'Abre' en la Biblia
Santifícame todo primogénito, cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales: mío es.
Todo lo que abre matriz, mío es; y de tu ganado todo primerizo de vaca ó de oveja que fuere macho.
Porque enteramente me son á mí dados los Levitas de entre los hijos de Israel, en lugar de todo aquel que abre matriz; helos tomado para mí en lugar de los primogénitos de todos los hijos de Israel.
Y así que llegaron á Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y halláronse en medio de Samaria.
Y dijo: Abre la ventana de hacia el oriente. Y como él la abrió dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salud de Jehová, y saeta de salud contra Siria: porque herirás á los Siros en Aphec, hasta consumirlos.
Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira: y oye las palabras de Sennachêrib, que ha enviado á blasfemar al Dios viviente.
Mas yo, como si fuera sordo no oía; Y estaba como un mudo, que no abre su boca.
Señor, abre mis labios; Y publicará mi boca tu alabanza.
Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley.
Jehová abre los ojos á los ciegos; Jehová levanta á los caídos; Jehová ama á los justos.
El que guarda su boca guarda su alma: Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
No ames el sueño, porque no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te hartarás de pan.
Abre tu boca por el mudo, En el juicio de todos los hijos de muerte.
Abre tu boca, juzga justicia, Y el derecho del pobre y del menesteroso.
Levantémonos de mañana á las viñas; Veamos si brotan las vides, si se abre el cierne, Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores.
Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira: y oye todas las palabras de Sennachêrib, el cual ha enviado á blasfemar al Dios viviente.
Que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?
Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y airosas salas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón.
Mas tú, hijo del hombre, oye lo que yo te hablo; no seas tú rebelde como la casa rebelde: abre tu boca, y come lo que yo te doy.
Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu nombre: porque no derramamos nuestros ruegos ante tu acatamiento confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas miseraciones.
OH Líbano, abre tus puertas, y queme fuego tus cedros.
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