'Tierra' en la Biblia
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):
Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se juntó a él gran multitud; tanto, que entrando él en un barco, se sentó en el mar; y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profundidad;
Otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento.
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
Decía además: Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;
Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;
Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;
Y salió de allí, y vino a su tierra, y le siguieron sus discípulos.
Pero Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
Cuando llegó la noche, el barco estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
Y cuando llegaron al otro lado, vinieron a tierra de Genesaret, y tomaron puerto.
Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba.
Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dio a sus discípulos que pusieran delante; y los pusieron delante a la multitud.
Sus vestidos fueron vueltos resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.
Y se lo trajeron; y cuando le vio, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró, que si fuera posible, pasara de él aquella hora,
Y cuando vino la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
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