118 casos

'Oídos' en la Biblia

Abimelec se levantó muy de mañana, llamó a todos sus siervos y relató todas estas cosas a oídos de ellos; y los hombres se atemorizaron en gran manera.

Efrón estaba sentado entre los hijos de Het; y Efrón hitita respondió a Abraham a oídos de los hijos de Het {y} de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo:

y habló a Efrón a oídos del pueblo de aquella tierra, diciendo: Te ruego que me oigas; te daré el precio del campo; acépta{lo} de mí, para que pueda sepultar allí a mi difunta.

Y oyó Abraham a Efrón; y Abraham pesó a Efrón la plata que {éste} había mencionado a oídos de los hijos de Het: cuatrocientos siclos de plata, medida comercial.

Entonces Judá se le acercó, y dijo: Oh señor mío, permite a tu siervo hablar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu ira contra tu siervo, pues tú eres como Faraón mismo.

Luego tomó el libro del pacto y {lo} leyó a oídos del pueblo, y ellos dijeron: Todo lo que el SEÑOR ha dicho haremos y obedeceremos.

Y di al pueblo: ``Consagraos para mañana, y comeréis carne, pues habéis llorado a oídos del SEÑOR, diciendo: ` ¿Quién nos diera a comer carne! Porque nos iba mejor en Egipto.' El SEÑOR, pues, os dará carne y comeréis.

Diles: ``Vivo yo" --declara el SEÑOR-- ``{que} tal como habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros.

Y comenzó su profecía, y dijo: Levántate, Balac, y escucha; dame oídos, hijo de Zipor.

Entonces llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, oh Israel, los estatutos y ordenanzas que hablo hoy a vuestros oídos, para que los aprendáis y pongáis por obra.

cuando todo Israel venga a presentarse delante del SEÑOR tu Dios en el lugar que El escoja, leerás esta ley delante de todo Israel, a oídos de ellos.

Reunid ante mí a todos los ancianos de vuestras tribus y a vuestros oficiales, para que hable estas palabras a sus oídos, y ponga a los cielos y a la tierra como testigos en su contra.

Entonces habló Moisés a oídos de toda la asamblea de Israel las palabras de este cántico hasta terminarlas.

Entonces llegó Moisés y habló todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él, con Josué, hijo de Nun.

``Huirá a una de estas ciudades, se presentará a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a oídos de los ancianos de la ciudad; {éstos} lo llevarán con ellos dentro de la ciudad y le darán un lugar para que habite en medio de ellos.

Ahora pues, proclama a oídos del pueblo, diciendo: ``Cualquiera que tenga miedo y tiemble, que regrese y parta del monte Galaad." Y veintidós mil personas regresaron, pero quedaron diez mil.

Hablad ahora a oídos de todos los habitantes de Siquem: `` ¿Qué es mejor para vosotros, que todos los hijos de Jerobaal, setenta hombres, reinen sobre vosotros, o que reine sobre vosotros un solo hombre?" Además, acordaos que yo soy hueso vuestro y carne vuestra.

Y los parientes de su madre hablaron todas estas palabras por él a oídos de todos los habitantes de Siquem; y ellos se inclinaron a seguir a Abimelec, porque dijeron: Es pariente nuestro.

Y él dijo a su madre: Las mil cien {piezas} de plata que te quitaron, acerca de las cuales proferiste una maldición a mis oídos, he aquí, la plata está en mi poder; yo la tomé. Y su madre dijo: Bendito sea mi hijo por el SEÑOR.

Y el SEÑOR dijo a Samuel: He aquí, estoy a punto de hacer una cosa en Israel la cual hará retiñir ambos oídos a todo aquel que la oiga.

Después que Samuel escuchó todas las palabras del pueblo, las repitió a oídos del SEÑOR.

Entonces los mensajeros fueron a Guibeá de Saúl y hablaron estas palabras a oídos del pueblo, y todo el pueblo alzó la voz y lloró.

Pero Samuel dijo: ¿Qué es este balido de ovejas en mis oídos y el mugido de bueyes que oigo?

Y los siervos de Saúl hablaron estas palabras a oídos de David. Pero David dijo: ¿Os parece poca cosa llegar a ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de poca estima?

Habló también Abner a oídos de {los de} Benjamín; Abner además fue a hablar a oídos de David en Hebrón de todo lo que parecía bien a Israel y a toda la casa de Benjamín.

Oh Señor DIOS, por eso tú eres grande; pues no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.

Respondió el hombre a Joab: Aunque yo recibiera mil {piezas} de plata en la mano, no extendería la mano contra el hijo del rey; porque ante nuestros oídos el rey te ordenó a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: ``Protegedme al joven Absalón."

En mi angustia invoqué al SEÑOR, sí, clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor {llegó} a sus oídos.

Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros {lo} entendemos, y no nos hables en la lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.

``Porque te has airado contra mí, y porque tu arrogancia ha subido hasta mis oídos, pondré, pues, mi garfio en tu nariz y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel: ``He aquí, voy a traer {tal} calamidad sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que oiga de ello le retiñirán ambos oídos.

Oh SEÑOR, no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.

De manera que ahora, en presencia de todo Israel, asamblea del SEÑOR, y a oídos de nuestro Dios, guardad y buscad todos los mandamientos del SEÑOR vuestro Dios para que poseáis la buena tierra y {la} dejéis como heredad a vuestros hijos después de vosotros para siempre.

Ahora, oh Dios mío, te ruego que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a la oración {elevada} en este lugar.

Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que {se haga} en este lugar,

que estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y noche por los hijos de Israel tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.

