64 Versículo de la Biblia sobre Llanto
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Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y Abraham fue a hacer duelo por Sara y a llorar por ella.
Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Y yo lloraba mucho, porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de mirar su contenido.
Y Esaú dijo a su padre: ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, {bendíceme} también a mí, padre mío. Y Esaú alzó su voz y lloró.
Y todos sus hijos y todas sus hijas vinieron para consolarlo, pero él rehusó ser consolado, y dijo: Ciertamente enlutado bajaré al Seol por causa de mi hijo. Y su padre lloró por él.
Y ella dijo a su padre: Que se haga esto por mí; déjame sola por dos meses, para que vaya yo a los montes y llore por mi virginidad, yo y mis compañeras.
Que el SEÑOR os conceda que halléis descanso, cada una en la casa de su marido. Entonces las besó, y ellas alzaron sus voces y lloraron,
Entonces Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué está triste tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?
Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur, y cayendo rostro en tierra, se postró tres veces. Y se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David {lloró} más.
Pero su marido fue con ella, llorando mientras iba, y la siguió hasta Bahurim. Entonces Abner le dijo: Ve, vuélvete. Y él se volvió.
Entonces Tamar se puso ceniza sobre la cabeza, rasgó el vestido de manga larga que llevaba puesto, y se fue gritando con las manos sobre la cabeza.
Subía David la cuesta del {monte de los} Olivos, y mientras iba, lloraba con la cabeza cubierta y {los pies} descalzos. Y todo el pueblo que {iba} con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían.
Y el rey se conmovió profundamente, y subió al aposento {que había} encima de la puerta y lloró. Y decía así mientras caminaba: ¡Hijo mío Absalón; hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera haber muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!
Y puso rígido su rostro y fijó {sus ojos en él} hasta que se sintió avergonzado, y el hombre de Dios lloró.
Cuando Eliseo se enfermó con la enfermedad de la cual había de morir, Jeoás, rey de Israel, descendió a él y lloró sobre su rostro, y dijo: ¡Padre mío, padre mío, los carros de Israel y sus hombres de a caballo!
Te ruego, oh SEÑOR, que te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante tus ojos. Y Ezequías lloró amargamente.
Mi rostro está enrojecido por el llanto, y cubren mis párpados densa oscuridad,
Escucha mi oración, oh SEÑOR, y presta oído a mi clamor; no guardes silencio ante mis lágrimas; porque extranjero soy junto a ti, peregrino, como todos mis padres.
Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿{acaso} no están en tu libro?
Porque cenizas he comido por pan, y con lágrimas he mezclado mi bebida,
Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció,
Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro;
Y los hijos de Israel lloraron a Moisés por treinta días en la llanura de Moab; así se cumplieron los días de llanto {y} duelo por Moisés.
Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos, al acordarnos de Sion.
Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche.
Entonces los mensajeros fueron a Guibeá de Saúl y hablaron estas palabras a oídos del pueblo, y todo el pueblo alzó la voz y lloró. Y sucedió que Saúl regresaba del campo detrás de los bueyes, y dijo: ¿Qué {pasa} con el pueblo que está llorando? Entonces le contaron las palabras de los mensajeros de Jabes.
Entonces David y la gente que {estaba} con él alzaron su voz y lloraron, hasta que no les quedaron fuerzas para llorar.
Y se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del SEÑOR y {por} la casa de Israel, porque habían caído a espada.
Hijas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía lujosamente de escarlata, que ponía adornos de oro en vuestros vestidos.
Tus manos no estaban atadas, ni tus pies puestos en grillos; como el que cae delante de los malvados, has caído. Y todo el pueblo volvió a llorar por él.
Y cuando alzaron los ojos desde lejos y no lo reconocieron, levantaron sus voces y lloraron. Cada uno de ellos rasgó su manto y esparcieron polvo hacia el cielo sobre sus cabezas.
Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado contra la oración de tu pueblo? Les has dado a comer pan de lágrimas, y les has hecho beber lágrimas en gran abundancia.
Han subido al templo y a Dibón, a los lugares altos a llorar. Sobre Nebo y sobre Medeba gime Moab; en todas sus cabezas, calvicie; toda barba, rasurada. En sus calles se han ceñido de cilicio; en sus terrados y en sus plazas todos gimen, deshechos en lágrimas.
