'Del' en la Biblia
Gracia sea a vosotros, y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
como también en parte nos habéis reconocido, que somos vuestra gloria, así como también vosotros seréis la nuestra en el día del Señor Jesús.
el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas; no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande amor tengo para con vosotros.
siendo manifiesto que sois carta de Cristo ministrada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
el cual también nos ha hecho ministros suficientes del nuevo testamento; no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
¿cómo no será más glorioso el ministerio del espíritu?
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Por tanto, nosotros todos, mirando con cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor.
en los cuales el dios de este mundo cegó la mente de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros;
llevando siempre por todas partes en el cuerpo la muerte del Señor Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, el cual también nos ha dado las arras del Espíritu.
Por tanto vivimos confiados siempre, sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, ausentes estamos del Señor
Estamos confiados, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes con el Señor.
Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres, mas a Dios somos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias seamos manifiestos.
Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.
¿Y qué concierto tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Así que, amados, teniendo tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; mas la tristeza del mundo produce muerte.
Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que hizo la injuria, ni por causa del que padeció la injuria, sino para que os fuese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios.
pidiéndonos con muchos ruegos que aceptásemos la ofrenda y la comunicación del servicio para los santos.
y no sólo esto, sino también fue escogido por las iglesias para viajar con nosotros con esta gracia, que es administrada por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena disposición;
procurando hacer lo honesto, no sólo delante del Señor, sino también delante de los hombres.
Y enviamos con ellos a nuestro hermano, la diligencia del cual hemos comprobado muchas veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza que tengo en vosotros.
Porque si alguno viene y predica otro Jesús que el que os hemos predicado, o recibís otro espíritu del que habéis recibido, u otro evangelio del que habéis aceptado, bien lo toleráis.
y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.
Ciertamente no me conviene gloriarme; mas vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amén.