'Te' en la Biblia
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas.
el consejo te guardará, te preservará la inteligencia,
Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos;
porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.
Misericordia y verdad no te desamparen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón;
No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección;
Cuando te acostares, no tendrás temor; antes te acostarás, y tu sueño será suave.
No digas a tu prójimo: Ve, y vuelve, y mañana te daré; cuando tienes contigo qué darle.
No pleitees con alguno sin razón, si él no te ha hecho agravio.
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;
no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Crece en ella, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.
Dará a tu cabeza aumento de gracia; corona de hermosura te entregará.
Oye, hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida.
Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar.
No te desvíes a diestra, ni a siniestra; aparta tu pie del mal.
Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
Como cierva de amores y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor andarás ciego de continuo, sin fijar tus ojos en nadie más.
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Te guiará cuando anduvieres; cuando durmieres te guardará; hablará contigo cuando despertares.
para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la extraña.
No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos;
para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras.
por tanto he salido a encontrarte, buscando tu rostro, y te he hallado.
No castigues al burlador, para que no te aborrezca; castiga al sabio, y te amará.
Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.
No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan.
El que descubre el secreto, en chismes anda; no te entremetas, pues, con el que lisonjea con sus labios.
No digas, yo me vengaré; espera al SEÑOR, y él te salvará.
Para que tu confianza sea en el SEÑOR, te las he hecho saber hoy a ti también.
¿No te he escrito tres veces en consejos y ciencia,
No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos;
Cuando te sentares a comer con algún señor, considera bien lo que estuviere delante de ti;
porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón no está contigo.
Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz.
Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes; y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;
No te entremetas con los malignos, ni tengas envidia de los impíos;
Teme al SEÑOR, hijo mío, y al rey; no te entremetas con los veleidosos;
No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes;
porque mejor es que se te diga: Sube acá, que no que seas abajado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.
No salgas a pleito presto, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.
para que no te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.
¿Hallaste la miel? Come lo que te basta; no sea que hastiado de ella, la vomites.
Detén tu pie de la casa de tu prójimo, no sea que hastiado de ti te aborrezca.
Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua;
porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y el SEÑOR te lo pagará.
No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día.
Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará deleite a tu alma.
No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.
Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera:
para que no me sacie, y te niegue, y diga, ¿Quién es el SEÑOR? O no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.
No acuses al siervo ante su señor, para que no te maldiga, y peques.
Si caíste, fue porque te enalteciste; y si mal pensaste, pon el dedo sobre la boca.