'Príncipes' en la Biblia
Y habitaron los príncipes del pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de diez que morara en Jerusalén, ciudad santa, y las nueve partes en las otras ciudades.
y sus hermanos, príncipes de familias, doscientos cuarenta y dos; y Amasai hijo de Azareel, hijo de Azai, hijo de Mesilemot, hijo de Imer,
Salú, Amoc, Hilcías, y Jedaías. Estos eran los príncipes de los sacerdotes y sus hermanos en los días de Jesúa.
Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros grandes que fueron en procesión; el uno a la mano derecha sobre el muro hacia la puerta del Muladar.
E iba tras de ellos Osaías, y la mitad de los príncipes de Judá,
Porque desde el tiempo de David y de Asaf, y de antes, había príncipes de cantores, y cántico y alabanza, y acción de gracias a Dios.
en el tercer año de su reinado hizo banquete a todos sus príncipes y siervos, teniendo delante de él la fuerza de Persia y de Media, gobernadores y príncipes de provincias,
que trajeran a la reina Vasti delante del rey con la corona del reino, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su hermosura; porque era hermosa de parecer.
y estaban junto a él, Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena, y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media que veían el rostro del rey, y se sentaban los primeros en el reino):
Y dijo Memucán delante del rey y de los príncipes: No solamente contra el rey ha cometido iniquidad la reina Vasti, sino contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero.
Y entonces dirán esto las princesas de Persia y de Media que oyeren el hecho de la reina, a todos los príncipes del rey; y habrá mucho menosprecio y enojo.
Y agradó esta palabra en ojos del rey y de los príncipes, e hizo el rey conforme al dicho de Memucán;
Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y reposó a las provincias de sus impuestos, e hizo y dio mercedes conforme a la facultad real.
Después de estas cosas, el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo ensalzó, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él.
Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes primero, al trece del mismo, y fue escrito conforme a todo lo que mandó Amán, a los virreyes del rey, a los capitanes que estaban sobre cada provincia, y a los príncipes de cada pueblo, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; en nombre del rey Asuero fue escrito, y sellado con el anillo del rey.
Y les refirió Amán la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le había engrandecido y con que le había ensalzado sobre los príncipes y siervos del rey.
y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.
Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes tercero, que es Siván, a los veintitrés del mismo; y se escribió conforme a todo lo que mandó Mardoqueo, a los judíos, a los virreyes, a los capitanes, y a los príncipes de las provincias que había desde la India hasta Etiopía, ciento veintisiete provincias; a cada provincia según su escribir, y a cada pueblo conforme a su lengua, a los judíos también conforme a su escritura y lengua.
Y todos los príncipes de las provincias, los virreyes, capitanes, y oficiales del rey, ensalzaban a los judíos; porque el temor de Mardoqueo había caído sobre ellos.
o con los príncipes que poseen el oro, que llenan sus casas de plata.
El lleva despojados á los príncipes, Y trastorna á los poderosos.
El derrama menosprecio sobre los príncipes, y debilita la fuerza de los esforzados.
Los príncipes detenían sus palabras; ponían la mano sobre su boca;
¿Por ventura se ha de llamar al rey: De Belial; y a los príncipes: Impíos?
Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes, ni el rico es de él más respetado que el pobre; porque todos son obras de sus manos.
antes los toques de shofar le infunden ánimo; y desde lejos huele la batalla, el estruendo de los príncipes, y el estruendo de la consigna de la batalla.
Estarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra el SEÑOR, y contra su ungido, diciendo:
En lugar de tus padres serán tus hijos, a quienes harás príncipes en toda la tierra.
Los príncipes de los pueblos se juntaron al pueblo del Dios de Abraham; porque de Dios son los escudos de la tierra; El es muy ensalzado.
Allí estaba Benjamín, pequeño, señoreándolos, príncipes de Judá en su congregación, príncipes de Zabulón, príncipes de Neftalí.
Vendrán príncipes de Egipto; Etiopía apresurará sus manos a Dios.
Cortará él el espíritu de los príncipes; terrible es a los reyes de la tierra.
Sin embargo, como hombres moriréis, y caeréis como uno de los príncipes.
Pon a ellos y a sus capitanes como a Oreb y como a Zeeb; como a Zeba y como a Zalmuna, a todos sus príncipes;
para echar presos sus príncipes como él quisiera, y enseñó sabiduría a sus ancianos.
El derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errados, vagabundos, sin camino.
para hacerlo sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo;
Mejor es esperar en el SEÑOR que esperar en príncipes.
Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí, hablando tu siervo según tus estatutos.
SIN Príncipes me han perseguido sin causa; mas mi corazón tuvo miedo de tus palabras.
No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
los reyes de la tierra, y todos los pueblos; los príncipes, y todos los jueces de la tierra;
Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia.
Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra.
El hombre perverso levanta contienda; y el chismoso aparta los príncipes.
Ciertamente no es bueno condenar al justo, ni herir a los príncipes por hacer lo recto.
No conviene al loco el deleite; ¡cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!
Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; mas por el hombre entendido y sabio permanecerá estable.
No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la cerveza.
La sabiduría fortifica al sabio más que diez poderosos príncipes que haya en la ciudad.
Vi siervos en caballos, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es niño, y tus príncipes banquetean de mañana!
¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas, y no por el beber!
Príncipes de Sodoma, oíd la palabra del SEÑOR; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
Y les pondrá niños por príncipes, y muchachos serán sus señores.
El SEÑOR vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo, y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas.
