'Días' en la Biblia
Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.
Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
Ocupe la oscuridad aquella noche; no sea contada entre los días del año, ni venga en el número de los meses.
¿Acaso no hay un tiempo determinado para el hombre sobre la tierra? ¿No son sus días como los días del jornalero?
Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.
Desvanezco; no he de vivir para siempre; déjame, pues mis días son vanidad.
porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
Mis días son más ligeros que un correo; Huyen, y no ven el bien.
¿Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos,
¿No son pocos mis días? Cesa, pues, y déjame, para que me conforte un poco.
En los ancianos está la sabiduría, y en la largura de días la inteligencia.
El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores.
Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti: Tú le pusiste límites, los cuales no pasará.
Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi transformación.
Todos sus días, el impío es atormentado de dolor, y el número de años es escondido al violento.
Mi aliento está corrompido, mis días se extinguen, y me está preparado el sepulcro.
Pasaron mis días, fueron deshechos mis planes, los designios de mi corazón.
Pasan sus días en prosperidad, y en un momento descienden a la sepultura.
Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?
¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba,
Como fui yo en los días de mi juventud, cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda;
Y decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días.
Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se han apoderado de mí.
Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido.
Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
Su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud.
Si oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bienestar, y sus años en contentamiento.
¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
¿Lo sabes tú, porque entonces ya habías nacido, o porque es grande el número de tus días?