'Esté' en la Biblia
Porque éste es aquel del cual fué dicho por el profeta Isaías, que dijo: Voz de uno que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, Enderezad sus veredas.
Y he aquí una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento.
De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare á los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos: mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Porque también yo soy hombre bajo de potestad, y tengo bajo de mí soldados: y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y la mar le obedecen?
Y he aquí, algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.
Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo.
Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, Que aparejará tu camino delante de ti.
Y todas las gentes estaban atónitas, y decían: ¿Será éste aquel Hijo de David?
Mas los Fariseos, oyéndolo, decían: Este no echa fuera los demonios, sino por Beelzebub, príncipe de los demonios.
Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado: mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero.
Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron á la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar.
La reina del Austro se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque vino de los fines de la tierra para oir la sabiduría de Salomón: y he aquí más que Salomón en este lugar.
Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.
Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino.
Y el que fué sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo.
Y el que fué sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuosa.
Mas el que fué sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta.
De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.
Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas?
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas?
¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
Y dijo á sus criados: Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por eso virtudes obran en él.
Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón lejos está de mí.
Y estando aún él hablando, he aquí una nube de luz que los cubrió; y he aquí una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contentamiento: á él oíd.
Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis á este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará: y nada os será imposible.
Mas este linaje no sale sino por oración y ayuno.
Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos.
Mas á éste, no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y á su mujer é hijos, con todo lo que tenía, y que se le pagase.
Toma lo que es tuyo, y vete; mas quiero dar á este postrero, como á ti.
Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se alborotó, diciendo. ¿Quién es éste?
Y las gentes decían: Este es Jesús, el profeta, de Nazaret de Galilea.
Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera: mas si á este monte dijereis: Quítate y échate en la mar, será hecho.
Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad.
Este es el primero y el grande mandamiento.
Y el segundo es semejante á éste: Amarás á tu prójimo como á ti mismo.
Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin.
Y á éste dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno: á cada uno conforme á su facultad; y luego se partió lejos.
Porque echando este unguento sobre mi cuerpo, para sepultarme lo ha hecho.
De cierto os digo, que donde quiera que este evangelio fuere predicado en todo el mundo, también será dicho para memoria de ella, lo que ésta ha hecho.
Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; empero no como yo quiero, sino como tú.
Otra vez fué, segunda vez, y oró diciendo. Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.
Y saliendo él á la puerta, le vió otra, y dijo á los que estaban allí: También éste estaba con Jesús Nazareno.
Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo veréis lo vosotros.
Y saliendo, hallaron á un Cireneo, que se llamaba Simón: á éste cargaron para que llevase su cruz.
Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS EL REY DE LOS JUDIOS.
Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste.
Y el centurión, y los que estaban con él guardando á Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era éste.
Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús: entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.
Y ellos, tomando el dinero, hicieron como estaban instruídos: y este dicho fué divulgado entre los Judíos hasta el día de hoy.
Resultados de Búsqueda por Versiones
- J2000 (53)
- LBDA (55)
- NBLH (57)
- RV (60)
- SEV (53)
- RV1909 (53)
Resultados de Búsqueda por Libro
- Génesis (58)
- Éxodo (46)
- Levítico (16)
- Números (45)
- Deuteronomio (46)
- Josué (35)
- Jueces (19)
- Rut (2)
- 1 Samuel (36)
- 2 Samuel (19)
- 1 Reyes (36)
- 2 Reyes (30)
- 1 Crónicas (20)
- 2 Crónicas (35)
- Esdras (14)
- Nehemías (11)
- Ester (3)
- Job (13)
- Salmos (20)
- Proverbios (1)
- Eclesiastés (5)
- Cantares (3)
- Isaías (43)
- Jeremías (94)
- Lamentaciones (1)
- Ezequiel (31)
- Daniel (18)
- Oseas (2)
- Amós (1)
- Jonás (2)
- Miqueas (2)
- Sofonías (1)
- Hageo (5)
- Zacarías (6)
- Malaquías (2)
- Mateo (53)
- Marcos (26)
- Lucas (67)
- Juan (93)
- Hechos (87)
- Romanos (10)
- 1 Corintios (16)
- 2 Corintios (10)
- Gálatas (2)
- Efesios (3)
- Filipenses (6)
- Colosenses (1)
- 2 Tesalonicenses (1)
- 1 Timoteo (3)
- 2 Timoteo (2)
- Tito (2)
- Hebreos (11)
- Santiago (6)
- 2 Pedro (3)
- 1 Juan (14)
- 2 Juan (2)
- 3 Juan (1)
- Apocalipsis (7)