'Viendo' en la Biblia
Y viendo la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Y viendo él muchos de los fariseos y de los saduceos, que venían a su bautismo, les decía: Generación de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que vendrá?
Y viendo la multitud, subió en el monte; y sentándose, le acercaron a él sus discípulos.
Y viendo Jesús gran multitud alrededor de sí, mandó que se fueran al otro lado del lago.
Y he aquí le trajeron un paralítico, echado en una cama; y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados.
Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis malas cosas en vuestros corazones?
Y viendo esto los fariseos, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
Y llegado Jesús a casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la multitud que hacía bullicio,
Y viendo la multitud, tuvo misericordia de ella; porque estaba derramada y esparcida como ovejas que no tienen pastor.
Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no miraréis.
Pero viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose a hundir, dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
De manera que se maravillaba la multitud, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos; y glorificaron al Dios de Israel.
Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado.
Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron,
Y viendo una higuera sobre el camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.
Y viendo esto los discípulos, maravillados decían: ¡Cómo se secó luego la higuera!
Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia (rectitud), y no le creisteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, nunca os arrepentisteis después para creerle.
Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad.
Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por qué se pierde esto?
Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos,
Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.
Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
los cuales, viendo a algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es a decir, no lavadas, los condenaban.
Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, vino a ver si quizá hallaría en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos.
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había expirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
Y se turbó Zacarías viéndo le, y cayó temor sobre él.
Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas a Jesús, diciendo: Apartate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
el cual, viendo la fe de ellos, le dice: hombre, tus pecados te son perdonados.
Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del Reino de Dios; mas a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
Entonces, viendo la mujer que no se había ocultado, vino temblando, y postrándose delante de Él le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó un niño, y le puso junto a sí,
Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz;
Y traían a él los niños para que los tocara; lo cual viendo los discípulos les reñían.
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella,
Y viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
Y Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal.
Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.
Pero todos sus conocidos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.
Jesús se volvió, y viendo que le seguían, les dijo*: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que traducido quiere decir, Maestro), ¿dónde te hospedas?
Jesús viendo que Natanael venía hacia Él, dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño.
Y estando en Jerusalén en la Pascua, en el día de la Fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.
Entonces Jesús, alzando los ojos y viendo que una gran multitud venía hacia El, dijo* a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos?
Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie más que a la mujer, le dijo: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?
y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé (que significa, si lo declaras, Enviado). Y fue entonces, y se lavó, y volvió viendo.
Y habiendo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se gozaron viendo al Señor.
Y habiendo dicho estas cosas, viéndo lo ellos, fué alzado; y una nube le recibió y le quitó de sus ojos.
Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna.
Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? O ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud o piedad hubiéramos hecho andar a éste?
Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras e ignorantes, se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús.
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba con ellos, no podían decir nada en contra.
Y viendo a uno que era maltratado, lo defendió, y matando al egipcio, vengó al oprimido.
Y el pueblo escuchaba atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
El mismo Simón creyó también entonces, y bautizándose, se llegó a Felipe; y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito.
Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie.
Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, se incorporó.
Y viendo que había agradado a los judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. (Eran entonces los días de los panes sin levadura.)
Entonces el procónsul, viendo lo que había sido hecho, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.
Este escuchaba hablar a Pablo, el cual, fijando la mirada en él, y viendo que tenía fe para ser sanado,
Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante el magistrado;
Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacía en él viendo la ciudad dada a la idolatría.
Pero ellos estaban esperando cuándo se había de hinchar, o caer muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, mudados, decían que era un dios.
diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis;
Y viendo antes la Escritura que Dios por la fe había de justificar a los gentiles, evangelizó antes a Abraham, diciendo: Que todos los gentiles de la tierra serán benditos en ti.
Por fe dejó á Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
(porque este justo, morando entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos).
La bestia que has visto, fue, y ya no es; y ha de subir del abismo, y ha de ir a perdición; y los moradores de la tierra, (cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo,) se maravillarán viendo la bestia que era, y no es, aunque es.
y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Cuál era semejante a esta gran ciudad?
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