'Dije' en la Biblia
Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Cierto no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer.
Y fue que, cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la misericordia que tú me harás, que en todos los lugares donde llegáremos, digas de mí: Mi hermano es.
Y yo dije: Por ventura no querrá venir en pos de mí la mujer.
Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, si tú prosperas ahora mi camino por el cual yo ando,
Y antes que acabara de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y yo le dije: Te ruego que me des a beber.
Entonces le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel, hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente sobre su nariz, y brazaletes sobre sus manos;
Y llamó Abimelec a Isaac, y dijo: He aquí ella es de cierto tu mujer; ¿cómo, pues, dijiste: Es mi hermana? E Isaac le respondió, porque dije: Por ventura moriré por causa de ella.
Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.
Y Jacob respondió, y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues dije, por ventura me robarías tus hijas.
Y José les dijo: Es tal como os dije: sois espías.
Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis ofensa contra el joven; y no escuchasteis? He aquí también su sangre es requerida.
el uno salió de mi lado, y dije: `Seguro que ha sido despedazado', y no lo he visto desde entonces.
Y yo les dije: ``El que tenga oro, que se lo quite." Y me {lo} dieron, y lo eché al fuego y salió este becerro.
Por tanto dije a los hijos de Israel: ``Ninguna persona entre vosotros comerá sangre; tampoco comerá sangre ningún forastero que reside entre vosotros."
Porque {en cuanto a la} vida de toda carne, su sangre es su vida. Por tanto, dije a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre; cualquiera que la coma será exterminado.
Pero Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te dije que todo lo que el SEÑOR habla, eso debo hacer?
Huye, por tanto, ahora a tu lugar; yo dije que te honraría, mas he aquí que el SEÑOR te ha privado de honra.
Y Balaam dijo a Balac: `` ¿No les hablé yo también a los mensajeros que me enviaste y les dije:
``En aquella ocasión di órdenes a sus jueces y les dije: `Oigan {los pleitos} entre sus hermanos, y juzguen justamente entre un hombre y su hermano, o el extranjero que está con él.
Entonces os dije: Habéis llegado al monte del amorreo, el cual el SEÑOR nuestro Dios nos da.
Entonces os dije: No temáis, ni tengáis miedo de ellos.
Y oré al SEÑOR, y dije: ``Oh Señor DIOS, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que tú has redimido con tu grandeza, que tú has sacado de Egipto con mano fuerte.
Dije: Los quebrantará en pedazos, haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos,
Todo lugar que pise la planta de vuestro pie os he dado, tal como dije a Moisés.
Y El ángel de Jehová subió de Gilgal á Bochîm, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado á vuestros padres; y dije: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros;
Por tanto yo también dije: No los echaré de delante de vosotros, sino que os serán por azote para vuestros costados, y sus dioses por tropezadero.
Y os dije: Yo soy el SEÑOR vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; mas no oísteis mi voz.
Y el ángel del SEÑOR respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije.
Y Samuel miró a Saúl, y el SEÑOR le dijo: He aquí éste es el varón del cual te dije; éste señoreará a mi pueblo.
Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardaras aparte.
Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti, y come; porque para este tiempo se guardó para ti, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.
me dije: Los filisteos descenderán ahora contra mí a Gilgal, y yo no he rogado la faz del SEÑOR. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.
He aquí han visto hoy tus ojos cómo el SEÑOR te ha puesto hoy en mis manos en esta cueva; y dijeron que te matara, mas te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque ungido es del SEÑOR.
Y cuando él miró atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí.
Y él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que, si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.
Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te dije que no profetizaría lo bueno acerca de mí, sino lo malo?
Y cuando volvieron a él, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fuerais?
Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo, que no te burlaras?
Cocimos, pues, mi hijo, y le comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido su hijo.
Y el SEÑOR dijo: También quitaré a Judá de mi presencia, como he quitado a Israel. Y desecharé a esta ciudad que yo había escogido, a Jerusalén, y al templo del cual dije: ``Mi nombre estará allí."
Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te dije que no profetizaría lo bueno acerca de mí, sino lo malo?
Y les dije: Vosotros sois santidad al SEÑOR, y los vasos son santidad; y la plata y el oro ofrenda voluntaria al SEÑOR, Dios de nuestros padres.
y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti; porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestra culpa ha crecido hasta el cielo.
Y dije: Te ruego, oh SEÑOR, Dios de los cielos, fuerte, grande, y terrible, que guardas el pacto y la misericordia a los que te aman y guardan tus mandamientos;
Y dije al rey: El rey viva para siempre. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas del fuego?
y dije al rey: Si al rey place, y si agrada tu siervo delante de ti, que me envíes a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.
