'Les' en la Biblia
A los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoles por cuarenta días, y hablándo les del reino de Dios.
Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalem, sino que esperasen la promesa del Padre, que oísteis, dijo, de mí.
Y les dijo: No toca á vosotros saber los tiempos ó las sazones que el Padre puso en su sola potestad;
Los cuales también les dijeron: Varones Galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Y les echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías; y fué contado con los once apóstoles.
Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron á hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.
Y hecho este estruendo, juntóse la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar su propia lengua.
¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en que somos nacidos?
Cretenses y Arabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.
Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente; porque era ya tarde.
Y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, ó en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
Entonce Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel:
Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres sin letras é ignorantes, se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús.
Mas les mandaron que se saliesen fuera del concilio; y conferían entre sí,
Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.
Entonces Pedro y Juan, respondiendo, les dijeron: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes á vosotros que á Dios:
Y sueltos, vinieron á los suyos, y contaron todo lo que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas las cosas les eran comunes.
Y como los trajeron, los presentaron en el concilio: y el príncipe de los sacerdotes les preguntó,
Y les dijo: Varones Israelitas, mirad por vosotros acerca de estos hombres en lo que habéis de hacer.
Y convinieron con él: y llamando á los apóstoles, después de azotados, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y soltáronlos.
A estos presentaron delante de los apóstoles, los cuales orando les pusieron las manos encima.
Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano; mas ellos no lo habían entendido.
Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por que os injuriáis los unos á los otros?
Y puesto de rodillas, clamó á gran voz: Señor, no les imputes este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Entonces Felipe, descendiendo á la ciudad de Samaria, les predicaba á Cristo.
Y los apóstoles que estaban en Jerusalem, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan:
Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.
Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
Y les dijo: Vosotros sabéis que es abominable á un varón Judío juntarse ó llegarse á extranjero; mas me ha mostrado Dios que á ningún hombre llame común ó inmundo;
Y les mandó bautizar en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
Entonces comenzando Pedro, les declaró por orden lo pasado, diciendo:
Así que, si Dios les dió el mismo don también como á nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar á Dios?
Y como pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron á la puerta de hierro que va á la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él.
Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los hermanos. Y salió, y partió á otro lugar.
Mas les resistía Elimas el encantador (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.
Y destruyendo siete naciones en la tierra de Canaán, les repartió por suerte la tierra de ellas.
Y después, como por cuatrocientos y cincuenta años, dió les jueces hasta el profeta Samuel.
Y entonces demandaron rey; y les dió Dios á Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años.
Porque los que habitaban en Jerusalem, y sus príncipes, no conociendo á éste, y las voces de los profetas que se leen todos los sábados, condenándo les, las cumplieron.
Y saliendo ellos de la sinagoga de los Judíos, los Gentiles les rogaron que el sábado siguiente les hablasen estas palabras.
Y despedida la congregación, muchos de los Judíos y de los religiosos prosélitos siguieron á Pablo y á Bernabé; los cuales hablándoles, les persuadían que permaneciesen en la gracia de Dios.
Y diciendo estas cosas, apenas apaciguaron el pueblo, para que no les ofreciesen sacrificio.
Y habiendo habido grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen.
Y Dios, que conoce los corazones, les dió testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como á nosotros;
Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem.
Y pasando á Phrygia y la provincia de Galacia, les fué prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia.
Y como vinieron á Misia, tentaron de ir á Bithynia; mas el Espíritu no les dejó.
Y como vió la visión, luego procuramos partir á Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
Y agolpóse el pueblo contra ellos: y los magistrados rompiéndoles sus ropas, les mandaron azotar con varas.
El cual, recibido este mandamiento, los metió en la cárcel de más adentro; y les apretó los pies en el cepo.
Y tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes; y se bautizó luego él, y todos los suyos.
Y llevándolos á su casa, les puso la mesa: y se gozó de que con toda su casa había creído á Dios.
Entonces Pablo les dijo: Azotados públicamente sin ser condenados, siendo hombres Romanos, nos echaron en la cárcel; y ¿ahora nos echan encubiertamente? No, de cierto, sino vengan ellos y sáquennos.
Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que se saliesen de la ciudad.
Y algunos filósofos de los Epicúreos y de los Estóicos, disputaban con él; y unos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses: porque les predicaba á Jesús y la resurrección.
Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de los habitación de ellos;
Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo: sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré á los Gentiles.
Y el día primero de la semana, juntos los discípulos á partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de partir al día siguiente: y alargó el discurso hasta la media noche.
Y cuando vinieron á él, les dijo: Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia, he estado con vosotros por todo el tiempo,
(Y como oyeron que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio.) Y dijo:
Y los soldados, tomando á Pablo como les era mandado, lleváronle de noche á Antipatris.
Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de esta secta, les puso dilación, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias acabaré de conocer de vuestro negocio.
Y aconteció que tres días después, Pablo convocó á los principales de los Judíos; á los cuales, luego que estuvieron juntos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra los ritos de la patria, he sido entregado preso
Diciendo: Ve á este pueblo, y di les: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis:
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