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'La' en la Biblia

Y aconteció después de la muerte de Moisés siervo del SEÑOR, que El SEÑOR habló a Josué hijo de Nun, criado de Moisés, diciendo:

Mi siervo Moisés ha muerto; levántate pues ahora, y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.

Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.

Desde el desierto y este Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar del poniente del sol, será vuestro término.

Esfuérzate y sé valiente; porque tú harás heredar a este pueblo la tierra por herencia, de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.

Solamente te esfuerces, y seas muy valiente, para cuidar de hacer conforme á toda la ley que mi siervo Moisés te mandó: no te apartes de ella ni á diestra ni á siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendieres.

Pasad por en medio del campamento, y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos de comida; porque dentro de tres días pasaréis el Jordán, para que entréis a heredar la tierra que el SEÑOR vuestro Dios os da para que la heredéis.

También habló Josué a los rubenitas y gaditas, y a la media tribu de Manasés, diciendo:

Acordaos de la palabra que Moisés, siervo del SEÑOR, os mandó diciendo: El SEÑOR vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra.

Vuestras mujeres y vuestros niños y vuestras bestias, quedarán en la tierra que Moisés os ha dado de este lado del Jordán; mas vosotros, todos los valientes de proeza, pasaréis armados delante de vuestros hermanos, y les ayudaréis;

hasta tanto que el SEÑOR haya dado reposo a vuestros hermanos como a vosotros, y que ellos también hereden la tierra que el SEÑOR vuestro Dios les da; y después volveréis vosotros a la tierra de vuestra herencia, y la heredaréis; la cual Moisés, siervo del SEÑOR, os ha dado, de este lado del Jordán hacia donde nace el sol.

De la manera que escuchábamos a Moisés en todas las cosas, así te escucharemos a ti; solamente el SEÑOR tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés.

Y Josué, hijo de Nun, envió desde Sitim dos varones espías secretamente, diciéndoles: Andad, considerad la tierra, y a Jericó. Los cuales fueron, y entraron en casa de una mujer ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.

Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche a espiar la tierra.

Entonces el rey de Jericó, envió a Rahab diciendo: Saca fuera los hombres que han venido a ti, y han entrado en tu casa; porque han venido a espiar toda la tierra.

Pero la mujer había tomado a los dos hombres, y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.

Y al tiempo de cerrarse la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres salieron, y no sé a dónde se han ido; seguidlos aprisa, que los alcanzaréis.

Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los que tras ellos iban.

Sé que el SEÑOR os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores de la tierra están desmayados por causa de vosotros;

porque hemos oído que el SEÑOR hizo secar las aguas del mar Bermejo delante de vosotros, cuando salisteis de la tierra de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido.

Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más espíritu en alguno por causa de vosotros; porque el SEÑOR vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

Os ruego pues ahora, que me juréis por el SEÑOR, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal cierta;

y que daréis la vida a mi padre y a mi madre, y a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.

Y ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciaréis éste nuestro negocio; y cuando el SEÑOR nos hubiere dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.

Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba a la pared del muro, y ella vivía en el muro.

Y les dijo: Id a la región montañosa, no sea que los perseguidores os encuentren, y escondeos allí por tres días hasta que los perseguidores regresen. Entonces podéis seguir vuestro camino.

He aquí, cuando nosotros entráremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y tú juntarás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.

Y sucederá que cualquiera que salga de las puertas de tu casa a la calle, su sangre {caerá} sobre su propia cabeza, y {quedaremos} libres. Pero la sangre de cualquiera que esté en la casa contigo {caerá} sobre nuestra cabeza si alguien pone su mano sobre él.

Y ella respondió: Sea así como habéis dicho; y los envió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.

Y ellos se fueron y llegaron a la región montañosa, y permanecieron allí por tres días, hasta que los perseguidores regresaron. Y los perseguidores {los} habían buscado por todo el camino, pero no {los} habían encontrado.

Entonces los dos hombres regresaron y bajaron de la región montañosa, y pasaron y vinieron a Josué, hijo de Nun, y le contaron todo lo que les había acontecido.

