'Ellos' en la Biblia
Entonces volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que se dice, si lo interpretares; Maestro), ¿dónde moras?
Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos.
Después de estas cosas, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estuvo allí con ellos, y bautizaba.
Entonces, cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que Él hizo en Jerusalén en el día de la fiesta; pues también ellos habían ido a la fiesta.
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno de ellos tome un poco.
y entrando en una barca, se fueron al otro lado del mar hacia Capernaúm. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca; y en seguida la barca llegó a la tierra adonde iban.
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, ellos también entraron en unas barcas y vinieron a Capernaúm, buscando a Jesús.
Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
Les dijo Nicodemo (el que vino a Él de noche, el cual era uno de ellos):
Y oyéndolo ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se encubrió, y salió del templo atravesando por en medio de ellos, y así pasó.
Entonces unos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y había disensión entre ellos.
Esta parábola les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?
Pero esto decía Jesús de su muerte; y ellos pensaban que hablaba del reposar del sueño.
Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía Éste, que abrió los ojos al ciego, hacer también que éste no muriera?
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
Entre tanto que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
Pero a pesar de que Él había hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en Él;
Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane.
Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora también ellos las han visto, y nos han aborrecido a mí y a mi Padre.
Entonces algunos de sus discípulos dijeron entre ellos: ¿Qué es esto que nos dice: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis, y: Porque yo voy al Padre?
porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y en verdad han conocido que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son.
Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo soy glorificado en ellos.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
Y no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. Y Judas, el que le entregaba, también estaba con ellos.
Entonces les volvió a preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús de Nazaret.
Y los siervos y los alguaciles que habían encendido unas brasas, porque hacía frío, estaban de pie y se calentaban; y Pedro también estaba con ellos de pie, calentándose.
¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.
Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio; y era de mañana; y ellos no entraron al pretorio para no ser contaminados, y así poder comer la pascua.
Entonces Pilato salió a ellos, y dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
Pero ellos dieron voces: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos rey sino a César.
Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Y tomaron a Jesús, y le llevaron.
Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y puesta sobre un hisopo, se la acercaron a la boca.
Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Entonces vino Jesús, estando las puertas cerradas, y poniéndose en medio, dijo: Paz a vosotros.
Simón Pedro les dijo: A pescar voy: Ellos le dijeron: Nosotros también vamos contigo. Fueron, y luego entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
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