'Un' en la Biblia
- 1.Gé 1:5-Gé 27:45
- 2.Gé 28:11-Éx 2:7
- 3.Éx 2:11-Éx 28:11
- 4.Éx 28:16-Levítico 5:9
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- 7.Números 7:53-Números 23:4
- 8.Números 23:9-Deuteronomio 9:12
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- 10.Josué 10:13-Jueces 20:11
- 11.Jueces 20:16-1 Samuel 17:5
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- 13.2 Samuel 11:27-1 Reyes 7:15
- 14.1 Reyes 7:16-2 Reyes 3:15
- 15.2 Reyes 4:6-1 Crónicas 12:22
- 16.1 Crónicas 12:38-2 Crónicas 34:1
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- 18.Job 4:14-Salmos 19:5
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- 28.Hageo 2:16-Mateo 14:5
- 29.Mateo 14:8-Marcos 6:20
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- 31.Lucas 6:48-Lucas 21:18
- 32.Lucas 21:34-Juan 16:21
- 33.Juan 16:29-Hechos 13:24
- 34.Hechos 13:29-Romanos 12:4
- 35.Romanos 12:5-Efesios 2:21
- 36.Efesios 4:4-Hebreos 10:37
- 37.Hebreos 11:4-Apocalipsis 13:18
- 38.Apocalipsis 14:1-Apocalipsis 22:2
es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida.
Pero el que ha oído y no ha hecho {nada,} es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin {echar} cimiento; y el torrente dio con fuerza contra ella y al instante se desplomó, y fue grande la ruina de aquella casa.
Y el siervo de un centurión, al cual tenía él en estima, estaba enfermo y a punto de morir.
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban fuera a un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda; y había con ella grande compañía de la ciudad.
Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Que un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado a su pueblo.
Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre cubierto de vestidos delicados? He aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están.
Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? También os digo, y aun más que profeta.
Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino, y vosotros decís: ``Tiene un demonio."
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.
Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, cuando entendió que estaba a la mesa en casa de aquel fariseo, trajo un alabastro de ungüento,
Pero al ver {esto} el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Si éste fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora.
Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; que por un tiempo creen, pero en el tiempo de la prueba se apartan.
Ninguno que enciende la lámpara lo cubre con vasija, o lo pone debajo de la cama; mas lo pone en un candelero, para que los que entren vean la luz.
Y aconteció un día que él entró en un barco con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.
Y saliendo él a tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros.
Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejara entrar en ellos; y los dejó.
Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato de ellos se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó.
Entonces toda la gente de la región alrededor de los gadarenos le pidió {a Jesús} que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y El entrando a una barca, regresó.
Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrara en su casa;
Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y no podía ser curada por nadie,
Y vueltos los apóstoles, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte a un lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida.
El día comenzaba a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de los alrededores, y hallen alojamiento y consigan alimentos; porque aquí estamos en un lugar desierto.
Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde?
Y he aquí, un hombre de la multitud clamó, diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo; que es el único que tengo;
y he aquí un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole.
Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó un niño, y le puso junto a sí,
Y si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; pero si no, se volverá a vosotros.
Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo que caía del cielo.
Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó entre ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Y aconteció, que descendió un sacerdote por el mismo camino, y viéndole, pasó de lado.
Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de lado.
Y un samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó a un mesón, y lo curó.
Y aconteció que estando él orando en un lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Les dijo también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, e irá a él a medianoche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes,
porque un amigo ha venido a mí de camino, y no tengo qué ponerle delante;
O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide pan; ¿acaso le dará una piedra? O si {le pide} un pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar del pescado?
O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión?
Y estaba él lanzando un demonio, el cual era mudo; y aconteció que salido fuera el demonio, el mudo habló y la multitud se maravilló.
Y otros, para poner a prueba a Jesús, demandaban de El una señal (un milagro) del cielo.
Cuando un {hombre} fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros.
Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en un sótano ni debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que los que entren vean la luz.
Y luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiera con él; y él entró y se sentó a la mesa.
Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! Que cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas.
Y les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado muchos frutos;
¿Y quién de vosotros podrá con su afán añadir a su estatura un codo?
Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca {ningún} ladrón ni la polilla destruye.
el señor de aquel siervo llegará un día, cuando él no {lo} espera y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente, y le asignará un lugar con los incrédulos.
Pero de un bautismo me es necesario ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido!
Decía también a las multitudes: Cuando veis una nube que se levanta en el poniente, al instante decís: ``Viene un aguacero", y así sucede.
Dijo también esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.
{Jesús} estaba enseñando en una de las sinagogas un día de reposo,
y había {allí} una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritu; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar.
Semejante es a un grano de mostaza, que tomándolo el hombre lo metió en su huerto; y creció, y fue hecho árbol grande, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.
Sin embargo, debo seguir mi camino, hoy, mañana y pasado mañana; porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
Y aconteció que entrando en casa de un príncipe de los fariseos un sábado a comer pan, ellos le acechaban.
Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de él.
Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey en un hoyo en día de reposo, y no lo saca inmediatamente?
Cuando seas invitado por alguno a un {banquete} de bodas, no tomes el lugar de honor, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú,
Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos,
El entonces le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y llamó a muchos.
Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: ``He comprado un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses."
Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se enmienda, que de noventa y nueve justos, que no tienen necesidad de enmendarse.
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se enmienda.
Y dijo: Un hombre tenía dos hijos;
No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente.
Mas el padre dijo a sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies.
Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para hacer banquete con mis amigos;
Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes.
Empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse un tilde de la ley.
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas,
``Y además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie pueda cruzar de allá a nosotros."
Mejor le fuera, si una muela de un molino de asno le fuera puesta al cuello, y le lanzaran en el mar, que escandalizar a uno de estos pequeñitos.
Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diréis a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.
¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara o apacienta, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate a la mesa?
Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día.
diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y le preguntó un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
Porque más fácil cosa es entrar un cable por el ojo de una aguja, que un rico entrar al Reino de Dios.
Y aconteció que acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;
y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los publicanos, y era rico;
Y corriendo delante, se subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
Estando ellos oyendo estas cosas, continuando {Jesús,} dijo una parábola, porque El estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
Dijo pues: Un hombre noble se fue a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver.
Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;
pues te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste."
El le contestó*: ``Siervo inútil, por tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré?
diciendo: Id a la aldea de enfrente; en la cual cuando entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo.
Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;
Pero si decimos: ``De los hombres", todo el pueblo nos matará a pedradas, pues están convencidos de que Juan era un profeta.
Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.
Y al tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le dieran del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío.
Volvió a enviar un tercero; y a éste también lo hirieron y echaron fuera.
Mostradme un denario. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.
Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.
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