Y dijeron a Josué: El SEÑOR ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores de la tierra están desmayados delante de nosotros.

y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando viereis el arca del pacto del SEÑOR vuestro Dios, y los sacerdotes levitas que la llevan, vosotros partiréis de vuestro lugar, y marcharéis en pos de ella.

Pero entre vosotros y ella haya distancia como de la medida de dos mil codos; y no os acercaréis a ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino.

Además, ordenarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: ``Cuando lleguéis a la orilla de las aguas del Jordán, os detendréis en el Jordán."

He aquí, el arca del pacto del Señoreador de toda la tierra pasa el Jordán delante de vosotros.

Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca del SEÑOR Señoreador de toda la tierra, descansen en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán serán cortadas; porque las aguas que descienden de arriba se detendrán en un montón.

cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, así como los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua, (porque el Jordán suele reverter sobre todos sus bordes todo el tiempo de la siega,)

las aguas que descendían de arriba, se cortaron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán; y las que descendían al mar de los llanos, al mar Salado, se acabaron y fueron cortadas; y el pueblo pasó frente a Jericó.

Y cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, el SEÑOR habló a Josué, diciendo:

y mandadles, diciendo: Tomaos de aquí del medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y las asentaréis en el alojamiento donde habéis de tener la noche.

También los hijos de Rubén y los hijos de Gad, y la media tribu de Manasés, pasaron armados delante de los hijos de Israel, según Moisés les había dicho.

Como cuarenta mil hombres armados a punto pasaron hacia la campiña de Jericó delante del SEÑOR a la guerra.

Porque el SEÑOR vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que pasasteis, a la manera que el SEÑOR vuestro Dios lo había hecho en el mar Bermejo, al cual secó delante de nosotros hasta que pasamos;

para que todos los pueblos de la tierra conozcan la mano del SEÑOR, que es fuerte; para que temáis al SEÑOR vuestro Dios todos los días.

Y CUANDO todos los reyes de los Amorrheos, que estaban de la otra parte del Jordán al occidente, y todos los reyes de los Cananeos, que estaban cerca de la mar, oyeron como Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que

En aquel tiempo el SEÑOR dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.

Entonces Josué hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los Israelitas en la colina de Aralot.

Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, es a saber los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto por el camino, después que salieron de Egipto.

Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que toda la gente de los hombres de guerra que habían salido de Egipto, fue consumida, por cuanto no escucharon la voz del SEÑOR; por lo cual el SEÑOR les juró que no les dejaría ver la tierra, de la cual el SEÑOR había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel.

Y cuando acabaron de circuncidar toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron.

Y los hijos de Israel asentaron el campamento en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.

Y al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.

Y el maná cesó al día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.

Y sucedió que cuando Josué estaba cerca de Jericó, levantó los ojos y miró, y he aquí, un hombre estaba frente a él con una espada desenvainada en la mano, y Josué fue hacia él y le dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?

Cercaréis pues la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis seis días.

Y cuando tocaren prolongadamente el shofar de jubileo, así que oyereis la voz del shofar, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá debajo de sí; entonces el pueblo subirá cada uno en derecho hacia adelante.

Y dijo al pueblo: Pasad, y cercad la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca del SEÑOR.

Y los armados iban delante de los sacerdotes que tocaban los shofarot, y la congregación iba detrás del arca, andando y tocando trompetas.

El arca pues del SEÑOR dio una vuelta alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, en el cual pasaron la noche.

Y los siete sacerdotes, llevando los siete shofarot de jubileo, fueron delante del arca del SEÑOR, andando siempre y tocando los shofarot; y los armados iban delante de ellos, y la congregación iba detrás del arca del SEÑOR; los sacerdotes andando y tocando los shofarot.

Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; de esta manera hicieron por seis días.

Y al séptimo día se levantaron cuando subía el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces.

Y cuando los sacerdotes tocaron los shofarot la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque el SEÑOR os ha entregado la ciudad.

Mas la ciudad será anatema al SEÑOR, ella con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estuvieren en casa con ella, por cuanto escondió los mensajeros que enviamos.

