'La' en la Biblia
Pablo, siervo de Dios, y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad,
en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no puede mentir, prometió desde antes del principio de los siglos,
y manifestó a sus tiempos su palabra por medio de la predicación que me es encomendada por mandamiento de Dios nuestro Salvador,
a Tito, mi verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador.
retenedor de la palabra fiel como le ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana doctrina, y convencer a los que contradicen.
Porque hay muchos contumaces, y habladores de vanidad y engañadores, mayormente los que son de la circuncisión,
a los cuales es preciso tapar la boca, que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.
Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,
no atendiendo a fábulas judaicas, y a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.
Pero tú habla lo que armoniza con la sana doctrina.
Que los ancianos sean sobrios, honestos, templados, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia.
a ser discretas, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos; para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
no defraudando, sino mostrando toda buena lealtad; para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.
Porque la gracia de Dios que trae salvación se ha manifestado a todos los hombres,
enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a las concupiscencias mundanas, vivamos en este presente mundo, sobria, justa y piadosamente.
Aguardando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,
nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo;
para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho.
A Zenas doctor de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte.
Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén. A Tito, escrita de Nicópolis de Macedonia.