'Reino de Dios' en la Biblia
Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Y si por el Espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
Pero os digo, que más liviano trabajo es pasar un cable por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el Reino de Dios.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero. Les dijo Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al Reino de Dios.
Por tanto os digo, que el Reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que hagan el fruto de él.
Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el Evangelio del Reino de Dios,
Y diciendo: El tiempo es cumplido; y el Reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al Evangelio.
Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
Decía además: Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;
También decía: ¿A qué haremos semejante el Reino de Dios? ¿O con qué parábola le compararemos?
También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios que viene con potencia.
Y si tu ojo te hace caer, sácalo: mejor te es entrar al Reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno;
Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el Reino de Dios.
De cierto os digo, que el que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dice a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió a decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios, los que confían en las riquezas!
Más fácil es pasar un cable por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el Reino de Dios.
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios.
José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el Reino de Dios, vino, y osadamente entró a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Y él les dijo: Que también a otras ciudades es necesario que anuncie el Evangelio del Reino de Dios; porque para esto soy enviado.
Y alzando él los ojos a sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres; porque vuestro es el Reino de Dios.
Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; mas el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.
Y aconteció después, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el Evangelio del Reino de Dios, y los doce con él,
Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del Reino de Dios; mas a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
Y los envió a que predicaran el Reino de Dios, y que sanaran a los enfermos.
Y cuando lo entendió el pueblo, le siguió; y él los recibió, y les hablaba del Reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de cura.
Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios.
Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el Reino de Dios.
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mirare atrás, es hábil para el Reino de Dios.
y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
``Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos {en protesta} contra vosotros; empero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado."
Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, cierto el Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Mas procurad el Reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
Y dijo: ¿A qué es semejante el Reino de Dios, y a qué le compararé?
Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el Reino de Dios?
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros ser echados fuera.
Y vendrán otros del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Cuando uno de los que estaban sentados con El {a la mesa} oyó esto, le dijo: ¡Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios!
La ley y los profetas hasta Juan; desde entonces el Reino de Dios es anunciado, y quienquiera se esfuerza a entrar en él.
Y preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el Reino de Dios, les respondió y dijo: El Reino de Dios no vendrá con observación;
ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el Reino de Dios entre vosotros está.
Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no lo impidáis; porque de los tales es el Reino de Dios.
De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Porque más fácil cosa es entrar un cable por el ojo de una aguja, que un rico entrar al Reino de Dios.
Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el Reino de Dios,
Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el Reino de Dios.
Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entended que está cerca el Reino de Dios.
porque os digo que no comeré más de él, hasta que sea cumplido en el Reino de Dios.
Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el Reino de Dios venga.
(el cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el Reino de Dios.
Respondió Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios.
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
a los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo en muchas pruebas, apareciéndoles por cuarenta días, y hablándoles del Reino de Dios.
Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba el Evangelio del Reino de Dios y el Nombre de Jesús el Cristo, se bautizaban hombres y mujeres.
confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permanecieran en la fe, y enseñándoles que es necesario que por muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios.
Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo del Reino de Dios.
Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quienes he pasado predicando el Reino de Dios, verá más mi rostro.
Y habiéndoles señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales declaraba y testificaba el Reino de Dios, procurando persuadirles lo que es de Jesús, el Cristo, por la ley de Moisés y por los profetas, desde la mañana hasta la tarde.
predicando el Reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesús, el Cristo, con toda libertad, sin impedimento.
que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo.
Porque el Reino de Dios no consiste en palabras, sino en virtud.
¿O no sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,
ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción.
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
y Jesús, el que se llama el Justo; los cuales son de la circuncisión, éstos solos son los que me ayudan en el Reino de Dios, y me han sido consuelo.
en testimonio del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del Reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.
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