117 casos

'Con' en la Biblia

E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban á llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.

Y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza.

Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que el dolor era muy grande.

O con los príncipes que poseían el oro, Que henchían sus casas de plata.

¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y sin sabiduría.

De día se topan con tinieblas, Y en mitad del día andan á tientas como de noche:

Pues aun con las piedras del campo tendrás tu concierto, Y las bestias del campo te serán pacíficas.

Y sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.

Que están escondidas por la helada, Y encubiertas con nieve;

Por tanto yo no reprimiré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y quejaréme con la amargura de mi alma.

Entonces me quebrantarás con sueños, Y me turbarás con visiones.

¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras estudiadas?

Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa.

Ciertamente que vosotros sois el pueblo; Y con vosotros morirá la sabiduría.

Yo soy uno de quien su amigo se mofa, Que invoca á Dios, y él le responde: Con todo, el justo y perfecto es escarnecido.

Mas yo hablaría con el Todopoderoso, Y querría razonar con Dios.

¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, Y pondré mi alma en mi mano?

Oid con atención mi razonamiento, Y mi denunciación con vuestros oídos.

Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces tú perecer la esperanza del hombre.

¿Disputará con palabras inútiles, Y con razones sin provecho?

Pues haces frente á Dios con tu espíritu, Y sacas tales palabras de tu boca?

Porque cubrió su rostro con su gordura, E hizo pliegues sobre los ijares;

Mas yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.

Abrieron contra mí su boca; Hirieron mis mejillas con afrenta; Contra mí se juntaron todos.

Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, Como con su prójimo!

Oh tú, que despedazas tu alma con tu furor, ¿Será dejada la tierra por tu causa, Y serán traspasadas de su lugar las peñas?

Mi cuero y mi carne se pegaron á mis huesos; Y he escapado con la piel de mis dientes.

Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen en piedra esculpidas para siempre!

Con su estiércol perecerá para siempre: Los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?

Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos; Y sus renuevos delante de sus ojos.

Y estotro morirá en amargura de ánimo, Y no habiendo comido jamás con gusto.

¿Pleitearía conmigo con grandeza de fuerza? No: antes él la pondría en mí.

Allí el justo razonaría con él: Y escaparía para siempre de mi juez.

¿Por qué no fuí yo cortado delante de las tinieblas, Y cubrió con oscuridad mi rostro?

Mas á los fuertes adelantó con su poder: Levantóse, y no se da por segura la vida.

Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios: No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.

He aquí que todos vosotros lo habéis visto: ¿Por qué pues os desvanecéis con fantasía?

Esta es para con Dios la suerte del hombre impío, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.

No puede ser apreciada con oro de Ophir, Ni con onique precioso, ni con zafiro.

No se igualará con ella esmeralda de Ethiopía; No se podrá apreciar con oro fino.

Cuando lavaba yo mis caminos con manteca, Y la piedra me derramaba ríos de aceite!

Si me reía con ellos, no lo creían: Y no abatían la luz de mi rostro.

MAS ahora los más mozos de días que yo, se ríen de mí; Cuyos padres yo desdeñara ponerlos con los perros de mi ganado.

Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, En los cuales había perecido con el tiempo?

Con la grande copia de materia mi vestidura está demudada; Cíñeme como el cuello de mi túnica.

Haste tornado cruel para mí: Con la fortaleza de tu mano me amenazas.

Si anduve con mentira, Y si mi pie se apresuró á engaño,

(Porque desde mi mocedad creció conmigo como con padre, Y desde el vientre de mi madre fuí guía de la viuda;)

Entonces Eliú hijo de Barachêl, Bucita, de la familia de Ram, se enojó con furor contra Job: enojóse con furor, por cuanto justificaba su vida más que á Dios.

Enojóse asimismo con furor contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado á Job.

Ahora bien, Job no enderezó á mí sus palabras, Ni yo le responderé con vuestras razones.

No haré ahora acepción de personas, Ni usaré con hombre de lisonjeros títulos.

He aquí, todas estas cosas hace Dios Dos y tres veces con el hombre;

Para apartar su alma del sepulcro, Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.

Y va en compañía con los que obran iniquidad, Y anda con los hombres maliciosos.

Porque ha dicho: De nada servirá al hombre El conformar su voluntad con Dios.

No carga pues él al hombre más de lo justo, Para que vaya con Dios á juicio.

Mas ahora, porque en su ira no visita, Ni conoce con rigor,

No quitará sus ojos del justo; Antes bien con los reyes los pondrá en solio para siempre, Y serán ensalzados.

Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

He aquí que Dios es excelso con su potencia; ¿Qué enseñador semejante á él?

He aquí que sobre él extiende su luz, Y cobija con ella las raíces de la mar.

Con las nubes encubre la luz, Y mándale no brillar, interponiendo aquéllas.

Después de ella bramará el sonido, Tronará él con la voz de su magnificencia; Y aunque sea oída su voz, no los detiene.

Regando también llega á disipar la densa nube, Y con su luz esparce la niebla.

¿Extendiste tú con él los cielos, Firmes como un espejo sólido?

¿Quién encerró con puertas la mar, Cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre;

¿Sacarás tú á su tiempo los signos de los cielos, O guiarás el Arcturo con sus hijos?

¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,

Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y los terrones se han pegado unos con otros?

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