'Está' en la Biblia
- 1.Gé 1:12-Éx 7:17
- 2.Éx 8:23-Números 5:29
- 3.Números 5:30-Deuteronomio 26:11
- 4.Deuteronomio 27:3-Jueces 6:11
- 5.Jueces 6:14-1 Samuel 27:11
- 6.1 Samuel 29:1-1 Reyes 20:13
- 7.1 Reyes 20:28-2 Crónicas 25:4
- 8.2 Crónicas 25:7-Job 12:5
- 9.Job 12:10-Salmos 76:2
- 10.Salmos 77:10-Eclesiastés 10:6
- 11.Eclesiastés 10:11-Jeremías 1:13
- 12.Jeremías 2:6-Jeremías 33:4
- 13.Jeremías 33:5-Ezequiel 47:21
- 14.Ezequiel 48:29-Mateo 7:3
- 15.Mateo 7:11-Marcos 14:36
- 16.Marcos 14:38-Juan 2:17
- 17.Juan 3:2-Romanos 4:17
- 18.Romanos 5:2-Gálatas 5:3
- 19.Gálatas 5:8-Apocalipsis 2:24
- 20.Apocalipsis 4:9-Apocalipsis 22:19
Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fortaleza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?
Y el Ángel de Dios le dijo: Toma la carne, y los panes sin levadura, y ponlo sobre esta roca, y vierte el caldo. Y él lo hizo así.
Y edificó allí Gedeón un altar a Jehová, al que llamó Jehová-salom: Éste está hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.
Y aconteció que la misma noche le dijo Jehová: Toma un becerro del hato de tu padre, y otro toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él;
y edifica altar a Jehová tu Dios en la cumbre de esta roca en el lugar ordenado; y tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto sobre la leña de la imagen de Asera que habrás cortado.
Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez: solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que sólo el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra.
Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo dé a los madianitas en su mano; no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.
Y Madián, y Amalec, y todos los orientales, estaban tendidos en el valle como langostas en muchedumbre, y sus camellos eran innumerables, como la arena que está a la ribera del mar en multitud.
Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián: ¿y qué pude hacer yo en comparación con vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.
Y los principales de Sucot respondieron: ¿Está ya la mano de Zeba y Zalmuna en tu mano, para que tengamos que dar pan a tu ejército?
Y él habló también a los de Peniel, diciendo: Cuando yo tornare en paz, derribaré esta torre.
Y entrando a los de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, sobre los cuales me injuriasteis, diciendo: ¿Está ya la mano de Zeba y de Zalmuna en tu mano, para que demos nosotros pan a tus hombres cansados?
Levántate pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo.
Y será que por la mañana, al salir el sol, te levantarás y acometerás contra la ciudad; y he aquí que cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se te presente la ocasión.
Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora aquel tu hablar, diciendo: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea contra él.
Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros, y pelees contra los hijos de Amón, y nos seas cabeza a todos los que moramos en Galaad.
Y el Ángel de Jehová apareció a esta mujer, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y no has dado a luz; mas concebirás y darás a luz un hijo.
Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas tú a tomar esposa de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómala para mí, porque ésta agradó a mis ojos.
Y Sansón les respondió: Yo seré sin culpa esta vez para con los filisteos, si mal les hiciere.
Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo: Tú has dado esta gran salvación por mano de tu siervo: ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?
Entonces quebró Dios una muela que estaba en la quijada, y salieron de allí aguas, y bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó. Por eso llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, el cual está en Lehi, hasta hoy.
Mas Sansón durmió hasta la media noche; y a la media noche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue, y se subió con ellas a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.
Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has revelado aún en qué consiste tu gran fuerza.
Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los príncipes de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.
Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras, y me escaparé: no sabiendo que Jehová ya se había apartado de él.
Entonces Sansón clamó a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos, por mis dos ojos.
Y él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote.
subieron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá; por lo cual llamaron a aquel lugar el campamento de Dan, hasta hoy; he aquí está detrás de Quiriat-jearim.
Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la joven dijo al varón: Yo te ruego que te quieras quedar aquí esta noche, y se alegrará tu corazón.
Y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.
aunque nosotros tenemos paja y de comer para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; no nos hace falta nada.
Y saliendo a ellos aquel varón, amo de la casa, les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal, pues que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.
Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decid cómo fue esta maldad.
Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es ésta que ha sido hecha entre vosotros?
Mas haréis de esta manera; mataréis a todo varón, y a toda mujer que hubiere conocido ayuntamiento de varón.
Y hallaron de los moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas que no habían conocido hombre en ayuntamiento de varón, y las trajeron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán.
Y dijeron: He aquí cada año hay fiesta de Jehová en Silo, que está al norte de Betel, y al lado oriental del camino que sube de Betel a Siquem, y al sur de Lebona.
Volveos, hijas mías, e idos; que yo ya soy vieja para ser para varón. Y aunque dijese: Esperanza tengo; y esta noche estuviese con marido, y aun diere a luz hijos;
Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que entrando en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?
Y Boaz dijo a su siervo el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas: Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, menos un poco que se detuvo en casa.
¿No es Boaz nuestro pariente, con cuyas mozas tú has estado? He aquí que esta noche él avienta la parva de las cebadas.
Quédate esta noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, que te redima; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.
Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué, pues, hija mía? Y ella le contó todo lo que aquel varón había hecho por ella.
Y en tiempos pasados había esta costumbre en Israel tocante a la redención o contrato, que para confirmar cualquier asunto, uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y éste era el testimonio en Israel.
Y de la simiente que Jehová te diere de esta joven, sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá.
Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Y por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
y lo metía en el perol, o en la olla, o en el caldero, o en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían a todo israelita que venía a Silo.
Y Elí bendijo a Elcana y a su esposa, diciendo: Jehová te dé simiente de esta mujer en lugar de este préstamo que es hecho a Jehová. Y se volvieron a su casa.
Y cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es ésta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había venido al campamento.
Por esta causa los sacerdotes de Dagón, y todos los que en el templo de Dagón entran, no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy.
Y ratones de oro conforme al número de todas las ciudades de los filisteos pertenecientes a los cinco príncipes, desde las ciudades fortificadas hasta las aldeas sin muro; y hasta la gran piedra de Abel sobre la cual pusieron el arca de Jehová, piedra que está en el campo de Josué betsemita hasta hoy.
Pero desagradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos ahora un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.
Y él le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne; todo lo que él dice, sucede sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos enseñará nuestro camino por donde hayamos de ir.
Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?
Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; pues yo he mirado a mi pueblo, porque su clamor ha llegado hasta mí.
Y llegando Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente.
Y Samuel respondió a Saúl, y dijo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y comed hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.
Y Saúl respondió, y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me hablas de esta manera?
Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti, y come; porque para esta ocasión se guardó para ti, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.
Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el término de Benjamín, en Selsa, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar, se han hallado; y he aquí que tu padre ha dejado ya el asunto de las asnas, y está angustiado por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo?
De allí vendrás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entrares allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, y pandero, y flauta, y arpa, y ellos profetizando.
Y alguno de allí respondió, y dijo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se volvió en proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?
Preguntaron, pues, otra vez a Jehová, si había aún de venir allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje.
Y Nahas amonita les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros, que a todos vosotros os saque yo el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel.
Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa que Jehová hará delante de vuestros ojos.
Entonces los filisteos se juntaron para pelear con Israel; treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo tan numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Betaven.
Y un día aconteció, que Jonatán hijode Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven, y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está al otro lado. Y no lo hizo saber a su padre.
Ésta fue la primera matanza, en la cual Jonatán con su paje de armas, mataron como unos veinte hombres en el espacio de una media yugada de tierra.
Y respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel:
Mas el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha de morir Jonatán, el que ha hecho esta gran salvación en Israel? No será así. Vive Jehová, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha obrado hoy con Dios. Así libró el pueblo a Jonatán, para que no muriese.
