Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre.

Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre,

Además inquiere tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y constituirás á éstos sobre ellos caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez.

Empero se han hallado en ti buenas cosas, porque cortaste de la tierra los bosques, y has apercibido tu corazón á buscar á Dios.

Cuando salía á la puerta á juicio, Y en la plaza hacía preparar mi asiento,

Al Músico principal: sobre Gittith: Salmo de David. OH Jehová, Señor nuestro, ­Cuán grande es tu nombre en toda la tierra, Que has puesto tu gloria sobre los cielos!

Conoce el justo la causa de los pobres: Mas el impío no entiende sabiduría.

Las calzadas están desechas, cesaron los caminantes: anulado ha la alianza, aborreció las ciudades, tuvo en nada los hombres.

El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme á mí? dice Jehová.

He aquí que los príncipes de Israel, cada uno según su poder, fueron en ti para derramar sangre.

Y DIJE: Oid ahora, príncipes de Jacob, y cabezas de la casa de Israel: ¿No pertenecía á vosotros saber el derecho?

Cuya boca está llena de maledicencia y de amargura;

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