He aquí, sus valientes claman en las calles, los mensajeros de paz lloran amargamente.
Fueron* a la casa del oficial de la sinagoga, y {Jesús} vio* el alboroto, y {a los que} lloraban y se lamentaban mucho.
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.
Y Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.
``Sin embargo, a algunos de los tuyos no cortaré de mi altar para que tus ojos se consuman {llorando} y tu alma sufra; pero todos los nacidos en tu casa morirán en la flor de la juventud.
y poniéndose detrás {de El} a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y {los} secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y {los} ungía con el perfume.
Porque sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.
Entonces Nehemías, que era el gobernador, y Esdras, el sacerdote {y} escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Este día es santo para el SEÑOR vuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley.
Se oye una voz sobre las alturas desoladas, el llanto de las súplicas de los hijos de Israel; porque han pervertido su camino, han olvidado al SEÑOR su Dios.
¿Oíd ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros.
Y he aquí que un hombre, uno de los hijos de Israel, vino y presentó una madianita a sus parientes, a la vista de Moisés y a la vista de toda la congregación de los hijos de Israel, que lloraban a la puerta de la tienda de reunión.
Entonces volvisteis y llorasteis delante del SEÑOR, pero el SEÑOR no escuchó vuestra voz, ni os prestó oído.
Todos los hijos de Israel y todo el pueblo subieron y vinieron a Betel y lloraron; y permanecieron allí delante del SEÑOR y ayunaron ese día hasta la noche. Y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante del SEÑOR.
Entonces el pueblo vino a Betel, y permaneció allí delante de Dios hasta la noche; y alzaron sus voces y lloraron amargamente.
Pero muchos de los sacerdotes y levitas y jefes de {casas} paternas, los ancianos que habían visto el primer templo, cuando se echaban los cimientos de este templo delante de sus ojos, lloraban en alta voz mientras muchos daban gritos de alegría; y el pueblo no podía distinguir entre el clamor de los gritos de alegría y el clamor del llanto del pueblo, porque el pueblo gritaba en voz alta, y se oía el clamor desde lejos.
Por eso aquel día, el Señor, DIOS de los ejércitos, {os} llamó a llanto y a lamento, a rapar la cabeza y a vestir de cilicio. Sin embargo hay gozo y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas; comiendo carne y bebiendo vino, {dicen:} Comamos y bebamos, que mañana moriremos.
Gemid, pastores, y clamad; revolcaos {en ceniza}, mayorales del rebaño; porque se han cumplido los días de vuestra matanza y de vuestra dispersión, y caeréis como vaso precioso.
Con llanto vendrán, y entre súplicas los guiaré; los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy un padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.
En aquellos días y en aquel tiempo --declara el SEÑOR-- vendrán los hijos de Israel, ellos junto con los hijos de Judá; vendrán andando y llorando, y al SEÑOR su Dios buscarán.
Amargamente llora en la noche, y las lágrimas {corren} por sus mejillas; no hay quien la consuele entre todos sus amantes. Todos sus amigos la han traicionado, se le han convertido en enemigos.
Su corazón clamó al Señor: Muralla de la hija de Sion, corran tus lágrimas como un río día y noche, no te des reposo, no tengan descanso tus ojos.
Aun ahora --declara el SEÑOR-- volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento.
Por tanto, así dice el SEÑOR, el Señor Dios de los ejércitos: En todas las plazas hay llanto, y en todas las calles dicen: ¡Ay! ¡Ay! Llaman a duelo al labrador, y a lamentación a los que saben plañir. En todas las viñas {habrá} llanto, porque pasaré por en medio de ti --dice el SEÑOR.
Entonces cambiaré vuestras fiestas en llanto y todos vuestros cantos en lamento; pondré cilicio sobre todo lomo y calvicie sobre toda cabeza; haré que sea como duelo por hijo único, y su fin, como día de amargura.
Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por El, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por El, como se llora por un primogénito. Aquel día habrá gran lamentación en Jerusalén, como la lamentación de Hadad-rimón en la llanura de Meguido.
Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
Ríos de lágrimas vierten mis ojos, porque ellos no guardan tu ley.
Pero si no escucháis esto, mi alma sollozará en secreto por {tal} orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se anegarán en lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño del SEÑOR.
Pues por la mucha aflicción y angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino para que conozcáis el amor que tengo especialmente por vosotros.