Mas todo el oro, y la plata, y vasos de bronce y de hierro, sea consagrado al SEÑOR, y venga al tesoro del SEÑOR.

Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron los shofarot; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído la voz del shofar, dio el pueblo el grito con gran vocerío, y el muro cayó a plomo. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.

Y destruyeron todo lo que había en la ciudad; hombres y mujeres, mozos y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos, a filo de espada.

Mas Josué dijo a los dos varones que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allá a la mujer, y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.

Y quemaron a fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la casa del SEÑOR el oro, la plata, y los vasos de bronce y de hierro.

Mas Josué dio la vida a Rahab la ramera, a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy; por cuanto escondió los mensajeros que Josué envió a reconocer a Jericó.

Entonces Josué les hizo un juramento en aquel tiempo, diciendo: Maldito sea delante del SEÑOR el hombre que se levante y reedifique esta ciudad de Jericó; con {la pérdida de} su primogénito echará su cimiento, y con {la pérdida de} su hijo menor colocará sus puertas.

Fue, pues, el SEÑOR con Josué, y su fama se divulgó por toda la tierra.

Pero los hijos de Israel cometieron prevaricación en el anatema; porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira del SEÑOR se encendió contra los hijos de Israel.

Y Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén hacia el oriente de Bet-el; y les habló diciendo: Subid, y reconoced la tierra. Y ellos subieron, y reconocieron a Hai.

Y los de Hai hirieron de ellos como treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los mataron en una bajada; por lo que se disolvió el corazón del pueblo, y vino a ser como agua.

Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca del SEÑOR hasta la tarde, él y los ancianos de Israel; echando polvo sobre sus cabezas.

Y Josué dijo: ­Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar á este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los Amorrheos, que nos destruyan? ­Ojalá nos hubiéramos quedado de la otra parte del Jordán!

¿Ah, Señor! ¿Qué puedo decir, ya que Israel ha vuelto la espalda ante sus enemigos?

Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos cercarán, y raerán nuestro nombre de sobre la tierra; entonces ¿qué harás tú a tu grande Nombre?

No pueden, pues, los hijos de Israel hacer frente a sus enemigos; vuelven la espalda delante de sus enemigos porque han venido a ser anatema. No estaré más con vosotros a menos que destruyáis las cosas dedicadas al anatema de en medio de vosotros.

Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la tribu que el SEÑOR tomare, se acercará por sus familias; y la familia que el SEÑOR tomare, se acercará por sus casas; y la casa que el SEÑOR tomare, se acercará por los varones;

Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a Israel por sus tribus; y fue tomada la tribu de Judá;

y haciendo acercar la tribu de Judá, fue tomada la familia de los de Zera; haciendo luego acercar la familia de los de Zera por los varones, fue tomado Zabdi;

e hizo acercar su casa por los varones, y fue tomado Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.

Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí que todo estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello.

Y tomándolo de en medio de la tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante del SEÑOR.

Entonces Josué, y todo Israel con él, tomó a Acán hijo de Zera, y la plata, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes sus asnos, sus ovejas, su tienda, y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor;

y levantaron sobre ellos un gran montón de piedras, hasta hoy. Y el SEÑOR se tornó de la ira de su furor. Y por esto fue llamado aquel lugar el Valle de Acor, hasta hoy.

Y el SEÑOR dijo a Josué: No temas, ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, y a su pueblo, a su ciudad, y a su tierra.

Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella.

Y se levantó Josué, y toda la gente de guerra, para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes de valor, los cuales envió de noche.

Y les mandó, diciendo: Mirad, pondréis emboscada a la ciudad detrás de ella; no os alejaréis mucho de la ciudad, y estaréis todos apercibidos.

Y yo, y todo el pueblo que está conmigo, nos acercaremos a la ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de ellos,

(porque saldrán tras nosotros,) hasta que los arranquemos de la ciudad; porque ellos dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos.

Entonces vosotros os levantaréis de la emboscada, y poseeréis la ciudad; pues el SEÑOR vuestro Dios la entregará en vuestras manos.

Y cuando la hubiereis tomado, le prenderéis fuego. Haréis conforme a la palabra del SEÑOR. Mirad que os lo he mandado.

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