'Ciudad' en la Biblia
Y queda la hija de Sión como choza en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.
¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel! Llena estuvo de juicio, en ella habitó justicia, mas ahora, homicidas.
Y restituiré tus jueces como al principio, y tus consejeros como de primero: entonces te llamarán Ciudad de Justicia, Ciudad Fiel.
que levantarás este proverbio sobre el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo cesó el opresor, cómo cesó la ciudad del oro!
Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, Filistea: porque humo vendrá del norte, no quedará uno solo en sus asambleas.
Carga de Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será un montón de ruinas.
Y levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino.
En aquel tiempo habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablen la lengua de Canaán, y que juren por Jehová de los ejércitos; una será llamada la ciudad Herez.
Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.
Y tú has visto las brechas de la ciudad de David, que son muchas; y recogisteis las aguas del estanque de abajo.
¿Es ésta vuestra ciudad alegre, cuya antigüedad es de muchos días? Sus pies la llevarán a peregrinar lejos.
Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, canta muchas canciones, para que seas recordada.
Quebrantada está la ciudad de la confusión; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.
En la ciudad quedó desolación, y con destrucción fue herida la puerta.
Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, nunca más será reedificada.
Por esto te glorificará el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas.
En aquel día cantarán este cántico en la tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro.
Porque derribó los que moraban en lugar alto; humilló la ciudad enaltecida, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo.
Porque la ciudad fortificada será desolada, la habitación será abandonada y dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá su majada, y consumirá sus ramas.
¡Ay de Ariel, Ariel, la ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, seguid ofreciendo sacrificios.
Los que hacen pecar al hombre en palabra; los que arman lazo para el que reprende en la puerta de la ciudad, y hacen que se desvíe el justo con vanidad.
Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos; y aun sobre todas las casas de placer en la ciudad de alegría.
Porque los palacios serán abandonados, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se tornarán cuevas para siempre, donde retocen asnos monteses, y ganados hagan majada;
Y cuando caiga el granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida.
Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota.
Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
¿Dónde está el rey de Hamat, y el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena, y de Iva?
Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni lanzará saeta en ella; no vendrá delante de ella con escudo, ni levantará baluarte contra ella.
Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová:
Pues yo ampararé a esta ciudad para salvarla por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo.
Y te libraré, y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé.
Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por recompensa, dice Jehová de los ejércitos.
Porque de la santa ciudad se nombran, y se apoyan en el Dios de Israel. Jehová de los ejércitos es su nombre.
Despierta, despierta, vístete tu fortaleza, oh Sión; vístete tu ropa de hermosura, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo.
Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y se postrarán a las plantas de tus pies todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel.
Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.
Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos.
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