'Del' en la Biblia
A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos. Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo; porque es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa.
y cambiaron la gloria del Dios incorruptible, en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de cuadrúpedos, y de reptiles.
¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
Mas por tu dureza, y tu corazón no arrepentido, atesoras ira para ti mismo, para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios,
instructor de los ignorantes, maestro de niños, que tienes la forma del conocimiento, y de la verdad en la ley.
sino que es judío el que lo es en el interior; y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; cuya alabanza no es de los hombres, sino de Dios.
Todos se desviaron del camino, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Por tanto, por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de Él; pues por la ley es el conocimiento del pecado.
Como David también describe la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin las obras,
Porque la promesa de que él sería heredero del mundo, no fue dada a Abraham o a su simiente por la ley, sino por la justicia de la fe.
No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán; el cual es figura del que había de venir.
Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque el que ha muerto, libre es del pecado.
¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis; ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
Mas a Dios gracias, que aunque fuisteis esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
Porque cuando erais esclavos del pecado, libres erais de la justicia.
Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santidad, y por fin la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte; mas el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo a aquellos que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?
Porque la mujer que tiene marido está ligada por la ley a su marido mientras él vive; mas si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.
Porque cuando estábamos en la carne, la influencia del pecado, que era por la ley, obraba en nuestros miembros llevando fruto para muerte;
mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor: Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios; mas con la carne a la ley del pecado.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
Porque los que son de la carne, en las cosas de la carne piensan; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
Y si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu vive a causa de la justicia.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son dignas de comparar con la gloria que en nosotros ha de ser manifestada.
y no sólo ella, sino que también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo.
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Porque a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia; y me compadeceré del que yo me compadezca.
Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere endurecer, endurece.
Y acontecerá que en el lugar donde les fue dicho: Vosotros no sois mi pueblo, allí serán llamados hijos del Dios viviente.
También Isaías clama tocante a Israel: Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, un remanente será salvo.
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Y si la caída de ellos es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos, la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más la plenitud de ellos?
Porque si el rechazamiento de ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será el recibimiento de ellos, sino vida de entre los muertos?
Y si algunas de las ramas fueron quebradas, y tú, siendo olivo silvestre fuiste injertado entre ellas, y fuiste hecho partícipe con ellas de la raíz y de la savia del olivo;
Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos.
Mas vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para satisfacer los deseos de la carne.
El que hace caso del día, para el Señor lo hace; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
con potencia de milagros y prodigios, por el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.
Y estoy seguro que cuando venga a vosotros, vendré en plenitud de bendición del evangelio de Cristo.
Y os ruego hermanos, por nuestro Señor Jesucristo, y por el amor del Espíritu, que os esforcéis conmigo en oración por mí a Dios;
Y al que tiene poder para confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio encubierto desde tiempos eternos,
pero ahora es hecho manifiesto, y por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, dado a conocer a todas las naciones para obediencia de la fe.
Al solo Dios sabio, sea gloria por Jesucristo para siempre. Amén. Epístola del apóstol Pablo a los romanos. Escrita desde Corinto por mano de Tercio, y enviada con Febe, sierva de la iglesia en Cencrea.