Y Saúl hirió a Amalec, desde Havila hasta llegar a Shur, que está a la frontera de Egipto.
Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di.
Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo he rechazado; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; porque el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Entonces uno de los criados respondió, diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén que sabe tocar; es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente en sus palabras, hermoso, y Jehová está con él.
Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas.
Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y lanza; porque de Jehová es la batalla, y Él os entregará en nuestras manos.
Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo guardasen, y lo matasen a la mañana. Mas Mical su esposa lo descubrió a David, diciendo: Si no salvas tu vida esta noche, mañana serás muerto.
Y cuando Saúl envió mensajeros que tomasen a David, ella respondió: Está enfermo.
Y fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí que David está en Naiot en Ramá.
Entonces él mismo vino a Ramá; y llegando al pozo grande que está en Soco, preguntó diciendo: ¿Dónde están Samuel y David? Y uno respondió: He aquí están en Naiot en Ramá.
Si él dijere: Está bien, tu siervo tendrá paz; pero si se enojare, sabe que él está determinado a hacer mal.
Entonces dijo Jonatán a David: Oh Jehová Dios de Israel, cuando habré yo preguntado a mi padre mañana a esta hora, o el día tercero, y él apareciere bien para con David, si entonces no enviare a ti, y te lo descubriere,
Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo, y no está limpio; no estará purificado.
Y llegando el muchacho adonde estaba la saeta que Jonatán había tirado, Jonatán dio voces tras el muchacho, diciendo: ¿No está la saeta más allá de ti?
Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si tú quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: ¡Ninguna como ella! ¡Dámela!
Entonces subieron los zifeos a Gabaa para decirle a Saúl: ¿No está David escondido en nuestra tierra, en las peñas del bosque, en el collado de Haquila que está al sur de Jesimón?
Y sucedió que cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso diciendo: He aquí que David está en el desierto de Engadi.
Y aconteció que, cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es ésta la voz tuya, hijo mío David? Y alzando Saúl su voz lloró.
Ahora, pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal está del todo resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es tan hijo de Belial, que no hay quien pueda hablarle.
No haga caso mi señor de este hombre de Belial, Nabal; porque conforme a su nombre, así es él. Se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.
Y ahora esta bendición que tu sierva ha traído a mi señor, se dé a los jóvenes que siguen a mi señor.
Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa firme a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.
Y vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, que está frente a Jesimón?
Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está delante del desierto junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.
guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la botija del agua, y vámonos.
Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, que no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira ahora dónde está la lanza del rey, y la botija del agua que estaba a su cabecera.
Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es ésta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío.
Ni hombre ni mujer dejaba David con vida, que viniese a Gat, diciendo: Porque no den aviso de nosotros, diciendo: Esto hizo David. Y ésta era su costumbre todo el tiempo que moró en tierra de los filisteos.
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- 1.Gé 1:12-Éx 7:17
- 2.Éx 8:23-Números 5:29
- 3.Números 5:30-Deuteronomio 26:11
- 4.Deuteronomio 27:3-Jueces 6:11
- 5.Jueces 6:14-1 Samuel 27:11
- 6.1 Samuel 29:1-1 Reyes 20:13
- 7.1 Reyes 20:28-2 Crónicas 25:4
- 8.2 Crónicas 25:7-Job 12:5
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- 10.Salmos 77:10-Eclesiastés 10:6
- 11.Eclesiastés 10:11-Jeremías 1:13
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- 13.Jeremías 33:5-Ezequiel 47:21
- 14.Ezequiel 48:29-Mateo 7:3
- 15.Mateo 7:11-Marcos 14:36
- 16.Marcos 14:38-Juan 2:17
- 17.Juan 3:2-Romanos 4:17
- 18.Romanos 5:2-Gálatas 5:3
- 19.Gálatas 5:8-Apocalipsis 2:24
- 20.Apocalipsis 4:9-Apocalipsis 22:19