Además dije al rey: Si al rey place, que se me den cartas para los capitanes del otro lado del río, que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá;
Y les dije: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas del fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no seamos más en oprobio.
Y les volví respuesta, y les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos; porque vosotros no tenéis parte, ni justicia, ni memoria en Jerusalén.
Después miré, y me levanté, y dije a los principales y a los magistrados, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor grande y terrible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
Y dije a los principales, y a los magistrados y al resto del pueblo: La obra es grande y larga, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos los unos de los otros.
También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado se quede dentro de Jerusalén, y hágannos de noche centinela, y de día a la obra.
Entonces lo medité para conmigo, y reprendí a los principales y a los magistrados, y les dije: ¿Tomáis cada uno usura de vuestros hermanos? Y convoqué contra ellos una gran asamblea.
Y les dije: Nosotros rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a los gentiles, conforme a la facultad que había en nosotros, ¿y vosotros aun vendéis a vuestros hermanos, y serán vendidos a nosotros? Y callaron, pues no tuvieron qué responder.
Y dije: No está bien lo que hacéis, ¿no andaréis en temor de nuestro Dios, por no ser el oprobio de los gentiles enemigos nuestros?
Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su hacienda a todo varón que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió toda la congregación: ¡Amén! Y alabaron al SEÑOR. Y el pueblo hizo conforme a esta promesa.
Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién hay como yo que entre al templo y viva? No entraré.
y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aun con los guardas presentes, cierren las puertas, y atrancad. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su guardia, y cada uno delante de su casa.
y dije que limpiaran las cámaras, e hice volver allí las alhajas de la Casa de Dios, el presente y el incienso.
Y reprendí a los magistrados, y dije: ¿Por qué está la Casa de Dios desamparada? Y los junté, y los puse en su lugar.
Y reprendí a los señores de Judá, y les dije: ¿Qué mala cosa es ésta que vosotros hacéis, profanando así el día del sábado?
Sucedió pues, que cuando la sombra llegó a las puertas de Jerusalén antes del sábado, dije que se cerraren las puertas, y ordené que no las abrieran hasta después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que en día de sábado no entraran carga.
Y les protesté, y les dije: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde entonces no vinieron en sábado.
Y dije a los levitas que se purificaran, y vinieran a guardar las puertas, para santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia.
Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
Por tanto yo dije: Escuchadme; declararé yo también mi conocimiento.
y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, y allí parará el orgullo de tus ondas.
Yo dije al SEÑOR: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti.
Y dije yo en mi prosperidad: No seré jamás conmovido;
Mas yo en ti confié, oh SEÑOR; yo dije: Dios mío eres tú.
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Confesaré, dije, contra mí mis rebeliones al SEÑOR; y tú perdonarás la maldad de mi pecado. (Selah.)
Porque dije: Que no se alegren de mí; ni cuando mi pie resbalare, se engrandezcan sobre mí.
Yo dije: Miraré por mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, entre tanto que el impío fuere contra mí.
Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba, se encendió el fuego; {entonces} dije con mi lengua:
Entonces dije: He aquí, vengo; en el envoltorio del libro está escrito de mí:
Yo dije: SEÑOR, ten misericordia de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado.
Y dije: ¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.
Dije a los locos: No os infatuéis; y a los impíos: No levantéis el cuerno.
Y dije: Enfermedad mía es ésta; me acordaré de los años de la diestra del Altísimo,
Yo dije: Vosotros sois dioses. Y todos vosotros hijos del Altísimo.
Porque dije: Para siempre será edificada misericordia en los cielos; en ellos afirmarás tu verdad.
Cuarenta años combatí con la nación, y dije: Pueblo es que yerra de corazón, que no han conocido mis caminos.
Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días; por generación de generaciones son tus años.
Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.
CHET Mi porción, oh SEÑOR, dije, será guardar tus palabras.
Dije al SEÑOR: Tú eres mi Dios; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis súplicas.
Clamé a ti, oh SEÑOR, Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes.
Yo me dije: He aquí, yo he engrandecido y aumentado la sabiduría más que todos los que estuvieron antes de mí sobre Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y conocimiento.
Dije yo también en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al loco me sucederá también a mí. ¿Para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque hay un tiempo determinado de juzgar a toda voluntad y sobre todo lo que se hace.
Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los puede manifestar, y es para ver que ellos son bestias los unos a los otros.
Todo esto probé con sabiduría, {y} dije: Seré sabio; pero eso estaba lejos de mí.
Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fortaleza; aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?
Yo dije: Subiré a la palma, me asiré de sus ramas. Y tus pechos serán ahora como racimos de vid, y el aliento de tu nariz como de manzanas;
Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, el SEÑOR de los ejércitos.
Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas, y sin morador, ni hombre en las casas, y la tierra sea tornada en desierto;
Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo.
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