santiago 2:17-Apocalipsis 1:8
- 31.Apocalipsis 1:9-Apocalipsis 22:11
Los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que es en Galaad.
Y los príncipes y el pueblo de Galaad dijeron el uno al otro: ¿Quién es el que comenzará la batalla contra los hijos de Amón? Él será cabeza sobre todos los que habitan en Galaad.
Así que, yo en nada he pecado contra ti, mas tú me haces mal haciendo guerra contra mí: Jehová, que es el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
Entonces dijo Manoa al Ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos?
Y el Ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es secreto?
Y aconteció que en el séptimo día, dijeron a la esposa de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis llamado aquí para despojarnos? ¿No es así?
Y dijo el padre de ella: Pensé que la aborrecías del todo, y la di a tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en su lugar.
Y fue dicho a los de Gaza: Sansón es venido acá. Y lo rodearon, y le asecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos.
Y el sacerdote les respondió: Id en paz, que vuestro viaje que hacéis es delante de Jehová.
Y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena: ¿y vosotros os quedáis quietos? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a poseer la tierra.
Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de Israel?
Mas el hombre no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó y partió, y llegó hasta enfrente de Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados, y con su concubina.
Esto es lo que haremos ahora a Gabaa; contra ella subiremos por sorteo.
Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es ésta que ha sido hecha entre vosotros?
Y los hijos de Israel se arrepintieron a causa de Benjamín su hermano, y dijeron: Una tribu es hoy cortada de Israel.
Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que entrando en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?
Y Boaz dijo a su siervo el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
Y el siervo, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven de Moab, que volvió con Noemí de los campos de Moab;
Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿Y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido. Y ella contó a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Boaz.
Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los finados. Y Noemí le dijo: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de nuestros redentores.
Y Noemí respondió a Ruth su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y no que te encuentren en otro campo.
¿No es Boaz nuestro pariente, con cuyas mozas tú has estado? He aquí que esta noche él avienta la parva de las cebadas.
Y ahora, aunque es cierto que yo soy tu pariente redentor, con todo eso hay un pariente redentor más cercano que yo.
Y él será el restaurador de tu vida, y sustentará tu vejez; porque tu nuera, que te ama, y es de más valor para ti que siete hijos, lo ha dado a luz.
Y las vecinas le dieron un nombre, diciendo: A Noemí le ha nacido un hijo; y le llamaron Obed. Éste es el padre de Isaí, padre de David.
Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi cuerno es ensalzado en Jehová; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación.
No multipliquéis palabras de grandeza y altanerías; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es Jehová, y a Él toca el pesar las acciones.
Y Elí bendijo a Elcana y a su esposa, diciendo: Jehová te dé simiente de esta mujer en lugar de este préstamo que es hecho a Jehová. Y se volvieron a su casa.
No, hijos míos; porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.
Y dijo: ¿Qué es la palabra que te habló Jehová? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo.
Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.
Y cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es ésta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había venido al campamento.
Y cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es éste? Y aquel hombre vino aprisa, y dio las nuevas a Elí.
Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por el arca de Dios que fue tomada, y por la muerte de su suegro y de su marido.
Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque el arca de Dios fue tomada.
Y viendo esto los de Asdod, dijeron: No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros, y sobre nuestro dios Dagón.
Y él le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne; todo lo que él dice, sucede sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos enseñará nuestro camino por donde hayamos de ir.
Y cuando entrareis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya venido, porque él es quien bendice el sacrificio; y después comerán los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis.
Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste señoreará a mi pueblo.
Y de las asnas que se te perdieron hoy hace tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas ¿para quién es todo el deseo de Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?
Y Saúl respondió, y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me hablas de esta manera?
Y cuando te hubieren sobrevenido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios es contigo.
Y alguno de allí respondió, y dijo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se volvió en proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?
Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado en mi mano cosa ninguna. Y ellos respondieron: Él es testigo.
Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová es quien favoreció a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto.
¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a Jehová, y Él dará truenos y aguas; para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo para vosotros rey.
Dijo, pues, Jonatán a su criado que le traía las armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá Jehová haga algo por nosotros; que no es difícil a Jehová salvar con muchos o con pocos.
Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ganados y bramido de bueyes es éste que yo oigo con mis oídos?
