'Manos' en la Biblia
y yo atraeré a ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?
Entonces Débora dijo a Barac: Levántate; porque éste es el día en que el SEÑOR ha de entregar a Sísara en tus manos. ¿No ha salido el SEÑOR delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.
Mas los hijos de Israel hicieron lo malo en los ojos del SEÑOR; y el SEÑOR los entregó en las manos de Madián por siete años.
Y Gedeón le respondió: Ah, Señor mío, si el SEÑOR es con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó el SEÑOR de Egipto? Y ahora el SEÑOR nos ha desamparado, y nos ha entregado en manos de los madianitas.
Entonces el SEÑOR dijo a Gedeón: Con estos trescientos varones que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase todo el pueblo cada uno a su lugar.
Y tomada provisión para el pueblo en sus manos, con sus trompetas, envió a todos los otros israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle.
Y aconteció que aquella noche el SEÑOR le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos.
y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado al principio de la gente de armas que estaba en el campamento.
Y su compañero respondió, y dijo: Esto no es otra cosa sino el cuchillo de Gedeón hijo de Joas, varón de Israel; Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.
Y cuando Gedeón oyó la historia del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, que el SEÑOR ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos.
Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a cada uno de ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros.
Llegó pues Gedeón, y los cien varones que llevaba consigo, al principio del campamento, al principio de la vela del medio, despertando solamente los guardias; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos.
Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián: ¿y qué pude yo hacer como vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.
Ahora pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si lo habéis hecho bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos;
para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera a ponerse sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los señores de Siquem que corroboraron las manos de él para matar a sus hermanos.
de los de Sidón, de Amalec, y de Maón, y clamando a mí os he librado de sus manos?
Y Jefté hizo voto al SEÑOR, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo, teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no me defendisteis de sus manos.
Y su mujer le respondió: Si el SEÑOR nos quisiera matar, no tomaría de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni según el tiempo nos habría anunciado esto.
Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando llegó a su padre y a su madre, les dio también a ellos que comiesen; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo muerto del león.
Y ellos le respondieron, diciendo: No; solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, y le hicieron venir de la peña.
Y cuando vino hasta Lehi, los filisteos le salieron a recibir con alarido; y el espíritu del SEÑOR cayó sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos.
Entonces los príncipes de los filisteos se juntaron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón su dios, y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.
Y viéndolo el pueblo, loaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.
Cuando allá llegaréis, vendréis a una gente segura, y a una tierra de ancho asiento; pues que Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa que sea en la tierra.
Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa, y salió para ir su camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.
¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de las manos de estos dioses fuertes? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto.
Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca del SEÑOR; y la cabeza de Dagón, y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.
Los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de manos de ellos.
Mas si nos dijeren así: Subid a nosotros; entonces subiremos, porque el SEÑOR los ha entregado en nuestras manos; y esto nos será por señal.
Y subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, y tras él su paje de armas; y a los que caían delante de Jonatán, su paje de armas que iba tras él, los mataba.
Y sabrá toda esta congregación que el SEÑOR no salva con espada y lanza; porque del SEÑOR es la guerra, y él os entregará en nuestras manos.
Y Saúl dijo: Decid así a David: No está el contentamiento del rey en la dote, sino en cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Mas Saúl pensaba echar a David en manos de los filisteos.
Y mudó su habla delante de ellos, y fingió ser loco entre las manos de ellos, y escribía en las portadas de las puertas, dejando correr su saliva por su barba.
Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Cercad y matad a los sacerdotes del SEÑOR; porque también la mano de ellos es también con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Mas los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes del SEÑOR.
Entonces David volvió a consultar al SEÑOR. Y el SEÑOR le respondió, y dijo: Levántate, desciende a Keila, que yo entregaré en tus manos a los filisteos.
Y fue dicho a Saúl como David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha traído a mis manos; porque él está encerrado, habiéndose metido en ciudad con puertas y cerraduras.
¿Me entregarán los señores de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como tu siervo tiene oído? SEÑOR Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y el SEÑOR dijo: Sí , descenderá.
Dijo luego David: ¿Me entregarán los señores de Keila a mí y a los varones que están conmigo en manos de Saúl? Y el SEÑOR respondió: Te entregarán.
