109 Versículo de la Biblia sobre Soledad
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Y dijo el SEÑOR Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda que esté delante de él.
Padre de huérfanos y defensor de viudas, es Dios en la morada de su santuario; el Dios que hace habitar en familia a los solos; que saca a los aprisionados con grillos; mas los rebeldes habitan en sequedad.
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque se olviden ellas, yo no me olvidaré de ti.
No temas, que yo estoy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Y el SEÑOR es el que va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni te intimides.
Mira que te mando que te esfuerces, y seas valiente; no temas ni desmayes, porque yo el SEÑOR tu Dios estoy contigo en donde quiera que vayas.
Porque mi padre y mi madre me dejaron, y el SEÑOR me recogió.
Cuando pasares por las aguas, yo estaré contigo; y en los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo. Amén.
Sean las costumbres vuestras sin avaricia, contentos de lo presente (porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.) De tal manera que digamos confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me hará el hombre.
pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho cubrir su rostro de vosotros, para no oíros.
Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues, maldito seas tú de la tierra que abrió su boca para recibir la sangre de tu hermano de tu mano: Cuando labrares la tierra, no te volverá a dar su fuerza; fugitivo y vagabundo serás en la tierra.
Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, temió, y se turbó su corazón en gran manera. Y consultó Saúl al SEÑOR; pero el SEÑOR no le respondió, ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
Mas mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. Los dejé por tanto a la dureza de su corazón; caminaron en sus consejos.
Y nadie hay que invoque tu nombre, ni que se despierte para tenerte, por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras iniquidades.
Con sus ovejas y con sus vacas andarán buscando al SEÑOR, y no le hallarán; se apartó de ellos.
Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la ceguedad de su corazón;
diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué se nos da a nosotros? Tú lo verás. Y arrojando las piezas de plata al Templo, salió y fue y se ahorcó.
Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar al pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; mas estas ovejas, ¿qué han hecho? SEÑOR Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no haya plaga en tu pueblo.
Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Miraba a la mano derecha, y observaba; mas no había quién me conociera; no tuve refugio, no había quién volviera por mi vida.
Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estanque; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.
Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
Entonces los escribas y los fariseos le traen una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio,
Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo edificas, sálvate a ti mismo, y desciende del madero. Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.Leer más.
El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora del madero, para que veamos y creamos. También los que estaban colgados de maderos con él le denostaban.
En mi primera defensa ninguno me ayudó, antes me desampararon todos; no les sea imputado.
Mis amigos y mis compañeros se quitaron de delante de mi plaga; y mis cercanos se pusieron lejos.
Has alejado de mí al amigo y al compañero; y mis conocidos has puesto en la tiniebla.
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban fuera a un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda; y había con ella grande compañía de la ciudad.
Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos; los cuales tomaron para sí mujeres de Moab, el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí como diez años. Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, y la mujer quedó sin sus dos hijos y sin su marido.
Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar tuyo, Absalón, hijo mío, hijo mío!
Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso del SEÑOR; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró; y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. El SEÑOR dio, y el SEÑOR quitó; sea el nombre del SEÑOR bendito.
Entonces se cumplió lo que fue dicho por el Señor por el profeta Jeremías, que dijo: Voz fue oída en Ramá, lamentación, lloro y gemido grande; Raquel que llora sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.
Así dijo el SEÑOR: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.
Ahora, la que en verdad es viuda y sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día.
Y saliendo él a tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros.
Y salido él del barco, luego le salió al encuentro un hombre de los sepulcros, con un espíritu inmundo, que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;
Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.
Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día a la puerta del Templo que se llama la Hermosa, para que pidiera \'
Habla a Aarón, y dile: El varón de tu simiente en sus generaciones, en el cual hubiere falta, no se acercará para ofrecer el pan de su Dios. Porque ningún varón en el cual hubiere falta, se acercará: varón ciego, o cojo, o falto, o sobrado,
Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un hombre mudo, endemoniado.
Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo, y le sanó; de tal manera, que el ciego y mudo hablaba y veía.
Y entrando en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos,
Y si en la piel de su carne hubiere mancha blanca, pero no pareciere más hundida que la tez, ni su pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días;
Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen de flujo, y a todo contaminado sobre muerto. Así hombres como mujeres echaréis, fuera del campamento los echaréis; para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito.
Y había cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?
Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una casa apartada, leproso, porque era cortado de la Casa del SEÑOR; y Jotam su hijo tuvo el cargo de la casa real, juzgando al pueblo de la tierra.
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mido la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba.
Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó en ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y el sueño huyó de él.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh SEÑOR, quita mi vida; que no soy yo mejor que mis padres.
La habitación de Dios es eterna, y debajo de brazos eternos; él echará de delante de ti al enemigo, y dirá: Destruye.
Abominé la vida; no quiero vivir para siempre; déjame, pues, que mis días son vanidad.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué bramas contra mí? Espera a Dios; porque aún tengo de alabar a quien es la salud de mi rostro, y el Dios mío.
Pensaré pues para entender esto; es a mis ojos duro trabajo. Hasta que venga al santuario de Dios, entonces entenderé la postrimería de ellos.
