'Soy' en la Biblia
Y fue tras el varón de Dios, y le halló sentado debajo de un alcornoque; y le dijo: ¿Eres tú el varón de Dios que vino de Judá? Y él dijo: Yo soy.
Y el otro le dijo: Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Vuélvele contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua. Pero le mintió.
Y sucedió que cuando Ahías oyó el sonido de sus pies, al entrar ella por la puerta, dijo: Entra, esposa de Jeroboam; ¿por qué te finges otra? Pues yo soy enviado a ti con revelación dura.
Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: He aquí Elías.
Y sucedió que cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías, y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh Jehová, quítame la vida; pues no soy yo mejor que mis padres.
Y el rey de Israel respondió, y dijo: Como tú dices, rey señor mío, yo soy tuyo, y todo lo que tengo.
Y he aquí un profeta se llegó a Acab rey de Israel; y le dijo: Así dice Jehová: ¿Has visto esta grande multitud? he aquí yo te la entregaré hoy en tu mano, para que conozcas que yo soy Jehová.
Acercándose entonces el varón de Dios al rey de Israel, le habló diciendo: Así dice Jehová: Por cuanto los sirios han dicho, Jehová es Dios de las montañas, y no Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, y sabrás que yo soy Jehová.
Y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.
Y Elías respondió, y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y te consuma con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió a él y a sus cincuenta.
Y les respondió Elías, y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y te consuma con tus cincuenta. Y el fuego de Dios descendió del cielo y lo consumió a él y a sus cincuenta.
Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú eres; mi pueblo como tu pueblo; y mis caballos, como tus caballos.
Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo: sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí.
Y entró el rey David, y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, que me has traído hasta este lugar?
Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; mas estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no haya plaga en tu pueblo.
Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? Porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos.
Pero ¿Quién podrá edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no le pueden contener? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique casa, aunque sea sólo para quemar incienso delante de Él?
Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo a Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra.
¿Soy yo el mar, o ballena, para que me pongas guarda?
Pequé, ¿qué te hago yo, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto como blanco tuyo, de modo que soy una carga para mí mismo?
Si soy impío, ¿Para qué, pues, trabajaré en vano?
Tú sabes que no soy impío, y que no hay quien libre de tu mano.
Tú dices: Mi doctrina es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.
También tengo yo entendimiento como vosotros; no soy yo menos que vosotros: ¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y Él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido.
Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; no soy menos que vosotros.
He aquí yo clamo agravio, y no soy oído; doy voces, y no hay juicio.
Y ahora yo soy su canción, y he venido a ser su refrán.
Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo y a la ceniza.
Y respondió Eliú hijo de Baraquel, buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros sois ancianos; por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.
Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho: Yo también del barro soy formado.
Yo soy limpio y sin defecto; y soy inocente, y no hay maldad en mí.
Porque Job ha dicho: Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho.
He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.
Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
Y decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; mas tú oíste la voz de mis súplicas, cuando a ti clamé.
Y saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; di a mi alma: Yo soy tu salvación.
Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuál sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy.
Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor: no calles ante mis lágrimas; porque peregrino soy para contigo, y advenedizo, como todos mis padres.
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; enaltecido seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
Oye, pueblo mío, y hablaré: Escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo.
Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto: Abre bien tu boca, y la llenaré.
Guarda mi alma, porque soy piadoso: Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
Soy contado con los que descienden a la fosa, soy como hombre sin fuerza;
Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades.
Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.
Me voy como la sombra cuando declina; soy sacudido como langosta.
Oh Jehová, en verdad yo soy tu siervo, yo tu siervo, hijo de tu sierva: Tú desataste mis ataduras.
Advenedizo soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.
Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos.
Tuyo soy yo, guárdame; porque he buscado tus mandamientos.
Tu siervo soy yo, dame entendimiento; para que sepa tus testimonios.
Pequeño soy yo y desechado; mas no me he olvidado de tus mandamientos.
Yo soy pacífico: Mas cuando hablo, ellos están por la guerra.
Y por tu misericordia disipa a mis enemigos, y destruye a todos los adversarios de mi alma; porque yo soy tu siervo.
Conmigo está el consejo y la sana sabiduría; yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, y no tengo entendimiento de hombre.
Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable; como las cabañas de Cedar, como las cortinas de Salomón.
No os fijéis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, me hicieron guarda de las viñas, y mi viña, que era mía, no guardé.
Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles.
Yo soy de mi amado, y mi amado es mío: Él apacienta entre los lirios.
Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento.
Yo soy muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Ciertamente son necios los príncipes de Zoán; el consejo de los prudentes consejeros de Faraón, se ha desvanecido. ¿Cómo diréis a Faraón: Yo soy hijo de los sabios, e hijo de los reyes antiguos?
Yo dije: En el medio de mis días iré a las puertas del sepulcro: Privado soy del resto de mis años.
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sión, y a Jerusalén le daré un portador de alegres nuevas.
Porque yo soy Jehová tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador: A Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
No temas, porque yo soy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.
Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí; para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado Dios, ni lo será después de mí.
Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios extraño. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.
Aun antes que hubiera día, yo soy; y no hay quien de mi mano libre. Yo lo haré, ¿quién lo estorbará?
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo; y no me acordaré de tus pecados.
Uno dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.
Así dice Jehová el Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
y te daré los tesoros escondidos, y las riquezas de los lugares secretos; para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, el que te llama por tu nombre.
Yo soy Jehová, y ninguno más hay. No hay Dios fuera de mí. Yo te ceñí, aunque tú no me has conocido;
Porque así dijo Jehová, que creó los cielos, Él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.
No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la simiente de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud.
Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más.
Acordaos de las cosas pasadas desde la antigüedad; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay semejante a mí;
Oye, pues, ahora esto, tú que eres dada a los placeres, la que está sentada confiadamente, la que dice en su corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.
Así dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy Jehová tu Dios, que te enseña para provecho, que te conduce por el camino en que debes andar.
Y reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que me esperan.
Y a los que te oprimen les haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino dulce; y conocerá toda carne que yo Jehová soy tu Salvador, y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, del hijo del hombre, que por heno será contado?
Pero yo soy Jehová tu Dios, que agito el mar y hago rugir sus ondas. Jehová de los ejércitos es su nombre.
Y el hijo del extranjero, que se ha adherido a Jehová, no hable diciendo: Jehová me apartó totalmente de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco.
Y mamarás la leche de los gentiles, el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy tu Salvador, y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú. Éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.
Y yo dije: ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
Y me dijo Jehová: No digas, soy niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
¿Como dices: No soy inmunda, nunca anduve tras los Baales? Mira tu proceder en el valle, reconoce lo que has hecho, dromedaria ligera que entrevera sus caminos;
Y dices: Porque soy inocente, de cierto su ira se desviará de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado.
Ve, y proclama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová, y no haré caer mi ira sobre vosotros; porque misericordioso soy yo, dice Jehová, y no guardaré para siempre el enojo.
Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo: y os tomaré uno de una ciudad, y dos de una familia, y os introduciré en Sión;