Y les refería {Jesús} una parábola para enseñar{les} que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer,

Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás:

Y cierto {hombre} prominente le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ``Dios, ten piedad de mí, pecador."

Y El respondió: Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.

Tú sabes los mandamientos: ``NO COMETAS ADULTERIO, NO MATES, NO HURTES, NO DES FALSO TESTIMONIO, HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE."

Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?

Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara, pero al ver {esto} los discípulos, los reprendían.

Mas Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.

Tomando aparte a los doce, {Jesús} les dijo: Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que están escritas por medio de los profetas acerca del Hijo del Hombre.

Y él dijo: Todo esto lo he guardado desde {mi} juventud.

Pero al oír esto, se puso muy triste, pues era sumamente rico.

Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.

Mirándolo Jesús, dijo: ¿Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas!

Entonces El les dijo: En verdad os digo: no hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres o hijos por la causa del reino de Dios,

Pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burla, afrentado y escupido;

Y Pedro dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

Los que oyeron {esto,} dijeron: ¿Y quién podrá salvarse?

y después de azotarle, le matarán, y al tercer día resucitará.

Y aconteció que al acercarse a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando.

que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero, la vida eterna.

Y los que iban delante lo reprendían para que se callara; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno.

El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ``Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos.

¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?

Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos.

Cuando Jesús oyó {esto,} le dijo: Te falta todavía una cosa; vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.

Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.

Pero ellos no comprendieron nada de esto; este dicho les estaba encubierto, y no entendían lo que se {les} decía.

Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios; cuando toda la gente vio {aquello,} dieron gloria a Dios.

Al oír que pasaba una multitud, preguntaba qué era aquello.

Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.

Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: ``Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno,

Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él {constantemente,} diciendo: ``Hazme justicia de mi adversario."

``Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano."

Entonces gritó, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

En verdad os digo: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo* el juez injusto.

sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia."

Y le informaron que pasaba Jesús de Nazaret.

Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajeran; y cuando estuvo cerca, le preguntó:

Jesús entonces le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha sanado.

¿Qué deseas que haga por ti? Y él dijo: Señor, que recobre la vista.