'Cabeza' en la Biblia
Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro.
Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro;
Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
Y ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
Y fue traída su cabeza en un plato y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.
Les dijo Jesús: ¿Nunca leisteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, ésta fue hecha por cabeza de esquina? Por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos.
vino a él una mujer, teniendo un vaso de alabastro de ungüento de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.
y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo: ¡Hallas gozo, rey de los Judíos!
Y escupiendo en él, tomaban la caña, y le herían en su cabeza.
Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS EL REY DE LOS JUDÍOS.
Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuera traída su cabeza;
el cual fue, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
Y volvió a enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron a enviarle afrentado.
¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina;
Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Y le herían su cabeza con una caña, y escupían en él, y le adoraban hincadas las rodillas.
Y estando detrás a sus pies, comenzó llorando a regar con lágrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento.
Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis pies; y ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con los cabellos de su cabeza.
No ungiste mi cabeza con óleo; y ésta ha ungido con ungüento mis pies.
Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene dónde recline la cabeza.
Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues; de más estima sois que muchos pajarillos.
Pero él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que condenaron los edificadores, ésta fue por cabeza de esquina?
Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.
Le dice Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza.
Y los soldados entretejieron de espinas una corona, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron de una ropa de grana;
Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dio el Espíritu.
y el sudario, que había sido puesto sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto en un lugar aparte.
Este es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo.
Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo, sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles.
Mas Pablo habiéndose detenido aun allí muchos días, después se despidió de los hermanos, y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose trasquilado la cabeza en Cencrea, porque tenía voto.
Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber: que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza.
Mas quiero que sepáis, que el Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza del Cristo.
Todo varón que ora o profetiza cubierta la cabeza, afrenta su cabeza.
Mas toda mujer que ora o profetiza no cubierta su cabeza, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiera rapado.
Porque si la mujer no se cubre, trasquílese también; y si es vergonzoso a la mujer trasquilarse o raerse, cúbrase (la cabeza).
Porque el varón no ha de cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios; mas la mujer es gloria del varón.
Por lo cual, la mujer debe tener potestad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito; ni asimismo la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
y sujetándole todas las cosas debajo de sus pies, y poniéndolo por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia,
antes siguiendo la verdad en caridad, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, el Cristo;
Porque el marido es cabeza de la mujer, así como el Cristo es cabeza de la Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo.
y él es la cabeza, del cuerpo de la Iglesia, principio y primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga el primado.
y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.
y no manteniendo el vínculo a la cabeza, de la cual todo el cuerpo, alimentado y unido por sus ligaduras y coyunturas, creciendo en aumento de Dios.
Es pues honor a vosotros que creéis; mas para los desobedientes: La Piedra que los edificadores reprobaron, ésta fue hecha la cabeza de la esquina;
Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego;
Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, vestido de una nube, y el arco del cielo estaba en su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda.
Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno ha conocido sino él mismo;
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