También has puesto profetas para anunciar en Jerusalén {en} cuanto a ti: ``Un rey está en Judá." Y ahora llegarán a oídos del rey estos informes. Ahora pues, ven, consultemos juntos.

Y leyó en el libro frente a la plaza que {estaba} delante de la puerta de las Aguas, desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

Aquel día leyeron del libro de Moisés a oídos del pueblo; y se encontró escrito en él que los amonitas y los moabitas no debían entrar jamás en la asamblea de Dios,

Y sucedió que cuando el mandato y el decreto del rey fueron oídos, muchas jóvenes fueron reunidas en la fortaleza de Susa bajo la custodia de Hegai; y Ester {también} fue llevada al palacio del rey, bajo la custodia de Hegai, encargado de las mujeres.

Escuchad atentamente mis palabras, y que mi declaración {llene} vuestros oídos.

Ruidos de espanto hay en sus oídos, mientras está en paz, el destructor viene sobre él.

Ciertamente has hablado a oídos míos, y el sonido de {tus} palabras he oído:

El abre sus oídos para la instrucción, y ordena que se vuelvan del mal.

En mi angustia invoqué al SEÑOR, y clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor delante de El llegó a sus oídos.

Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; has abierto mis oídos; holocausto y ofrenda por el pecado no has requerido.

Para el director del coro. Masquil de los hijos de Coré.Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

Mis ojos {satisfechos} han mirado a los que me acechaban, {y} oyen mis oídos de los malhechores que se levantan contra mí.

¿Señor, oye mi voz! Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas.

A mis oídos el SEÑOR de los ejércitos {ha jurado:} Ciertamente muchas casas serán desoladas, grandes y hermosas, {pero} sin moradores.

No se cegarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los que oyen escucharán.

El que anda en justicia y habla con sinceridad, el que rehúsa la ganancia injusta, y se sacude las manos para que no retengan soborno; el que se tapa los oídos para no oír de derramamiento de sangre, y cierra los ojos para no ver el mal;

Entonces Eliaquim, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo porque nosotros {lo} entendemos, y no nos hables en la lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.

`A causa de tu furor contra mí, y porque tu arrogancia ha subido hasta mis oídos, pondré, pues, mi garfio en tu nariz y mi freno en tu boca, y te haré volver por el camino por donde viniste.

Tú has visto muchas cosas, pero no {las} observas; los oídos están abiertos, pero nadie oye.

Sacad al pueblo ciego, aunque tiene ojos, y a los sordos, aunque tienen oídos.

Sí, tú no {las} oíste, ni nunca {las} conociste; ciertamente, no habían sido abiertos de antemano tus oídos, porque yo sabía que obrarías con mucha perfidia, y rebelde te han llamado desde el seno materno.

Desde la antigüedad no habían escuchado ni dado oídos, ni el ojo había visto a un Dios fuera de ti que obrara a favor del que esperaba en El.

``Oíd ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.

¿A quiénes hablaré y advertiré, para que oigan? He aquí, sus oídos están cerrados, y no pueden escuchar. He aquí, la palabra del SEÑOR les es oprobio; no se deleitan en ella.

`Sin embargo, ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que endurecieron su cerviz para no oír ni recibir corrección.

Dirás: ``Oíd la palabra del SEÑOR, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: `He aquí, traeré tal calamidad sobre este lugar, que a todo el que oiga de ella le retiñirán los oídos.

Y los sacerdotes y los profetas hablaron a los jefes y a todo el pueblo, diciendo: ¡Sentencia de muerte para este hombre!, porque ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos.

Pero sabed bien que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes; porque en verdad el SEÑOR me ha enviado a vosotros para hablar en vuestros oídos todas estas palabras.

Pero oye ahora esta palabra que voy a hablar a tus oídos y a oídos de todo el pueblo:

Y el sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías.

Ve, pues, y lee en el rollo que has escrito al dictado mío, las palabras del SEÑOR a oídos del pueblo, en la casa del SEÑOR un día de ayuno. Y también las leerás a oídos de todos {los de} Judá que vienen de sus ciudades.

Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías a oídos de todo el pueblo en la casa del SEÑOR, en la cámara de Gemarías, hijo del escriba Safán, en el atrio superior, a la entrada de la puerta Nueva de la casa del SEÑOR.

Y Micaías les declaró todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro a oídos del pueblo.

Entonces todos los oficiales enviaron a Jehudí, hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, a decir a Baruc: Toma en tu mano el rollo en el que has leído a oídos del pueblo y ven. Y Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano y fue a ellos.

Y entraron al atrio donde {estaba} el rey, después de haber depositado el rollo en la cámara del escriba Elisama, y contaron a oídos del rey todas las palabras.

Por tanto, yo ciertamente obraré con furor. Mi ojo no tendrá piedad, ni yo perdonaré; y aunque griten a mis oídos con gran voz, no los escucharé.

Entonces gritó a mis oídos con gran voz, diciendo: Acercaos, verdugos de la ciudad, cada uno con su arma destructora en la mano.

en ese día el que escape vendrá a ti con noticias para {tus} oídos?

Y el hombre me dijo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, oye con tus oídos y presta atención a todo lo que te voy a mostrar; porque para mostrárte{lo} has sido traído aquí. Declara todo lo que ves a la casa de Israel.

Y el SEÑOR me dijo: Hijo de hombre, pon atención, mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que te digo acerca de todos los estatutos de la casa del SEÑOR y acerca de todas sus leyes; y fíjate bien en cuanto a la entrada del templo {y} a todas las salidas del santuario.

Verán las naciones y se avergonzarán de todo su poderío; se pondrán la mano sobre la boca, sus oídos se ensordecerán.

Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y os evitaremos dificultades.

Y El decía: El que tiene oídos para oír, que oiga.

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