77 casos en 6 traducciones

'Mas' en la Biblia

He aquí que ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; mas ahora, sea mi vida preciosa ante tus ojos.

Y él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no.

Y viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio, y trabando de sus vestidos, los rompió en dos partes.

Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose, dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron.

Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí el asiento de esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra enferma.

Y saliendo él a los manaderos de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho el SEÑOR: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad.

Mas se dio a los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; y no se apartó de ellos.

Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos, y cien mil carneros, más la lana.

Mas muerto Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.

Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta del SEÑOR, para que consultemos al SEÑOR por él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, quien derramaba agua sobre las manos de Elías.

Mas cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas e hirieron a los de Moab, los cuales huyeron delante de ellos; y los hirieron de nuevo; y siguieron empero hiriendo todavía a los de Moab.

Y cuando el rey de Moab vio que la batalla lo vencía, tomó consigo setecientos varones que sacaban espada, para romper contra el rey de Idumea; mas no pudieron.

Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite.

Y cuando los vasos fueron llenos, dijo a su hijo: Tráeme aún otro vaso. Y él dijo: No hay más vasos. Entonces cesó el aceite.

Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo al tiempo señalado que Eliseo le había dicho, según el tiempo de la vida.

Y luego que llegó al varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; mas el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y el SEÑOR me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.

El entonces se levantó, y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el bordón sobre el rostro del niño, mas ni tenía voz ni sentido; y así se había vuelto para encontrarlo; y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.

El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer al pueblo. Y no hubo más mal en la olla.

Y respondió el que le servía: ¿Cómo he de poner esto delante de cien varones? Mas él volvió a decir: Da al pueblo para que coman, porque así dijo el SEÑOR: Comerán, y sobrará.

Entonces sus criados se acercaron a él, y le hablaron, diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?

Mas él dijo: Vive el SEÑOR, delante del cual estoy, que no lo tomaré. E importunándole a que tomara, él nunca quiso.

Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, señor mío; sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu más secreta cámara.

Y él le dijo: No tengas miedo; porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

Entonces les fue aparejada grande comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron escuadrones de Siria a la tierra de Israel.

Cocimos, pues, mi hijo, y le comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido su hijo.

Y Eliseo sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos; y el rey envió a él un varón. Mas antes que el mensajero viniera a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto como este hijo del homicida me envía a quitarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada; ¿no viene tras él el estruendo de los pies de su amo?

Aun estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal del SEÑOR viene. ¿Para qué he de esperar más al SEÑOR?

Y un capitán sobre cuya mano el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si el SEÑOR hiciera ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Aunque el SEÑOR hiciera ventanas en el cielo, ¿pudiera ser eso? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

El atalaya volvió a decir: También éste llegó a ellos y no vuelve; mas el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.

Mas Jehú entesó su arco cuanto pudo, e hirió a Joram entre sus brazos, y la saeta salió por su corazón, y cayó en su carro.

Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos.

mirad cuál es el mejor y él más recto de los hijos de vuestro señor, y ponedlo en el trono de su padre; y pelead por la casa de vuestro señor.

Mas ellos tuvieron gran temor, y dijeron: He aquí dos reyes no pudieron resistirle, ¿cómo le resistiremos nosotros?

Y el mayordomo, y el presidente de la ciudad, y los ancianos, y los ayos, enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandares; no elegiremos por rey a ninguno; mas tú harás lo que bien te pareciere.

Venida la mañana, salió él, y estando en pie dijo a todo el pueblo: Vosotros sois justos; he aquí yo he conspirado contra mi señor, y le he dado muerte; ¿mas quién ha dado muerte a todos estos?

Y juntó Jehú todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió poco a Baal; mas Jehú le servirá mucho.

Mas Jehú no se cuidó de andar en la ley del SEÑOR Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel.

Mas al séptimo año envió Joiada, y tomó centuriones, capitanes, y gente de la guardia, y los metió consigo en la Casa del SEÑOR; e hizo pacto con ellos, juramentándolos en la Casa del SEÑOR; y les mostró al hijo del rey.

Mas el sacerdote Joiada mandó á los centuriones que gobernaban el ejército, y díjoles: Sacadla fuera del recinto del templo, y al que la siguiere, matadlo á cuchillo. (Porque el sacerdote dijo que no la matasen en el templo de Jehová.)

Llamando entonces el rey Joás al sacerdote Joiada y a los sacerdotes, les dijo: ¿Por qué no reparáis las aberturas de la Casa? Ahora pues, no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las aberturas del templo.

Y los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del pueblo, ni tener cargo de reparar las aberturas de la Casa.

