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'Dios' en la Biblia

Les decía también: Bien; invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios que viene con potencia.

Entonces Jesús, mirando alrededor, dice a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!

Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió a decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios, los que confían en las riquezas!

Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras a la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

Y de los muertos que hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo Soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la creación de las cosas que creó Dios, hasta este tiempo, ni será.

De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios.

Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo edificas,

Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había expirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor.

Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella.

Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo,

Y se volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios de todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho.

Y llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios, y hablaba de El a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham.

que fue de Cainán, que fue de Enós, que fue de Set, que fue de Adán, que fue de Dios.

Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan.

Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan sólo vivirá el hombre, mas con toda palabra de Dios.

Y salían también demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Mas él riñéndoles no les dejaba hablar; porque sabían que él era el Cristo.

Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba echado, se fue a su casa, glorificando a Dios.

cómo entró en la Casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, y dio también a los que estaban con él, a los cuales no era lícito comer, sino sólo a los sacerdotes?

Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Que un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado a su pueblo.

Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; mas el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.

Mas los fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él.

El cual, cuando vio a Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

Y cuando lo entendió el pueblo, le siguió; y él los recibió, y les hablaba del Reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de cura.

Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios.

Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el Reino de Dios.

``Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos {en protesta} contra vosotros; empero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado."

Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos a unos matarán y a otros perseguirán;

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