Most Popular Bible Verses in Lucas 18
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Y les dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
Y dijo también a unos que confiaban en sí como justos, y menospreciaban a los otros, esta parábola:
Y le preguntó un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, reconcíliame, pecador.
Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios.
Los mandamientos sabes: No cometerás homicidio; no adulterarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
Os digo que los vengará presto. Pero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?
Y traían a él los niños para que los tocara; lo cual viendo los discípulos les reñían.
Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no lo impidáis; porque de los tales es el Reino de Dios.
Y Jesús, tomando aparte a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre.
Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
Porque más fácil cosa es entrar un cable por el ojo de una aguja, que un rico entrar al Reino de Dios.
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el Reino de Dios,
Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, e injuriado, y escupido.
Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará.
Y aconteció que acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;
que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
Y los que iban delante, le reñían que callara; mas él clamaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí.
diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
El fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
¿Y Dios no vengará a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos?
Dos hombres subieron al Templo a orar: el uno fariseo, el otro publicano.
Y Jesús, oído esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Os digo que éste descendió a su casa más justificado que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.
Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no sabían lo que decía.
Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo como lo vio, dio a Dios alabanza.
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino sólo Dios.
Pero él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Defiéndeme de mi adversario.
ayuno lo de dos comidas cada sábado, doy diezmos de todo lo que poseo.
Entonces dio voces, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.
todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela.
Jesús entonces parándose, mandó traerle a sí; y cuando él llegó, le preguntó,