Porque él dirá: Mis príncipes ¿no son todos reyes?
Levantad bandera de ejemplo sobre un alto monte; alzad la voz a ellos; alzad la mano para que entren por puertas de príncipes.
El Seol abajo se espantó de ti; te despertó muertos que en tu venida salieran a recibirte, hizo levantar de sus tronos a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de los gentiles.
Ciertamente son necios los príncipes de Zoán; el consejo de los prudentes consejeros de Faraón se ha desvanecido. ¿Cómo diréis por Faraón: Yo soy hijo de los sabios, e hijo de los reyes antiguos?
Se han desvanecido los príncipes de Zoán; se han engañado los príncipes de Menfis; engañaron a Egipto las esquinas de sus familias.
Pon la mesa, mira del atalaya, come, bebe, levantaos, príncipes, tomad escudo.
Todos tus Príncipes juntos huyeron del arco, fueron atados. Todos los que en ti se hallaron, fueron atados juntamente; los otros huyeron lejos.
¿Quién decretó esto sobre Tiro, la coronada, cuyos negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra?
Cuando estarán sus príncipes en Zoán, y sus embajadores vinieron a Hanes,
Y de miedo se pasará a su fortaleza; y sus príncipes tendrán pavor de la bandera, dice el SEÑOR, a quien hay fuego en Sion, y a quien hay horno en Jerusalén.
He aquí que para justicia reinará un rey; y príncipes presidirán para juicio.
Llamarán a sus príncipes, príncipes sin reino; y todos sus grandes serán nada.
Del norte desperté, y vino; del nacimiento del Sol llamó en mi nombre; y vino a príncipes como sobre lodo, y como pisa el barro el alfarero.
Por tanto, yo profané los príncipes del Santuario, y puse por anatema a Jacob, y a Israel por vergüenza.
Así dijo el SEÑOR, Redentor de Israel, Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de los gentiles, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por el SEÑOR, porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.
Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, contra los reyes de Judá, contra sus príncipes, contra sus sacerdotes, y contra el pueblo de la tierra.
Como se avergüenza el ladrón cuando es tomado, así se avergonzará la Casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas;
Y será en aquel día, dice el SEÑOR, que desfallecerá el corazón del rey, y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas.
Todos ellos príncipes rebeldes, andan con engaño; son bronce y hierro; todos ellos son corruptores.
En aquel tiempo, dijo el SEÑOR: Sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros;
¿Qué dirás cuando te visitará? Porque tú les enseñaste a ser príncipes y cabeza sobre ti. ¿No te tomarán dolores como a mujer que está de parto?
Entrarán por las puertas de esta ciudad, los reyes y los príncipes, que se sientan sobre el trono de David, en carros y en caballos, ellos y sus príncipes, los varones de Judá, y los moradores de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre.
Me mostró el SEÑOR, y he aquí dos cestas de higos puestas delante del Templo del SEÑOR, después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a los príncipes de Judá, y a los artífices y a los ingenieros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia.
Y como los malos higos, que de malos no se pueden comer, con certeza dice el SEÑOR, así daré a Sedequías rey de Judá, y a sus príncipes, y al resto de Jerusalén que quedaron en esta tierra, y que moran en la tierra de Egipto.
A Jerusalén, y a las ciudades de Judá, y a sus reyes, y a sus príncipes, para que yo los pusiera en soledad, en escarnio, y en silbo, y en maldición, como este día;
a Faraón rey de Egipto, y a sus siervos, a sus príncipes, y a todo su pueblo;
Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la Casa del SEÑOR; y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa del SEÑOR.
Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.
Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: El SEÑOR me envió a que profetizara contra esta Casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído.
Y dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre del SEÑOR nuestro Dios nos ha hablado.
y oyó sus palabras el rey Joacim, y todos sus valientes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; lo cual entendiendo Urías, tuvo temor, y huyó, y se metió en Egipto.
(después que salió el rey Jeconías y la reina, y los de palacio, y los príncipes de Judá y de Jerusalén, y los artífices, y los ingenieros de Jerusalén),
por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas, y los varones de Judá, y los moradores de Jerusalén.
Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar cada uno su siervo y cada uno su sierva libres, que ninguno usara más de ellos como de siervos, escucharon, y los dejaron.
a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los eunucos y a los sacerdotes, y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro,
Y a Sedequías rey de Judá, y a sus príncipes, entregaré en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, y en mano del ejército del rey de Babilonia, que se fueron de vosotros.
y los metí en la Casa del SEÑOR, en la cámara de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, varón de Dios, la cual estaba junto a la cámara de los príncipes, que estaba sobre la cámara de Maasías hijo de Salum, guarda de los vasos.
descendió a la casa del rey, a la cámara del escriba, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados: Elisama escriba, Delaía hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los príncipes.
Entonces enviaron todos los príncipes a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que dijera a Baruc: Toma el rollo en que leíste a oídos del pueblo, y ven. Y Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano, y vino a ellos.
Entonces dijeron los príncipes a Baruc: Ve, y escóndete, tú y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis.
Y envió el rey a Jehudí a que tomara el rollo, el cual lo tomó de la cámara de Elisama escriba, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos de todos los príncipes que junto al rey estaban.
Y Jeremías dijo: Falso; no me retiro a los caldeos. Mas él no lo escuchó, antes prendió Irías a Jeremías, y lo llevó delante de los príncipes.
Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y le azotaron, y le pusieron en prisión en la casa de Jonatán escriba, porque aquella la habían hecho casa de cárcel.
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