205 casos en 6 traducciones

'La' en la Biblia

En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la cercó.

Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los vasos de la Casa de Dios, y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios; y metió los vasos en la casa del tesoro de su dios.

Entonces el rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que trajera de los hijos de Israel {a algunos} de la familia real y de los nobles,

muchachos en quienes no hubiera tacha alguna, y de buen parecer, y enseñados en toda sabiduría, y sabios en ciencia, y de buen entendimiento, y que tuvieran fuerzas para estar en el palacio del rey; y que les enseñara las letras y la lengua de los caldeos.

Y les señaló el rey ración para cada día de la ración de la comida del rey, y del vino de su beber; y que los criara tres años, para que al fin de ellos estuvieran delante del rey.

Parezcan luego delante de ti nuestros rostros, y los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey; y según que vieres, harás con tus siervos.

Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más gordo de carne, que los otros muchachos que comían de la ración de la comida del rey.

Así, fue que Melsar tomaba la ración de la comida de ellos, y el vino de su beber, y les daba legumbres.

Y los caldeos hablaron al rey en siriaco: Rey, para siempre vive: di el sueño a tus siervos, y mostraremos la declaración.

El rey respondió y dijo a los caldeos: El negocio se me fue de la memoria; si no me mostráis el sueño y su declaración, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán puestas por muladares.

Respondieron la segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos su declaración.

El rey respondió, y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el negocio se me ha ido de la memoria.

que si no me declaráis el sueño, hay una sola sentencia para vosotros. Porque os habéis concertado para hablar delante de mí palabras falsas y perversas hasta que cambie la situación. Por tanto, decidme el sueño para que yo sepa que me podéis dar su interpretación.

Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el negocio del rey. Además de esto, ningún rey, príncipe, ni señor, preguntó cosa semejante a ningún mago, ni astrólogo, ni caldeo.

Finalmente, el negocio que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los ángeles de Dios cuya morada no es con la carne.

A causa de esto el rey se indignó y se enfureció en gran manera y dio la orden de que mataran a todos los sabios de Babilonia.

Y se publicó el mandamiento y los sabios eran llevados a la muerte y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.

Entonces Daniel habló avisada y prudentemente a Arioc, capitán de los de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.

Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa por la cual este mandamiento se publica de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc declaró el negocio a Daniel.

Y Daniel entró, y pidió al rey que le diera tiempo, y que él mostraría al rey la declaración.

Después de esto Daniel entró a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia; fue, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame delante del rey, que yo le mostraré al rey la declaración.

Entonces Arioc llevó prestamente a Daniel delante del rey, y le dijo así: Un varón de los transportados de Judá he hallado, el cual declarará al rey la interpretación.

Y a mí me ha sido revelado este misterio, no por sabiduría que en mí haya, más que en todos los vivientes, sino para que yo notifique al rey la declaración, y que entendieras los pensamientos de tu corazón.

``Usted, oh rey, tuvo una visión en la que {había} una gran estatua. Esa estatua {era} enorme y su brillo extraordinario; estaba en pie delante de usted y su aspecto {era} terrible.

La cabeza de esta imagen era de fino oro; sus pechos y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;

Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con manos, la cual hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.

Entonces fue también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano; y los levantó el viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió a la imagen, fue hecha un gran monte, que llenó toda la tierra.

Este es el sueño; la declaración de él diremos también en presencia del rey.

y dondequiera que habiten los hijos de los hombres, las bestias del campo o las aves del cielo, El los ha entregado en tu mano y te ha hecho soberano de todos ellos; tú eres la cabeza de oro.

Y después de ti se levantará otro reino menor que tú; y otro tercer reino de bronce, el cual se enseñoreará de toda la tierra.

Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será diviso; y habrá en él algo de fortaleza de hierro, de la manera que viste el hierro mezclado con el tiesto de barro.

De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, que no con manos, desmenuzó al hierro, al bronce, al tiesto, a la plata, y al oro; el Dios grande mostró al rey lo que ha de acontecer en lo por venir: y el sueño es verdadero, y fiel su declaración.

Entonces el rey magnificó a Daniel, y le dio muchos y grandes dones, y lo puso por gobernador de toda la provincia de Babilonia, y por príncipe de los gobernadores sobre todos los sabios de Babilonia.

Y Daniel solicitó del rey, y él puso sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac, y Abed-nego; y Daniel estaba a la puerta del rey.

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, la altura de la cual era de sesenta codos, su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

Y envió el rey Nabucodonosor a juntar los grandes, los asistentes y capitanes, jueces, tesoreros, los del concejo, presidentes, y a todos los gobernadores de las provincias, para que vinieran a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

Fueron, pues, reunidos los grandes, los asistentes y capitanes, los oidores, receptores, los del concejo, los presidentes, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento musical, os postraréis y adoraréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado:

y cualquiera que no se postrare y la adorare, en la misma hora será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, todos los pueblos, naciones, y lenguas, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Tú, oh rey, pusiste ley que todo hombre al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento musical, se postrara y adorara la estatua de oro:

y el que no se postrara y la adorara, fuera echado dentro del horno de fuego ardiendo.

Hay unos varones judíos, los cuales tú pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia; Sadrac, Mesac, y Abed-nego; estos varones, oh rey, no han hecho cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que tú levantaste.

Habló Nabucodonosor, y les dijo: ¿Es verdad Sadrac, Mesac, y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que yo levanté?