Mas el pontífice Joiada tomó un arca, é hízole en la tapa un agujero, y púsola junto al altar, á la mano derecha como se entra en le templo de Jehová; y los sacerdotes que guardaban la puerta, ponían allí todo el dinero que se metía en la casa de Jehová.

Mas de aquel dinero que se traía a la casa del SEÑOR, no se hacían tazas de plata, ni salterios, ni jofainas, ni trompetas; ni ningún otro vaso de oro ni de plata se hacía para el templo del SEÑOR;

Mas el dinero por el delito, y el dinero por los pecados, no se metía en la Casa del SEÑOR; porque era de los sacerdotes.

Mas Joacaz se entristeció delante del SEÑOR, y el SEÑOR lo oyó; porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía.

Pues a Joacaz no le había quedado del ejército más que cincuenta hombres de a caballo, diez carros y diez mil hombres de a pie, porque el rey de Aram los había destruido y los había hecho como polvo de trilla.

Mas el SEÑOR tuvo misericordia de ellos, y se compadeció de ellos, y los miró, por amor de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos ni echarlos de delante de sí hasta ahora.

Mas no mató a los hijos de los que le mataron, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde el SEÑOR mandó, diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres; mas cada uno morirá por su pecado.

Ciertamente has herido a Edom, y tu corazón te ha envanecido; gloríate pues, mas estate en

Mas Amasías no dio oídos; y subió Joás rey de Israel, y se vieron de rostro él y Amasías rey de Judá, en Bet-semes, que es en Judá.

Mas Judá cayó delante de Israel, y huyeron cada uno a sus estancias.

E hicieron conspiración contra él en Jerusalem, y él huyó á Lachîs; mas enviaron tras él á Lachîs, y allá lo mataron.

Mas el SEÑOR hirió al rey con lepra, y fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó en casa separada, y Jotam hijo del rey tenía el cargo de la casa, juzgando al pueblo de la tierra.

Con todo eso los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en los lugares altos. Este también edificó la puerta más alta de la Casa del SEÑOR.

Entonces Rezín rey de Siria, y Peka hijo de Remalías rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra, y cercar a Acaz; mas no pudieron tomarla.

Mas el rey de Asiria halló que Oseas hacía conjuración; porque había enviado embajadores a So, rey de Egipto, y ya no daba presente al rey de Asiria, como cada año; y el rey de Asiria le detuvo, y le aprisionó en la casa de la cárcel.

Mas ellos no escucharon, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales nunca creyeron en el SEÑOR su Dios.

Mas ni aun Judá guardó los mandamientos del SEÑOR su Dios; antes anduvieron en los estatutos de Israel, los cuales ellos mismos hicieron.

Mas cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en las casas de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.

mas solamente al SEÑOR vuestro Dios, que os sacó de tierra de Egipto con potencia grande y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio.

Mas temed al SEÑOR vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos.

Dices, (por cierto palabras de labios): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en quién confías, que te has rebelado contra mí?

``Por mano de tus mensajeros has injuriado al Señor, y has dicho: `Con mis numerosos carros subí a las cumbres de los montes, a las partes más remotas del Líbano; corté sus altos cedros {y} sus mejores cipreses, y entré en su morada más lejana, en su más frondoso bosque.

Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra del SEÑOR que has hablado, es buena. Y dijo: ¿Mas no habrá paz y verdad en mis días?

Y haré que nunca más los pies de Israel vaguen {fuera} de la tierra que di a sus padres, con tal de que cuiden de hacer conforme a todo lo que les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les ordenó.

Mas ellos no escucharon; y Manasés los hizo errar a que hicieran más mal que los gentiles que el SEÑOR rayó de delante de los hijos de Israel.

Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos;

Mas al rey de Judá que os ha enviado para que preguntaseis al SEÑOR, diréis así: Así dice el SEÑOR Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro,

Y subió el rey a la Casa del SEÑOR con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, a oídos de todos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la Casa del SEÑOR.

Pero los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar del SEÑOR en Jerusalén, mas comían panes sin levadura entre sus hermanos.

Y Joacim pagó á Faraón la plata y el oro; mas hizo apreciar la tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Faraón, sacando la plata y oro del pueblo de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda, para dar á Faraón Nechâo.

Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo, desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.

Y se llevó en cautiverio a todo Jerusalén: a todos los capitanes, a todos los hombres valientes, diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros. Nadie quedó, excepto la gente más pobre del país.

Mas de los pobres de la tierra dejó el capitán de los de la guardia, para que labraran las viñas y las tierras.

Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la simiente real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los judíos y caldeos que estaban con él en Mizpa.

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