'Propia' en la Biblia
Y los enemigos del hombre serán los de su propia casa.
Y se escandalizaban en Él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y esposa, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra.
El que habla de sí mismo, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, Éste es verdadero, y no hay injusticia en Él.
Y fue notorio a todos los moradores de Jerusalén; de tal manera que aquel campo es llamado en su propia lengua, Acéldama, que significa, campo de sangre.
Y cuando esto fue divulgado, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.
Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación por la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre.
Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer su propia justicia, no se han sujetado a la justicia de Dios.
Unánimes entre vosotros, no altivos; condescended para con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
Uno hace diferencia entre un día y otro; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente seguro en su propia mente.
Mas para evitar fornicaciones, cada varón tenga su propia esposa, y cada mujer tenga su propio marido.
Pero el que está firme en su corazón, y no tiene necesidad, sino que tiene potestad sobre su propia voluntad, y determinó en su corazón el conservarla virgen, bien hace.
Pues al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro está embriagado.
La salutación de Pablo, de mi propia mano.
Así que, cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá de qué gloriarse, sólo en sí mismo, y no en otro,
Mirad cuán grandes letras os he escrito con mi propia mano.
Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y la cuida, como también el Señor a la iglesia;
y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Nadie os prive de vuestra recompensa, afectando humildad y adoración a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,
Porque vosotros, hermanos, habéis seguido el ejemplo de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues vosotros también habéis padecido las mismas cosas de los de vuestra propia nación, como también ellos de los judíos;
La salutación de mi propia mano, de Pablo, que es mi signo en toda epístola: Así escribo.
que gobierne bien su propia casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad
(Porque el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?).
Yo Pablo lo escribí de mi propia mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes además.
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una sola vez en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo con su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído, y seducido.
Pero éstos, como bestias brutas naturalmente nacidas para presa y destrucción, hablan mal de cosas que no entienden, y perecerán en su propia corrupción,
como también en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.
Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que dejaron su propia habitación, los ha reservado bajo oscuridad en cadenas eternas para el juicio del gran día.
fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas erráticas, a las cuales está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre.
y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su propia sangre,