El que carece de entendimiento, menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla.

Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñas y pisaron la uva, e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.

Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora aquel tu hablar, diciendo: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea contra él.

Pero los hijos de Belial dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló.

Y el pueblo calló, y no le respondió palabra: porque había mandamiento del rey, el cual había dicho: No le respondáis.

Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se fortalecerán a sí mismos? ¿Han de sacrificar? ¿Han de acabar en un día? ¿Resucitarán las piedras de los montones de escombro que fueron quemados?

Ten misericordia de nosotros, oh Jehová, ten misericordia de nosotros; porque estamos muy hastiados de menosprecio.

En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.

Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado.

Y oían también todas estas cosas los fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de Él.

Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros:

¿Acaso ha creído en Él alguno de los príncipes, o de los fariseos?

Quien cuando le maldecían no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquél que juzga justamente:

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Reina Valera Gómez (© 2010)

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