40 Versículo de la Biblia sobre el humo
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El cual mira á la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.
Que dicen: Estáte en tu lugar, no te llegues á mí, que soy más santo que tú: éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.
Porque no os habéis llegado al monte que se podía tocar, y al fuego encendido, y al turbión, y á la oscuridad, y á la tempestad,
Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo:
Todo el pueblo consideraba las voces, y las llamas, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba: y viéndolo el pueblo, temblaron, y pusiéronse de lejos.
Como es lanzado el humo, los lanzarás: Como se derrite la cera delante del fuego, Así perecerán los impíos delante de Dios.
Y criará Jehová sobre toda la morada del monte de Sión, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas: porque sobre toda gloria habrá cobertura.
Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
Humo subió de su nariz, Y de su boca consumidor fuego; Carbones fueron por él encendidos.
Y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante á esta gran ciudad?
Subió humo de sus narices, Y de su boca fuego consumidor, Por el cual se encendieron carbones.
Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende: Toca los montes, y humeen.
Y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se enternezca tu corazón á causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el furor de la ira de Rezín y del Siro, y del hijo de Remalías.
La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque á victoria el juicio.
Como el vinagre á los dientes, y como el humo á los ojos, Así es el perezoso á los que lo envían.
Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno.
Y sucedió que puesto el sol, y ya obscurecido, dejóse ver un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasó por entre los animales divididos.
Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos: se disiparán como humo.
De sus narices sale humo, Como de una olla ó caldero que hierve.
De estas tres plagas fué muerta la tercera parte de los hombres: del fuego, y del humo, y del azufre, que salían de la boca de ellos.
Masquil de Asaph. ¿POR qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué ha humeado tu furor contra las ovejas de tu dehesa?
Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
Porque mis días se han consumido como humo; Y mis huesos cual tizón están quemados.
Por tanto serán como la niebla de la mañana, y como el rocío de la madrugada que se pasa; como el tamo que la tempestad arroja de la era, y como el humo que de la chimenea sale.
Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran á la bestia y á su imagen, no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la señal de su nombre.
No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo: de generación en generación será asolada, nunca jamás pasará nadie por ella.
No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare: sacará el juicio á verdad.
Entonces una nube cubrió el tabernáculo del testimonio, y la gloria de Jehová hinchió el tabernáculo.
Y COMO Salomón acabó de orar, el fuego descendió de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová hinchió la casa.
Y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios, con las oraciones de los santos.
Jehová no querrá perdonarle; antes humeará luego el furor de Jehová y su celo sobre el tal hombre, y asentaráse sobre él toda maldición escrita en este libro, y Jehová raerá su nombre de debajo del cielo:
Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá la cubierta que está sobre el testimonio, y no morirá.
Y juntáronse los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para mirar estos varones, como el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fué quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado por
Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego: y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera.
Si la obra de alguno fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, mas así como por fuego.
Tomarás también todo el sebo que cubre los intestinos, y el redaño de sobre el hígado, y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y los quemarás sobre el altar.
Aulla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, Filistea: porque humo vendrá de aquilón, no quedará uno solo en sus asambleas.