135 casos en 6 traducciones

'Mano' en la Biblia

Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le echa mano, y la levanta?

Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y fue restituida sana como la otra.

Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, {lo} ahogaba, diciendo: ``Paga lo que debes."

Y él les dice: A la verdad mi vaso beberéis, y del bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; mas el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a los que está aparejado por mi Padre.

y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron.

Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me ha de entregar.

Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

Y he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó una oreja.

Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la fiebre, y les servía.

Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.

Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.

Y mirándolos alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de sus corazones, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió; y su mano fue restituida sana como la otra.

Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talita cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, a ti te digo, levántate.

Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.

Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.

Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.

Y entradas en el sepulcro, vieron un joven sentado a la mano derecha, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.

Entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero; sé limpio. Y luego la lepra se fue de él.

Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca.

Mas él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él levantándose, se puso en pie.

Y mirándolos a todos alrededor, dice al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restituida sana como la otra.

Y él, echados todos fuera, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.

Pero ellos guardaron silencio. Y El, tomándolo {de la mano,} lo sanó y lo despidió.

Mas el padre dijo a sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies.

Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán, entre-gándoos a las sinagogas y a las cárceles, siendo llevados a los reyes y a los gobernadores por causa de mi nombre.

Y algunos de ellos querían prenderle, pero nadie le echó mano.

Y Jesús les dice: Echad la red a la mano derecha del navío, y hallaréis. Entonces la echaron, y no la podían en ninguna manera sacar, por la multitud de los peces.

Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano; mas ellos no lo habían entendido así.

A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? A éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del ángel que le apareció en la zarza.

Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,

y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.

Y EN el mismo tiempo el rey Herodes echó mano á maltratar algunos de la iglesia.

Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de los judíos que me esperaba.

Y él haciéndoles con la mano señal de que callaran, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.

Ahora pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y quedarás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. Y luego cayeron en él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quién le diera la mano.

Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dice: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:

y escribir por mano de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de los gentiles que están en Antioquía, y en Siria, y en Cilicia, salud:

Entonces todos ellos le echaron mano a Sóstenes, el oficial de la sinagoga, y lo golpeaban frente al tribunal, pero Galión no hacía caso de nada de esto.

Y Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo,

Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería dar razón al pueblo.

Y como avistamos a Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y vinimos a Tiro, porque el barco había de descargar allí su carga.

Y cuando estaban para acabarse los siete días, unos judíos de Asia, como le vieron en el Templo, alborotaron todo el pueblo y le echaron mano,

Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:

Y como yo no veía a causa de la claridad de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco.

Y el tribuno, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme?

Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó a dar razón por sí, diciendo:

Entonces Pablo habiendo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano.

Y cuando los bárbaros vieron la bestia venenosa colgando de su mano, decían los unos a los otros: Ciertamente este hombre es homicida, que escapado del mar, el castigo no lo deja vivir.

{Pablo,} sin embargo, sacudiendo {la mano,} arrojó el animal al fuego y no sufrió ningún daño.

Al solo Dios sabio, sea gloria por Jesucristo para siempre. Amén. Epístola del apóstol Pablo a los romanos. Escrita desde Corinto por mano de Tercio, y enviada con Febe, sierva de la iglesia en Cencrea.

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