Canten de júbilo y regocíjense los que favorecen mi vindicación; y digan continuamente: Engrandecido sea el SEÑOR, que se deleita en la paz de su siervo.

{Salmo} de David.Combate, oh SEÑOR, a los que me combaten; ataca a los que me atacan.

Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho.

Dirán todos mis huesos: SEÑOR, ¿quién como tú, que libras al afligido de aquel que es más fuerte que él, sí, al afligido y al necesitado de aquel que lo despoja?

Se levantan testigos malvados, {y} de lo que no sé me preguntan.

No permitas que se regocijen a costa mía los que injustamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con malicia los que sin causa me aborrecen.

Y mi alma se regocijará en el SEÑOR; en su salvación se gozará.

¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando? Rescata mi alma de sus estragos, mi única {vida} de los leones.

Y mi lengua hablará de tu justicia {y} de tu alabanza todo el día.

Empuña también la lanza y el hacha para enfrentarte a los que me persiguen; di a mi alma: Yo soy tu salvación.

En la gran congregación te daré gracias; entre mucha gente te alabaré.

Como bufones impíos en una fiesta, rechinaban sus dientes contra mí.

Me devuelven mal por bien {para} aflicción de mi alma.

Pero ellos se alegraron en mi tropiezo, y se reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me despedazaban sin cesar.

Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean puestos en fuga y humillados los que traman el mal contra mí.

Sean como paja delante del viento, con el ángel del SEÑOR acosándo{los.}

Sea su camino tenebroso y resbaladizo, con el ángel del SEÑOR persiguiéndolos.

Porque sin causa me tendieron su red; sin causa cavaron fosa para mi alma.

Echa mano del broquel y del escudo, y levántate en mi ayuda.

Sean avergonzados y humillados a una los que se alegran de mi mal; cúbranse de vergüenza y deshonra los que se engrandecen contra mí.

Despierta y levántate para mi defensa y para mi causa, Dios mío y Señor mío.

Como por mi amigo, como por mi hermano, andaba de aquí para allá; como el que está de duelo por la madre, enlutado me encorvaba.

Porque ellos no hablan paz, sino que piensan palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra,

y abrieron bien grande su boca contra mí; dijeron: ¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto!

Júzgame conforme a tu justicia, oh SEÑOR, Dios mío; que no se rían de mí.

Que venga destrucción sobre él sin darse cuenta, y la red que él mismo tendió lo prenda, ¿que caiga en esa misma destrucción!

Tú lo has visto, SEÑOR, no calles; Señor, no estés lejos de mí.

Que no digan en su corazón: ¡Ajá, lo que queríamos! Que no digan: ¡Lo hemos devorado!