Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen;

Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir.

Y los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús {para ver} si sanaba en el día de reposo, a fin de encontrar de qué acusarle.

Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados {vosotros} los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

¿Y por qué me llamáis: ``Señor, Señor", y no hacéis lo que yo digo?

Y así como queréis que los hombres os hagan, haced con ellos de la misma manera.

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.

En esos días El se fue al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios.

Pero El sabía lo que ellos estaban pensando, y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ven acá. Y él, levantándose, se le acercó.

Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano; y {había} una gran multitud de sus discípulos, y una gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,

Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y perversos.

Entonces Jesús les dijo: Yo os pregunto: ¿es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal; salvar una vida o destruirla?

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el {hombre} malo, del mal {tesoro} saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.

Y aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por unos sembrados, y sus discípulos arrancaban y comían espigas, restregándo{las} entre las manos.

Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso.

Pero ellos se llenaron de ira, y discutían entre sí qué podrían hacerle a Jesús.

Y después de mirarlos a todos a su alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo {así,} y su mano quedó sana.

Mateo y Tomás; Jacobo, {hijo} de Alfeo, y Simón, al que llamaban el Zelote;

Simón, a quien también llamó Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo y Juan; Felipe y Bartolomé;

Judas, {hijo} de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser traidor.

Y toda la multitud procuraba tocarle, porque de El salía un poder que a todos sanaba.

que habían ido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos eran curados.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Respondiéndoles Jesús, dijo: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre, él y los que con él estaban;

Alegraos en ese día y saltad {de gozo,} porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas.

cómo entró en la casa de Dios, y tomó y comió los panes consagrados, que a nadie es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y dio {también} a sus compañeros?

¿Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay {de vosotros,} los que ahora reís!, porque os lamentaréis y lloraréis.

Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.

Pero algunos de los fariseos dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en el día de reposo?

Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y escogió doce de ellos, a los que también dio el nombre de apóstoles:

Un discípulo no está por encima de su maestro; mas todo {discípulo,} después de que se ha preparado bien, será como su maestro.

Les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?

Pero ¡ay de vosotros los ricos!, porque ya estáis recibiendo todo vuestro consuelo.

Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica.

¿Ay {de vosotros,} cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque de la misma manera trataban sus padres a los falsos profetas.

Porque no hay árbol bueno que produzca fruto malo, ni a la inversa, árbol malo que produzca fruto bueno.

Y en otro día de reposo entró en la sinagoga y enseñaba; y había allí un hombre que tenía la mano derecha seca.

bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan.

Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.

¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?

Pues cada árbol por su fruto se conoce. Porque {los hombres} no recogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de una zarza.

A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no {se lo} reclames.

es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida.

Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos la misma {cantidad.}

¿O cómo puedes decir a tu hermano: ``Hermano, déjame sacarte la mota que está en tu ojo", cuando tú mismo no ves la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás con claridad para sacar la mota que está en el ojo de tu hermano.

Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica, os mostraré a quién es semejante:

Pero el que ha oído y no ha hecho {nada,} es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin {echar} cimiento; y el torrente dio con fuerza contra ella y al instante se desplomó, y fue grande la ruina de aquella casa.

Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.