'Le' en la Biblia
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció.
A lo que era suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su Nombre;
A Dios nadie le vio jamás; el Unigénito hijo, que está en el seno del Padre, él nos lo declaró.
Y éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que le preguntaran: ¿Tú, quién eres?
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
Y yo no le conocía; más para que fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando con agua.
Y yo no le conocía; mas el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que permanece sobre él, éste es el que bautiza con Espíritu Santo.
Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios.
Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús.
Y volviéndose Jesús, y viéndolos seguirle, les dice: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que declarado quiere decir Maestro) ¿dónde moras?
Era Andrés el hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído de Juan, y le habían seguido.
Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (al Ungido) que declarado es, el Cristo.
Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Piedra).
Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea, y encontró* a Felipe, y le dijo*: Sígueme.
Felipe halló a Natanael, y le dice: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
Y le dijo Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo bueno? Le dice Felipe: Ven y ve.
Le dice Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi.
Respondió Natanael, y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
Respondió Jesús y le dijo: Porque te dije, te vi debajo de la higuera, crees; cosas mayores que éstas verás.
Y le dice: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre.
Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen.
Y le dice Jesús: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
Y les dice: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y le presentaron.
Y le dice: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando ya están satisfechos, entonces lo que es peor; mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
Y los judíos respondieron, y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras de que haces esto?
y no tenía necesidad que alguien le diera testimonio del hombre; porque él sabía lo que había en el hombre.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no estuviere Dios con él.
Respondió Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios.
Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede esto hacerse?
Respondió Jesús, y le dijo: ¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes esto?
Y vinieron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen a él.
Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo.
El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo es cumplido.
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; porque no le da Dios el Espíritu por medida.
Y le era necesario pasar por Samaria.
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dice: Dame de beber.
Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú pedirías de él, y él te daría agua viva.
La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;
Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Le dice la mujer: Sé que el Mesías (el Ungido) ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas.
Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo.
En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: ¿Qué tratas de averiguar? o: ¿Por qué hablas con ella?
Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?
Viniendo pues los samaritanos a él, le rogaron que se quedara allí; y permaneció allí dos días.
y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos {le} hemos oído, y sabemos que éste es en verdad el Salvador del mundo.
Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra.
Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalén en la Fiesta; porque también ellos habían ido a la Fiesta.
Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiera, y sanara a su hijo, porque se comenzaba a morir.
Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis.
El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi niño muera.
Le dice Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
Y cuando ya él descendía, los siervos le salieron a recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive.
Entonces él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a la séptima le dejó la fiebre.
El padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa.
Cuando Jesús vio a éste echado, y supo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: ¿Quieres ser sano?
Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estanque; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.
Le dice Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda.
Y le preguntaron entonces: ¿Quién es el hombre que te dijo: Toma tu lecho y anda?
Después le halló Jesús en el Templo, y le dijo: He aquí, eres ya sano; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.
El se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará; que vosotros os maravillaréis.
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo;
y también le dio potestad de hacer juicio, por cuanto es Hijo de hombre.
Y le seguía grande multitud, porque veían sus señales que hacía en los enfermos.
Le respondió Felipe: Doscientos denarios de pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco.
Le dice uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro:
Y ellos le recibieron de buena gana en el navío; y luego el navío llegó a la tierra donde iban.
Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Y le dijeron: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?
Le dijeron entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras?
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
Y decía: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado de mi Padre.
Y le respondió Simón Pedro: Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes las palabras de vida eterna.
Jesús le respondió: ¿No he escogido yo á vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?
Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le había de entregar, el cual era uno de los doce.
Y le dijeron sus hermanos: Pásate de aquí, y vete a Judea, para que tus discípulos también vean las obras que haces.
Y le buscaban los judíos en la Fiesta, y decían: ¿Dónde está aquel?
El que habla de sí mismo, gloria propia busca; mas el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.
Y he aquí, habla públicamente, y no le dicen nada; ¿han por ventura entendido verdaderamente los príncipes, que éste es el Cristo?
Pero yo le conozco, porque de él soy, y él me envió.
Resutados de la Búsqueda continuados...
Resultados de Búsqueda por Versiones
Resultados de Búsqueda por Libro
- Génesis (332)
- Éxodo (139)
- Levítico (92)
- Números (124)
- Deuteronomio (98)
- Josué (51)
- Jueces (144)
- Rut (23)
- 1 Samuel (194)
- 2 Samuel (166)
- 1 Reyes (164)
- 2 Reyes (146)
- 1 Crónicas (82)
- 2 Crónicas (119)
- Esdras (14)
- Nehemías (14)
- Ester (40)
- Job (99)
- Salmos (88)
- Proverbios (51)
- Eclesiastés (19)
- Cantares (4)
- Isaías (82)
- Jeremías (106)
- Lamentaciones (6)
- Ezequiel (49)
- Daniel (75)
- Oseas (26)
- Amós (7)
- Jonás (9)
- Miqueas (3)
- Nahúm (1)
- Habacuc (5)
- Sofonías (3)
- Hageo (1)
- Zacarías (13)
- Malaquías (7)
- Mateo (255)
- Marcos (213)
- Lucas (293)
- Juan (258)
- Hechos (210)
- Romanos (23)
- 1 Corintios (24)
- 2 Corintios (6)
- Gálatas (8)
- Efesios (3)
- Filipenses (2)
- Colosenses (3)
- 2 Timoteo (3)
- Tito (1)
- Filemón (1)
- Hebreos (22)
- Santiago (9)
- 1 Pedro (5)
- 2 Pedro (3)
- 1 Juan (15)
- 2 Juan (2)
- 3 Juan (1)
- Judas (1)
- Apocalipsis (42)
Artículos Relacionados
- Arrestar a Cristo
- Compromiso a Jesucristo
- Cristo sabiendo acerca de personas
- Cristo viendo
- Dando a Dios el Hijo
- Dios, unidad de
- El discipulado, naturaleza de
- El rabino
- Judas de traicionar a Cristo
- La misión de Jesucristo
- La verdad incomprendido