Y Samuel dijo: ¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que la grosura de los carneros:
Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y como iniquidad e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, Él también te ha desechado para que no seas rey.
Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo que es mejor que tú.
Y también el Poderoso de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque Él no es hombre para que se arrepienta.
Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová: y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
Envió, pues, por él, y lo hizo entrar; el cual era rubio, de hermoso parecer y de bello aspecto. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
Entonces uno de los criados respondió, diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén que sabe tocar; es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente en sus palabras, hermoso, y Jehová está con él.
Entonces habló David a los que junto a él estaban, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
Y dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres un joven, y él es un hombre de guerra desde su juventud.
Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y lanza; porque de Jehová es la batalla, y Él os entregará en nuestras manos.
Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió:
Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven.
Y David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para ser yerno del rey?
Y los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?
Y David huyó de Naiot en Ramá, y vino delante de Jonatán, y dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál es mi pecado contra tu padre para que él busque mi vida?
Le dijo luego Jonatán: Mañana es luna nueva, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
Y David respondió al sacerdote, y le dijo: A la verdad las mujeres nos han sido reservadas estos tres días, desde que salí, y los vasos de los jóvenes son santos, aun cuando el camino es profano; ¡cuánto más hoy serán santificados sus vasos!
Y los siervos de Aquís le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es éste de quien cantaban con danzas, diciendo: Hirió Saúl sus miles, y David sus diez miles?
Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno además del rey, y que va por mandato tuyo, y es ilustre en tu casa?
Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Cercad y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos es con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Mas los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová.
Id, pues, ahora, preparaos aún, considerad y ved su lugar donde tiene el pie, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es en gran manera astuto.
Y dijo a los suyos: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
He aquí han visto hoy tus ojos como Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y dijeron que te matase, mas te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová.
Y aconteció que, cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es ésta la voz tuya, hijo mío David? Y alzando Saúl su voz lloró.
Y Nabal respondió a los jóvenes de David, y dijo: ¿Quién es David? ¿Y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.
Ahora, pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal está del todo resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es tan hijo de Belial, que no hay quien pueda hablarle.
Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
No haga caso mi señor de este hombre de Belial, Nabal; porque conforme a su nombre, así es él. Se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.
Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es ésta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío.
Y él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.
Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, habiéndose apartado de ti Jehová, y es tu enemigo?
Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquís respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo algunos días o algunos años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy?
¿No es éste David de quien cantaban con danzas, diciendo: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles?
Tomó también David todas las ovejas y ganados mayores; y trayéndolo todo delante, decían: Éste es el botín de David.
Y envió Abner mensajeros a David de su parte, diciendo: ¿De quién es la tierra? Y que le dijesen: Haz alianza conmigo, y he aquí que mi mano será contigo para volver a ti a todo Israel.
Y David dijo: Bien; yo haré alianza contigo; pero una cosa requiero de ti, y es: Que no mirarás mi rostro, a menos que primero traigas a Mical la hija de Saúl, cuando vinieres a verme.
que cuando uno me dio nuevas, diciendo: He aquí Saúl es muerto, pensando que traía buenas nuevas, yo lo prendí, y le maté en Siclag en pago de la nueva.
Pero David tomó la fortaleza de Sión, la cual es la ciudad de David.
Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová es contigo.
Y entró el rey David, y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me traigas hasta aquí?
Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues que también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así el proceder del hombre, Señor Jehová?
Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti.
Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?
Y envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquélla es Betsabé hija de Eliam, esposa de Urías heteo.
Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte.
Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Viviendo aún el niño, ayunabas y llorabas por él; y muerto el niño, te levantaste y comiste pan.
Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es éste de echarme fuera, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oír.
Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no te angusties por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.
Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen; es así como tu siervo ha dicho.
Tu sierva, pues, dice: Que la palabra de mi señor el rey sea para consuelo; pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para escuchar lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.
Para mudar el aspecto de las cosas, Joab tu siervo ha hecho esto; mas mi señor es sabio, conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer todo lo que hay en la tierra.
Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino de la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba a sí, y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
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- 4.Levítico 25:34-Deuteronomio 21:9
- 5.Deuteronomio 21:16-Jueces 9:38
- 6.Jueces 10:8-2 Samuel 15:2
- 7.2 Samuel 16:2-2 Reyes 20:10
- 8.2 Reyes 20:19-Ester 3:7
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