Y David se estaba en el desierto en peñas, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, mas Dios no lo entregó en sus manos.
Entonces los de David le dijeron: He aquí el día que te ha dicho el SEÑOR: He aquí que yo entrego tu enemigo en tus manos, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla de la ropa de Saúl.
He aquí han visto hoy tus ojos cómo el SEÑOR te ha puesto hoy en mis manos en esta cueva; y dijeron que te matase, mas te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque ungido es del SEÑOR.
Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome el SEÑOR puesto en tus manos.
Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tus manos; ahora, pues, lo heriré presto con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no segundaré.
Y dijo David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl se deje de mí, y no me ande buscando más por todos los términos de Israel, y así me escaparé de sus manos.
Y el SEÑOR entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana seréis conmigo, tú y tus hijos; y aun el campamento de Israel entregará el SEÑOR en manos de los filisteos.
Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a aquel ejército? Y él dijo: Hazme juramento por Dios que no me matarás, ni me entregarás en las manos de mi amo, y yo te llevaré al ejército.
Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado el SEÑOR; el cual nos ha guardado, y ha entregado en nuestras manos el ejército que vino sobre nosotros.
Esfuércense pues ahora vuestras manos, y sed valientes; pues que muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos.
Y se enojó Abner en gran manera por las palabras de Is-boset, y dijo: ¿Soy yo cabeza de perros respecto de Judá? Yo he hecho hoy misericordia con la casa de Saúl tu padre, con sus hermanos, y con sus amigos, y no te he entregado en las manos de David; ¿y tú me haces hoy cargo del pecado de esta mujer?
Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos. Caíste como los que caen delante de malos hombres. Y todo el pueblo volvió a llorar sobre él.
Luego que oyó el hijo de Saúl que Abner había sido muerto en Hebrón, las manos se le descoyuntaron, y fue atemorizado todo Israel.
¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora pues, ¿no tengo yo de demandar su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra?
Entonces David mandó a los jóvenes, y ellos los mataron, y les cortaron las manos y los pies, y los colgaron sobre el estanque, en Hebrón. Luego tomaron la cabeza de Is-boset, y la enterraron en el sepulcro de Abner en Hebrón.
Entonces consultó David al SEÑOR, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? Y el SEÑOR respondió a David: Ve, porque ciertamente entregaré los filisteos en tus manos.
Entonces Tamar tomó ceniza, y la esparció sobre su cabeza, y rasgó su ropa de colores de que estaba vestida, y puestas sus manos sobre su cabeza, se fue gritando.
Y Ahitofel dijo a Absalón: Entra a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre, y así se esforzarán las manos de todos los que están contigo.
y daré sobre él, que él estará cansado y flaco de manos; lo atemorizaré, y todo el pueblo que está con él huirá, y heriré al rey solo.
Y el hombre dijo a Joab: Aunque yo me pesara en mis manos mil siclos de plata, no extendiera yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros lo oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Ittai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón.
Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea el SEÑOR Dios tuyo, que ha entregado a aquellos hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el rey.
y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los colgaron en el monte delante del SEÑOR; y murieron juntos aquellos siete, lo cuales fueron muertos en el tiempo de la siega, en los primeros días, en el principio de la siega de las cebadas.
Después hubo otra guerra en Gat, donde hubo un varón de grande altura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro en todos; y también era de los hijos del gigante.
Me pagó el SEÑOR conforme a mi justicia; y conforme a la limpieza de mis manos, me dio la paga.
el que enseña mis manos para la pelea, y da que con mis brazos quiebre el arco de acero.
Entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; ruego que yo caiga en la mano del SEÑOR, porque sus miseraciones son muchas, y que no caiga yo en manos de hombres.
Y se puso Salomón delante del altar del SEÑOR, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo,
toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga de su corazón, y extendiere sus manos a esta Casa;
Y fue, que cuando acabó Salomón de orar al SEÑOR toda esta oración y súplica, se levantó de estar de rodillas delante del altar del SEÑOR con sus manos extendidas al cielo;
Pero no quitaré nada de su reino de sus manos, sino que lo pondré por capitán todos los días de su vida, por amor de David mi siervo, al cual yo elegí, y él guardó mis mandamientos y mis estatutos.
Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los dio en manos de los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real.
Entonces tomando Asa toda la plata y oro que había quedado en los tesoros de la Casa del SEÑOR, y los tesoros de la casa real, los entregó en las manos de sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
Y así mismo había sido la palabra del SEÑOR por Jehú, hijo de Hanani, profeta sobre Baasa y sobre su casa, y sobre todo lo malo que hizo a los ojos del SEÑOR, provocándole a ira con las obras de sus manos, para que fuese hecha como la casa de Jeroboam; y sobre la que lo había herido.
Además mañana a estas horas enviaré yo a ti mis siervos, los cuales escudriñarán tu casa, y las casas de tus siervos; y tomarán con sus manos, y llevarán todo lo precioso que tuvieres.
Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ay! que ha llamado el SEÑOR estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque ha juntado el SEÑOR estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
Y esto es cosa ligera en los ojos del SEÑOR; dará también a los moabitas en vuestras manos.
Después subió, y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre los ojos de él, y sus manos sobre las manos de él; así se midió sobre él, y la carne del niño se calentó.
Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos.
Y cuando ellos entraron para hacer sacrificios y holocaustos, Jehú puso fuera ochenta varones, y les dijo: Cualquiera que dejare vivo alguno de aquellos hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida será por la del otro.
Y estaréis alrededor del rey de todas partes, teniendo cada uno sus armas en las manos; y cualquiera que entrare dentro de estos órdenes, sea muerto. Y habéis de estar con el rey cuando saliere, y cuando entrare.
Y los de la guardia se pusieron en orden , teniendo cada uno sus armas en sus manos, desde el lado derecho de la Casa hasta el lado izquierdo, junto al altar y el templo, cerca del rey alrededor.
Sacando luego Joiada al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, y le hicieron rey ungiéndole; y batiendo las manos dijeron: ¡Viva el rey!
Y no se exijía cuentas a los varones en cuyas manos el dinero era entregado, para que ellos lo diesen a los que hacían la obra; porque ellos lo hacían fielmente.
Y dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco como para tirar . Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,
Y desechó el SEÑOR toda la simiente de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.
y que pusieron en el fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y así los destruyeron.
Y sus moradores, cortos de manos, quebrantados y confusos, serán cual hierba del campo, como legumbre verde; heno de los tejados, que antes que venga a madurez es seco.
Y desampararé las reliquias de mi heredad, y las entregaré en manos de sus enemigos; y serán para presa y para despojo a todos sus adversarios;
y que lo pongan en manos de los que hacen la obra, que tienen cargo de la Casa del SEÑOR, y que lo entreguen a los que hacen la obra en la Casa del SEÑOR, para reparar las aberturas de la Casa;
por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira en toda obra de sus manos; y mi furor se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.
Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos se dieron en sus manos, y todos los que con ellos estaban; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque esperaron en él.
Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos en tirar piedras con honda , y saetas con arco, de los hermanos de Saúl de Benjamín.
Y David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón será unido con vosotros; mas si para engañarme en pro de mis enemigos, siendo mis manos sin iniquidad, véalo el Dios de nuestros padres, y demándelo.
Y David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y el SEÑOR le dijo: Sube, que yo los entregaré en tus manos.
Y volvió a haber guerra en Gat, donde hubo un hombre de grande estatura, el cual tenía seis dedos en sus pies y seis dedos en sus manos, en todos veinticuatro; y también era hijo del gigante.
Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia; ruego que yo caiga en la mano del SEÑOR; porque sus misericordias son muchas en extremo, y que no caiga yo en manos de hombres.
y oro para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de manos de los oficiales. ¿Y quién quiere consagrar hoy ofrenda al SEÑOR?
Se puso luego Salomón delante del altar del SEÑOR, delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos.
Porque Salomón había hecho un púlpito de bronce, de cinco codos de largo, y de cinco codos de ancho, y de altura de tres codos, y lo había puesto en medio del atrio; y se puso sobre él, y se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, dijo:
toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, o cualquiera que conociere su aflicción y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos a esta Casa,
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