Ahora, pues, ¿estáis prestos para que oyendo el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento de música, os postréis, y adoréis la estatua que yo hice? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio del horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

Entonces Nabucodonosor fue lleno de ira, y se demudó la figura de su rostro sobre Sadrac, Mesac, y Abed-nego; habló, y mandó que el horno se encendiera siete veces más de lo que cada vez solía.

Porque la palabra del rey daba prisa, y había procurado que se encendiera mucho, la llama del fuego mató a aquellos hombres que habían alzado a Sadrac, Mesac, y Abed-nego.

Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y habló y dijo: Sadrac, Mesac, y Abed-nego, siervos del alto Dios, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac, y Abed-nego, salieron de en medio del fuego.

Habló Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego que ha enviado a su ángel y ha librado a sus siervos que, confiando en El, desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún {otro} dios excepto a su Dios.

Entonces el rey ennobleció a Sadrac, Mesac, y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones, y lenguas, que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada:

Por lo cual yo puse mandamiento para hacer venir delante de mí todos los sabios de Babilonia, que me mostraran la declaración del sueño.

Las visiones de mi cabeza en mi cama eran: Me parecía que veía un árbol en medio de la tierra, cuya altura era grande.

Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su altura llegaba hasta el cielo, y su vista hasta el cabo de toda la tierra.

Su copa era hermosa, y su fruto en abundancia, y para todos había en él mantenimiento. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y toda carne se mantenía de él.

Mas el tronco de sus raíces dejaréis en la tierra, y con atadura de hierro y de bronce quede atado en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y su parte sea con las bestias en la hierba de la tierra.

Yo el rey Nabucodonosor vi este sueño. Tú pues, Beltasar, dirás la declaración de él, porque todos los sabios de mi reino nunca pudieron mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque hay en ti espíritu del santo Dios.

El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y que su altura llegaba hasta el cielo, y su vista por toda la tierra;

tú mismo eres, oh rey, que creciste, y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza, y ha llegado hasta el cielo, y tu señorío hasta el cabo de la tierra.

Y en cuanto a lo que vio el rey, un centinela y santo que descendía del cielo, y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas el tronco de sus raíces dejaréis en la tierra, y con atadura de hierro y de bronce quede atado en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y su parte sea con las bestias del campo, hasta que pasen sobre él siete tiempos:

Esta es la declaración, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre el rey mi señor:

Y lo que dijeron, que dejaran en la tierra el tronco de las raíces del mismo árbol; tu reino se te quedará firme, para que entiendas que el señorío es en los cielos.

Doce meses después, paseándose por la azotea del palacio real de Babilonia,

habló el rey, y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia, que yo edifiqué para casa del reino, con la fuerza de mi fortaleza, y para gloria de mi grandeza?

En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se bañaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como de águila, y sus uñas como de aves.

En el mismo tiempo mi sentido me fue vuelto, y torné a la majestad de mi reino; mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis grandes me buscaron; y fui restituido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.

Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del Templo de la Casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron con ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.

En aquella misma hora salieron unos dedos de una mano de hombre, y escribían delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la palma de la mano que escribía.

Entonces el rey se demudó de su color, y sus pensamientos lo turbaron, y se desataron las ceñiduras de sus lomos, y sus rodillas se batían la una con la otra.

Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, y no pudieron leer la escritura, ni mostrar al rey su declaración.

La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete. Habló la reina, y dijo: Rey, para siempre vive, no te asombren tus pensamientos, ni tus colores se demuden;

Hay un hombre en tu reino en quien está el espíritu de los dioses santos; y en los días de tu padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los dioses. Y tu padre, el rey Nabucodonosor, tu padre el rey, lo nombró jefe de los magos, encantadores, caldeos y adivinos,

por cuanto fue hallado en él mayor espíritu, conocimiento, y entendimiento, declarando sueños, desatando preguntas, y soltando dudas, es a saber, en Daniel; al cual el rey puso por nombre Beltasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te mostrará la declaración.

Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y habló el rey, y dijo a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?

Y ahora fueron traídos delante de mí, sabios, astrólogos, que leyeran esta escritura, y me mostraran su declaración, pero no han podido mostrar la declaración del negocio.

Mas yo he oído decir de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas difíciles. Ahora, si puedes leer la inscripción y darme a conocer su interpretación, serás vestido de púrpura y {llevarás} un collar de oro al cuello, y tendrás autoridad como tercero en el reino.

Entonces Daniel respondió, y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y tus presentes dalos a otro. La escritura yo la leeré al rey, y le mostraré la declaración.

El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino, y la grandeza, y la gloria, y la hermosura:

y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones, y lenguas, temblaban y temían delante de él. A los que él quería mataba, y a los que quería daba vida; a los que quería engrandecía, y a los que quería humillaba.

Entonces de su presencia fue enviada la palma de la mano que esculpió esta escritura.

Y la escritura que esculpió es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.

Entonces estos varones dijeron: Nunca hallaremos contra este Daniel ocasión alguna, si no la hallamos contra él en la ley de su Dios.

Ahora, oh rey, confirma el edicto, y firma la escritura, para que no se pueda mudar, conforme a la ley de Media y de Persia, que no se quebranta.

Por esta causa el rey Darío firmó la escritura y el edicto.

Fueron luego, y hablaron delante del rey acerca del edicto real: ¿No confirmaste edicto que cualquiera que pidiere a cualquier dios u hombre por espacio de treinta días, sino a ti, oh rey, fuera echado en el foso de los leones? Respondió el rey y dijo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, que no se quebranta.

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