'También' en la Biblia
- 1.Gé 1:16-Éx 7:11
- 2.Éx 8:18-Números 12:2
- 3.Números 13:28-Jueces 3:31
- 4.Jueces 5:15-1 Reyes 1:46
- 5.1 Reyes 1:48-1 Crónicas 12:18
- 6.1 Crónicas 12:19-Esdras 5:14
- 7.Esdras 6:5-Eclesiastés 1:17
- 8.Eclesiastés 2:1-Jeremías 38:25
- 9.Jeremías 46:14-Zacarías 11:8
- 10.Zacarías 13:2-Lucas 6:14
- 11.Lucas 6:16-Juan 9:40
- 12.Juan 10:15-Hechos 24:15
- 13.Hechos 24:26-1 Corintios 15:18
- 14.1 Corintios 15:21-Filipenses 4:15
- 15.Colosenses 1:6-1 Pedro 3:19
- 16.1 Pedro 4:1-Apocalipsis 17:11
Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que también fue el traidor.
Y al que te hiriere en una mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la capa, no le impidas llevar aun la túnica.
Y como queréis que os hagan los hombres, así también hacedles vosotros:
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué gracia tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.
Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracia tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual también era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.
Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es Éste, que también perdona pecados?
Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de su faz, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir.
Y aconteció que estaba Él orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Y también les dijo: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, e irá a él a media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes,
Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? pues decís que por Belcebú echo yo fuera los demonios.
Porque como Jonás fue señal a los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre a esta generación.
La luz del cuerpo es el ojo; así que cuando tu ojo es sencillo, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es malo, también tu cuerpo está en tinieblas.
Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro?
Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros.
Y Él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que abrumáis a los hombres con cargas pesadas de llevar; mas vosotros ni aun con un dedo las tocáis.
Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos a unos matarán y a otros perseguirán;
Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
Vosotros, pues, también, estad apercibidos; porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.
Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?
Y decía también a la gente: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así.
Dijo también esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.
Y dijo también al que le había convidado: Cuando haces comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que también ellos te vuelvan a convidar, y te sea hecha recompensa.
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y esposa, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él de que había disipado sus bienes.
El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.
Y oían también todas estas cosas los fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de Él.
Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas,
Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Y murió también el rico, y fue sepultado.
Y Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado, y tú atormentado.
porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, para que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.
Porque como el relámpago, que resplandeciendo, alumbra de un extremo al otro bajo del cielo, así también será el Hijo del Hombre en su día.
Y como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.
Asimismo también como fue en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
Así también será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.
Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.
Y les dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros:
Y también le traían los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendían.
Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
E igualmente dijo a éste: Tú también sé sobre cinco ciudades.
Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y matadlos delante de mí.
Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una cosa; respondedme:
Y volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también golpearon, y ultrajándole, le enviaron vacío.
Y volvió a enviar un tercer siervo; y ellos también a éste hirieron, y le echaron fuera.
Y el segundo la tomó como esposa, el cual también murió sin hijos.
Y la tomó el tercero; asimismo también los siete; y murieron sin dejar descendencia.
Y a la postre de todos murió también la mujer.
Y vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos blancas.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó también la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo testamento en mi sangre, que por vosotros es derramada.
Y hubo también entre ellos una disputa, de quién de ellos sería el mayor.
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
Entonces les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.
Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.
Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos.
Pero una criada le vio que estaba sentado al fuego, y observándole, dijo: Éste también con Él estaba.
Y un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.
Y como una hora después, otro afirmó, diciendo: Verdaderamente éste también estaba con Él, porque es galileo.
y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis.
Y luego que supo que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que también estaba en Jerusalén en aquellos días.
Y llevaban también con Él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.
Y el pueblo estaba mirando; y también los príncipes con ellos se burlaban de Él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si Él es el Cristo, el escogido de Dios.
Y los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,
Y había también sobre Él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebreas: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
(Éste, no había consentido con el consejo ni con los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de los judíos, y quien también esperaba el reino de Dios.
Y las mujeres que habían venido con Él desde Galilea también lo acompañaron, y vieron el sepulcro y cómo fue puesto su cuerpo.
Aunque también unas mujeres de entre nosotros nos han asombrado, las cuales antes del amanecer fueron al sepulcro;
y no hallando su cuerpo, vinieron, diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron que Él vive.
Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
Y también Juan bautizaba en Enón, junto a Salim, porque allí había mucha agua; y venían, y eran bautizados.
Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; pues también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que Él hizo en Jerusalén en el día de la fiesta; pues también ellos habían ido a la fiesta.
Por esto, más procuraban los judíos matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios.
Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que Él hace, eso también hace el Hijo igualmente.
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida; así también el Hijo a los que quiere da vida.
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, ellos también entraron en unas barcas y vinieron a Capernaúm, buscando a Jesús.
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, así el que me come, él también vivirá por mí.
Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Queréis iros vosotros también?
Entonces sus hermanos le dijeron: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
Pero cuando sus hermanos habían subido, entonces Él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.
Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?
Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
También está escrito en vuestra ley que el testimonio de dos hombres es verdadero.
Entonces le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.
¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? También los profetas murieron. ¿Quién te haces a ti mismo?
Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Y él les dijo: Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo.
Él les respondió: Ya os lo he dicho antes, y no habéis oído; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?
Entonces algunos de los fariseos que estaban con Él, al oír esto, dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos?
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