'Yo' en la Biblia
Palabras de Nehemías, hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susán, capital del reino,
Y sucedió que, cuando yo oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios del cielo.
Esté ahora atento tu oído, y tus ojos abiertos, para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos contra ti cometido; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a Moisés tu siervo, diciendo: Vosotros prevaricaréis, y yo os esparciré por los pueblos:
Te ruego, oh Señor, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean temer tu nombre. Prospera a tu siervo hoy, y concédele hallar misericordia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.
Y sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino, y lo di al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia,
y dije al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.
y carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin que me dé madera para enmaderar los portales del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y para la casa donde yo estaré. Y el rey me lo otorgó, según la bondadosa mano de mi Dios sobre mí.
me levanté de noche, yo y unos cuantos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había bestia conmigo, excepto la cabalgadura en que cabalgaba.
Y no sabían los magistrados a dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había yo declarado a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y magistrados, ni a los demás que hacían la obra.
Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestra ropa; cada uno se desnudaba solamente para lavarse.
También yo, y mis hermanos, y mis criados, les hemos prestado dinero y grano; absolvámosles ahora de este gravamen.
También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador.
Mas los primeros gobernadores que fueron antes de mí, cargaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el vino sobre cuarenta siclos de plata; a más de esto, sus criados se enseñoreaban sobre el pueblo; pero yo no hice así, a causa del temor de Dios.
Y aconteció que habiendo oído Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y el resto de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas en las puertas),
Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.
Y enviaron a mí con el mismo asunto por cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera.
Entonces envié yo a decirles: No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas.
Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvar su vida? ¡No entraré!
Porque fue sobornado para que yo fuese intimidado e hiciese así, y que pecase, y les sirviese de mal nombre con que fuera yo infamado.
Y el segundo coro iba del lado opuesto, y yo en pos de él, con la mitad del pueblo sobre el muro, desde la torre de los Hornos hasta el muro ancho;
Pararon luego los dos coros en la casa de Dios; y yo, y la mitad de los magistrados conmigo;
Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén; porque el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia, vine al rey; y al cabo de días obtuve permiso del rey.