10959 casos

'Los' en la Biblia

Dios no tornará atrás su ira, Y debajo de él se encorvan los que ayudan á los soberbios.

Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume.

La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?

¿Parécete bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?

¿Son tus días como los días del hombre, O tus años como los tiempos humanos,

¿Harán tus falacias callar á los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?

Y que te declarara los arcanos de la sabiduría, Que son de doble valor que la hacienda! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece.

Es más alto que los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás?

Porque él conoce á los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?

Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan á Dios viven seguros; En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.

Y en efecto, pregunta ahora á las bestias, que ellas te enseñarán; Y á las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;

O habla á la tierra, que ella te enseñará; Los peces de la mar te lo declararán también.

El hace andar á los consejeros desnudos de consejo, Y hace enloquecer á los jueces.

El suelta la atadura de los tiranos, Y ata el cinto á sus lomos.

El lleva despojados á los príncipes, Y trastorna á los poderosos.

El derrama menosprecio sobre los príncipes, Y enflaquece la fuerza de los esforzados.

Van á tientas como en tinieblas y sin luz, Y los hace errar como borrachos.

Oid ahora mi razonamiento, Y estad atentos á los argumentos de mis labios.

¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?

Pues ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua á mi pecado.

Porque tu boca declaró tu iniquidad, Pues has escogido el hablar de los astutos.

¿Naciste tú primero que Adam? ¿O fuiste formado antes que los collados?

He aquí que en sus santos no confía, Y ni los cielos son limpios delante de sus ojos:

(Lo que los sabios nos contaron De sus padres, y no lo encubrieron;

A los cuales solos fué dada la tierra, Y no pasó extraño por medio de ellos:)

Todos los días del impío, él es atormentado de dolor, Y el número de años es escondido al violento.

Porque cubrió su rostro con su gordura, E hizo pliegues sobre los ijares;

Porque la sociedad de los hipócritas será asolada, Y fuego consumirá las tiendas de soborno.

Hame entregado Dios al mentiroso, Y en las manos de los impíos me hizo estremecer.

Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.

Porque á éstos has tú escondido su corazón de inteligencia: Por tanto, no los ensalzarás.

El que denuncia lisonjas á sus prójimos, Los ojos de sus hijos desfallezcan.

Los rectos se maravillarán de esto, Y el inocente se levantará contra el hipócrita.

A la huesa tengo dicho: Mi padre eres tú; A los gusanos: Mi madre y mi hermana.

A los rincones de la huesa descenderán, Y juntamente descansarán en el polvo.

Ciertamente la luz de los impíos será apagada, Y no resplandecerá la centella de su fuego.

Los pasos de su pujanza serán acortados, Y precipitarálo su mismo consejo.

El primogénito de la muerte comerá los ramos de su piel, Y devorará sus miembros.

Su confianza será arrancada de su tienda, Y harále esto llevar al rey de los espantos.

Sobre su día se espantarán los por venir, Como ocupó el pavor á los que fueron antes.

Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fuí yo en sus ojos.

Mi aliento vino á ser extraño á mi mujer, Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

Que la alegría de los impíos es breve, Y el gozo del hipócrita por un momento?

Con su estiércol perecerá para siempre: Los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?

No verá los arroyos, los ríos, Los torrentes de miel y de manteca.

Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia: Las manos todas de los malvados vendrán sobre él.

Los cielos descubrirán su iniquidad, Y la tierra se levantará contra él.

Los renuevos de su casa serán trasportados; Serán derramados en el día de su furor.

He aquí que su bien no está en manos de ellos: El consejo de los impíos lejos esté de mí.

Oh cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada, Y viene sobre ellos su quebranto, Y Dios en su ira les reparte dolores!

Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, Y qué de la tienda de las moradas de los impíos?

¿No habéis preguntado á los que pasan por los caminos, Por cuyas señas no negaréis,

Porque llevado será él á los sepulcros, Y en el montón permanecerá.

Los terrones del valle le serán dulces; Y tras de él será llevado todo hombre, Y antes de él han ido innumerables.

Porque sacaste prenda á tus hermanos sin causa, E hiciste desnudar las ropas de los desnudos.

Las viudas enviaste vacías, Y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.

¿No está Dios en la altura de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.

¿Quieres tú guardar la senda antigua, Que pisaron los hombres perversos?

Los cuales fueron cortados antes de tiempo, Cuyo fundamento fué como un río derramado:

Verán los justos y se gozarán; Y el inocente los escarnecerá, diciendo:

Hacen apartar del camino á los menesterosos: Y todos los pobres de la tierra se esconden.

En el campo siegan su pasto, Y los impíos vendimian la viña ajena.

Al desnudo hacen andar sin vestido, Y á los hambrientos quitan los hacecillos.

De dentro de sus paredes exprimen el aceite, Pisan los lagares, y mueren de sed.

De la ciudad gimen los hombres, Y claman las almas de los heridos de muerte: Mas Dios no puso estorbo.

Porque la mañana es á todos ellos como sombra de muerte; Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.

Olvidaráse de ellos el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura; Nunca más habrá de ellos memoria, Y como un árbol serán los impíos quebrantados.

Mas á los fuertes adelantó con su poder: Levantóse, y no se da por segura la vida.

Cosas inanimadas son formadas Debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.

Esta es para con Dios la suerte del hombre impío, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.

Los que le quedaren, en muerte serán sepultados; Y no llorarán sus viudas.

Detuvo los ríos en su nacimiento, E hizo salir á luz lo escondido.

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