¡Ay de mí, madre mía, que me has engendrado hombre de contienda y hombre de discordia a toda la tierra! Nunca les di a interés, ni lo tomé de ellos; y todos me maldicen.
¡Ay de mí! Que he venido a ser como cuando han cogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia, que no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.
Todos los hermanos del pobre le aborrecen; ¡cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la amistad y no la hallará.
Y ella respondió: Vive el SEÑOR Dios tuyo, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en el cántaro, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y aderezarlo para mí y para mi hijo, y que lo comamos, y después nos muramos.
Las riquezas atraen muchos amigos; mas el pobre, de su amigo es apartado.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y le comenzó a faltar. Y fue y se llegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentara los puercos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba.
No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.
Mas Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos son los días del tiempo de mi vida, para que yo suba con el rey a Jerusalén? Yo soy hoy día de edad de ochenta años, que ya no haré diferencia entre lo bueno y lo malo. ¿Tomará gusto ahora tu siervo en lo que comiere o bebiere? ¿Oiré más la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para qué, pues, sería aún tu siervo molesto a mi señor el rey?
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me confortarán.
Me cercaron dolores de muerte, y torrentes de Belial me atemorizaron. Dolores del Seol me rodearon, me previnieron lazos de muerte. En mi angustia llamé al SEÑOR, y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en Cristo, Jesús, Señor nuestro.
Y él respondió: He sentido un vivo celo por el SEÑOR Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada tus profetas; y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
Y mirándole el SEÑOR, le dijo: Ve con ésta tu fortaleza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ahora pues, Señor mío, ¿con qué he de salvar a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.
Antes que te formaras en el vientre te conocí, y antes que salieras de la matriz te aparté, te di por profeta a los gentiles.
Tu camino y tus obras te hicieron esto, ésta tu maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón. ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las telas de mi corazón; mi corazón ruge dentro de mí; no callaré; porque voz de shofar has oído, oh alma mía, alarma de guerra.
Se hallaron tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se llamó sobre mí, oh SEÑOR Dios de los ejércitos. No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía; me senté solo, porque me llenaste de indignación.
Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo; entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
Y dijo a Moisés: Sube al SEÑOR, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. Mas Moisés sólo se acercará al SEÑOR; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él.
Esfuérzate y sé valiente; porque tú harás heredar a este pueblo la tierra por herencia, de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate, y sé muy valiente, para que guardes y hagas conforme a toda mi ley, que Moisés, mi siervo, te mandó; que no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendieres.
Y subiendo Jesús a Jerusalén, tomó sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, y azoten, y cuelguen en un madero; mas al tercer día resucitará.
No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es demasiado pesado.
Entonces el suegro de Moisés le dijo: No haces bien. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.
y además de otras cosas, mi combate de cada día es la solicitud de todas las Iglesias.
Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó con gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Y cuando vino la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena, exclamó Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? Que declarado, quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has dejado? ¿Por qué estás lejos de mi salud, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no oyes; y de noche, y no puedo estar en silencio.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre.
Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue agitado del Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió nada en aquellos días; los cuales pasados, después tuvo hambre.
Y despedida la multitud, subió al monte, apartado, a orar; y cuando llegó la tarde del día, estaba allí solo.
Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle. Mas él, pasando por medio de ellos, se fue.
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis vosotros iros también?
He aquí, la hora viene, y ya es venida, que seréis esparcidos cada uno por su cabo, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Mas tú, cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te pagará en público.
Y apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas detrás del desierto, y vino a Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Angel del SEÑOR en una llama de fuego en medio de un zarzal; y él miró, y vio que el zarzal ardía en fuego, y el zarzal no se consumía.
Y cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía, y se ponía a la puerta del tabernáculo, y el SEÑOR hablaba con Moisés.
Y cuando llegó Eliseo a la casa, he aquí el niño que estaba tendido muerto sobre su cama. Entrando él entonces, cerró la puerta sobre ambos, y oró al SEÑOR.
Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; pero no como yo quiero, sino como tú.
Levantándose muy de mañana, aún muy de noche, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Y luego apuró a sus discípulos a subir en el barco, e ir delante de él a Betsaida en la otra ribera, entre tanto que él despedía la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar.
Yo Juan, vuestro hermano, y participante en la tribulación y en el Reino, y en la paciencia de Jesucristo; estaba en la isla que es llamada Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
Y se quedó Jacob solo, y luchó con él un varón, hasta que el alba subía.
Y seis días después tomó Jesús a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, y los sacó aparte solos a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.
Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó en mí esfuerzo; antes mi fuerza se me trocó en desmayo, sin retener vigor alguno.
Conozco un hombre en el Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre, (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que el hombre no puede decir.
Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque había muchos que iban y venían, que aun no tenían lugar de comer. Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
Sean las costumbres vuestras sin avaricia, contentos de lo presente (porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.)
Tópicos sobre Soledad
la soledad y la depresión
Eclesiastés 1:18Porque en la mucha sabiduría hay mucha tristeza; y quien añade ciencia, añade dolor.