'Dedos' en la Biblia
Después hubo otra guerra en Gat, donde hubo un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y también era de los hijos del gigante.
Y volvió a haber guerra en Gat, donde hubo un hombre de grande estatura, el cual tenía seis dedos en pies y manos, veinticuatro en total; y también era hijo de un gigante.
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste:
«Salmo de David» Bendito sea Jehová, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla.
Guiña con sus ojos, habla con sus pies, hace señas con sus dedos;
Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón.
Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre las aldabas del candado.
Además está su tierra llena de ídolos, y a la obra de sus manos se han arrodillado, a lo que fabricaron sus dedos.
Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a las imágenes de Asera, ni a las imágenes del sol.
¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y midió los cielos con su palmo, y con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza, y con pesas los collados?
Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua.
En cuanto a las columnas, la altura de la columna era de dieciocho codos, y un hilo de doce codos la rodeaba; y su grueso era de cuatro dedos, y hueca.
Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido; mas habrá en él algo de fortaleza de hierro, según que viste el hierro mezclado con el barro cocido.
Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en parte será frágil.
En aquella misma hora salieron unos dedos de mano de hombre, y escribían delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la palma de la mano que escribía.
Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;