'Era' en la Biblia
Y no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran avanzados en días.
A una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David: y el nombre de la virgen era María.
Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, á Judea, á la ciudad de David, que se llama Bethlehem, por cuanto era de la casa y familia de David;
Y he aquí, había un hombre en Jerusalem, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre él.
Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Cuyo bieldo está en su mano, y limpiará su era, y juntará el trigo en su alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará.
Por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos días: los cuales pasados, tuvo hambre.
Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos.
Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con potestad.
Y salían también demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Mas riñéndolos no les dejaba hablar; porque sabían que él era el Cristo.
Y entrado en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le rogó que lo desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco á las gentes.
Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, y dió también á los que estaban con él, los cuales no era lícito comer, sino á solos los sacerdotes?
Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera á un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda: y había con ella grande compañía de la ciudad.
Y sus discípulos le preguntaron, diciendo, qué era está parábola.
(Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.)
Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo á los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la entendiesen; y temían preguntarle de esta palabra.
Mas no le recibieron, porque era su traza de ir á Jerusalem.
Y estaba él lanzando un demonio, el cual era mudo: y aconteció que salido fuera el demonio, el mudo habló y las gentes se maravillaron.
Mas ay de vosotros, Fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortliza; mas el juicio y la caridad de Dios pasáis de largo. Pues estas cosas era necesario hacer, y no dejar las otras.
Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse.
Y llamando á uno de los criados, preguntóle qué era aquello.
Mas era menester hacer fiesta y holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.
Y derribóse sobre el rostro á sus pies, dándole gracias: y éste era Samaritano.
Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía.
El cual como oyó la gente que pasaba, preguntó qué era aquello.
Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los publicanos, y era rico;
Y procuraba ver á Jesús quién fuese; mas no podía á causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.
Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres?
Y si dijéremos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará: porque están ciertos que Juan era profeta.
Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce;
Y vino el día de los ázimos, en el cual era necesario matar la pascua.
Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.
Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.
Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo,
Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado.
Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir á Israel: y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido.
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.
Y aconteció que bendiciéndolos, se fué de ellos; y era llevado arriba al cielo.
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