'Dije' en la Biblia
Y yo dije: ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre en vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera.
Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre: Pero su palabra fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, traté de sufrirlo, y no pude.
Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos, higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer.
Y puse delante de los hijos de la familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.
Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza de Jehová.
Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy.
Y dije: ¡Ah Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.
Y sabrán que yo soy Jehová; no en vano dije que les había de hacer este mal.
Y aconteció que cuando ellos los herían y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Has de destruir todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?
Y aconteció que mientras yo profetizaba, Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces caí sobre mi rostro, y clamé con grande voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Habrás de exterminar al remanente de Israel?
Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres. Y cuando estabas en tu propia sangre, te dije: ¡Vive! Sí, cuando estabas en tu sangre, te dije: ¡Vive!
entonces les dije: Cada uno eche de sí las abominaciones de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios.
Mas ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto.
Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis ordenanzas, y desecharon mis decretos, los cuales el hombre que los hiciere, vivirá por ellos; y mis sábados profanaron en gran manera; dije, por tanto, que había de derramar sobre ellos mi ira en el desierto para consumirlos.
antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en las ordenanzas de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.
Sin embargo los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos, ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, los cuales el hombre que los hiciere, vivirá por ellos; profanaron mis sábados. Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo contra ellos en el desierto.
Y yo les dije: ¿Qué es ese lugar alto adonde vosotros vais? Y fue llamado su nombre Bama hasta el día de hoy.
Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ellos dicen de mí: ¿No profiere éste parábolas?
Y dije acerca de la envejecida en adulterios: ¿Cometerán ahora prostituciones con ella, y ella con ellos?
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Y vinieron magos, astrólogos, caldeos, y adivinos; y dije el sueño delante de ellos, mas ellos no me dieron a conocer su interpretación;
Hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en el cual hay espíritu de los dioses santos, y dije el sueño delante de él, diciendo:
Y oré a Jehová mi Dios, y confesé, y dije: Oh Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;
Mas he aquí, como una semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca, y hablé, y dije a aquel que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión se revolvieron mis dolores sobre mí, y no me quedó fuerza.
y me dijo: Varón muy amado, no temas; paz a ti; ten buen ánimo, y esfuérzate. Y hablando él conmigo recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
Y le dije: Tú te quedarás para mí muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo por ti.
Y aconteció que cuando acabó de comer la hierba de la tierra, yo dije: Oh Señor DIOS, perdona, te ruego; ¿quién levantará a Jacob? Porque es pequeño.
Y dije: Señor Jehová, cesa ahora; ¿quién levantará a Jacob? Porque es pequeño.
Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel: No le pasaré más:
Y dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Un canastillo de fruta de verano. Y me dijo Jehová: Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel; no le pasaré más.
Y yo dije: Echado soy de delante de tus ojos: Mas aun veré tu santo templo.
Y dije: Oíd ahora, príncipes de Jacob, y cabezas de la casa de Israel: ¿No pertenece a vosotros saber el derecho?
Dije: Ciertamente me temerás, recibirás corrección; y así su habitación no será destruida sobre todo aquello por lo cual la castigué. Pero ellos se levantaron de mañana y corrompieron todas sus obras.
Entonces dije: ¿Qué son éstos, Señor mío? Y me dijo el Ángel que hablaba conmigo: Yo te enseñaré qué son éstos.
Y dije al Ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: Éstos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
Y yo dije: ¿Qué vienen a hacer éstos? Y me respondió, diciendo: Éstos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones, que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.
Y le dije: ¿A dónde vas? Y Él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.
Y el Ángel que hablaba conmigo respondió, y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, mi Señor.
Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelero, y a su izquierda?
Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
Y me respondió, diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, mi Señor.
Y dije: ¿Qué es? Y Él dijo: Éste es un efa que sale. Además dijo: Ésta es la semejanza de ellos en toda la tierra.
Respondí entonces, y dije al Ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto?
Y dije: No os apacentaré; la que ha de morir, que muera; y la que se ha de perder, que se pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compañera.
Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.
¿Cómo es que no entendéis que no por el pan os dije, que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
el cual, dondequiera que le toma, le desgarra; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
Éste es Aquél de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él.
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios?
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Hijitos, aún un poco estaré con vosotros. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo a vosotros ahora: A donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Acordaos de la palabra que yo os dije: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Pero os he dicho esto, para que cuando llegue la hora, os acordéis que yo os lo había dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
Todo lo que tiene el Padre, es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Y Jesús sabía que le querían preguntar, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis?
Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca.
Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba, y azotaba por las sinagogas a los que creían en ti;
Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?
A causa de lo cual me disgusté con aquella generación, y dije: Siempre divagan ellos de corazón, y no han conocido mis caminos.
Entonces dije: He aquí que vengo (en la cabecera del libro está escrito de mí) para hacer, oh Dios, tu voluntad.
Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que han salido de gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Y fui al ángel, y le dije: Dame el librito; y él me dijo: Toma, y cómetelo; y te amargará tu vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.