27 Versículos de la Biblia sobre amar a vuestra esposa

Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella,

Maridos, amad á vuestras mujeres, y no seáis desapacibles con ellas.

Así también los maridos deben amar á sus mujeres como á sus mismos cuerpos. El que ama á su mujer, á sí mismo se ama.

Cada uno empero de vosotros de por sí, ame también á su mujer como á sí mismo; y la mujer reverencie á su marido.

El marido pague á la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido.

Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo.

Sea bendito tu manantial; Y alégrate con la mujer de tu mocedad.

Porque ¿de dónde sabes, oh mujer, si quizá harás salva á tu marido? ¿ó de dónde sabes, oh marido, si quizá harás salvo á tu mujer?

Empero el que se casó tiene cuidado de las cosas que son del mundo, cómo ha de agradar á su mujer.

Casadas, estad sujetas á vuestros maridos, como conviene en el Señor.

Vosotros maridos, semejantemente, habitad con ellas según ciencia, dando honor á la mujer como á vaso más frágil, y como á herederas juntamente de la gracia de la vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas.

Y DIJOME otra vez Jehová: Ve, ama una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel; los cuales miran á dioses ajenos, y aman frascos de vino.

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio á Dios en olor suave.

Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor.

El que ama padre ó madre más que á mí, no es digno de mí; y el que ama hijo ó hija más que á mí, no es digno de mí.

Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa á sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación.

Y Jacob amó á Rachêl, y dijo: Yo te serviré siete años por Rachêl tu hija menor.

Porque ninguno aborreció jamás á su propia carne, antes la sustenta y regala, como también Cristo á la iglesia;

Como cierva amada y graciosa corza, Sus pechos te satisfagan en todo tiempo; Y en su amor recréate siempre.

Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se allegará á su mujer, y serán dos en una carne.

Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu mocedad, contra la cual tú has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.

Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra,

Cuando alguno tomare mujer, y después de haber entrado á ella la aborreciere,

ASIMISMO vosotras, mujeres, sed sujetas á vuestros maridos; para que también los que no creen á la palabra, sean ganados sin palabra por la conversación de sus mujeres,

Sujetados los unos á los otros en el temor de Dios.

Y la mujer que tiene marido infiel, y él consiente en habitar con ella, no lo deje.

Mas á los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se aparte del marido;