'Una' en la Biblia
Pequé, ¿qué te hago yo, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto como blanco tuyo, de modo que soy una carga para mí mismo?
porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
Sus raíces se entretejen junto a una fuente, y se enlazan hasta un lugar pedregoso.
Si quisiere contender con Él, no le podrá responder a una cosa de mil.
Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío Él los consume.
Aquel cuyos pies van a resbalar, es como una lámpara despreciada de aquel que está a sus anchas.
¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una paja seca has de perseguir?
Que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece.
Su cuerda está escondida en la tierra, y hay una trampa para él en la senda.
Vinieron sus ejércitos a una, y atrincheraron contra mí su camino, y acamparon en derredor de mi tienda.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá la luz.
Pero si Él determina una cosa, ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, eso hace.
Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; mas el hombre no entiende.
Si Él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible.
Una vez hablé, mas no responderé: Aun dos veces, pero no añadiré más.
La una se junta con la otra, que viento no entra entre ellas.
Unidas están la una a la otra, están trabadas entre sí, que no se pueden separar.
De sus narices sale humo, como de una olla o caldero que hierve.
Su corazón es firme como una piedra, y fuerte como la muela de abajo.
Hace hervir como una olla el profundo mar, y lo torna como una olla de ungüento.
Y vinieron a él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero, y un zarcillo de oro.