'Habló' en la Biblia
El SEÑOR, pues, ¡ha hecho como habló por mi mano! Pues ha cortado el SEÑOR el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero David.
Y habló Abner con los ancianos de Israel, diciendo: Ayer y anteayer procurabais que David fuera rey sobre vosotros;
Y habló también Abner a los de Benjamín; y fue también Abner a Hebrón a decirle a David todo el parecer de los de Israel y de toda la casa de Benjamín.
Entonces el rey y los suyos fueron a Jerusalén al jebuseo que habitaba en la tierra; el cual habló a David, diciendo: Tú no entrarás acá, si no echares a los ciegos y los cojos; pensando: No entrará acá David.
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.
Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno, bien que Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana.
Y Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han matado a todos los jóvenes hijos del rey, ya que sólo Amnón ha muerto; porque en la boca de Absalón estaba puesto desde el día que Amnón forzó a Tamar su hermana.
Y cuando Husai vino a Absalón, le habló Absalón, diciendo: Así ha dicho Ahitofel; ¿seguiremos su consejo, o no? Di tú.
Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del residuo de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; mas Saúl había procurado matarlos con motivo de celo por los hijos de Israel y de Judá).
Y habló David al SEÑOR las palabras de este cántico, el día que el SEÑOR le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl.
El Dios de Israel me ha dictado, el Fuerte de Israel habló): Señoreador de los hombres, justo señoreador en el temor de Dios.
Y habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor?
Y también el rey habló así: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos.
para que confirme el SEÑOR la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren su camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón, y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón del trono de Israel.
Y entró Benaía al tabernáculo del SEÑOR, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab, y así me respondió.
Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ruego, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; sino partidlo.
Yo por tanto he determinado ahora edificar Casa al nombre del SEÑOR mi Dios, como el SEÑOR lo habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, que yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.
Y dijo: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, que habló de su boca a David mi padre, y con su mano lo ha cumplido, diciendo:
y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones.
Y habló a sus hijos, y les dijo: Ensilladme un asno. Y ellos se lo ensillaron.
Y después que le enterraron, habló a sus hijos, diciendo: Cuando yo muriere, enterradme en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios; poned mis huesos junto a los suyos.
Y cuando él vino al reino, hirió toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerlo, conforme a la palabra del SEÑOR que él habló por su siervo Ahías, el silonita;
Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel y le habló diciendo: Así dijo el SEÑOR: Por cuanto los sirios han dicho, el SEÑOR es Dios de los montes, no Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy el SEÑOR.
Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana, junto a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que ésta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero.
Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló, diciendo: He aquí las palabras de los profetas a una boca anuncian al rey bien; sea ahora tu palabra conforme a la palabra de alguno de ellos, y anuncia bien.
Entonces el ángel del SEÑOR habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?
Volvió el rey a enviar a él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta; y le habló, y dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho así: Desciende pronto.
Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.
Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuya mano él se apoyaba; y le atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, lo que habló cuando el rey descendió a él.
Y habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque el SEÑOR ha llamado el hambre, la cual vendrá también sobre la tierra siete años.
Y ellos dijeron: Mentira; decláranoslo ahora. Y él dijo: Así y así me habló, diciendo: Así dijo el SEÑOR: Yo te he ungido por rey sobre Israel.
Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: La palabra de Dios es ésta, la cual él habló por mano de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel.
Sabed ahora que de la palabra del SEÑOR que habló el SEÑOR sobre la casa de Acab, nada caerá en tierra; y que el SEÑOR ha hecho lo que dijo por su siervo Elías.
Y se paró Rabsaces, y clamó a gran voz en judaico, y habló, diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria.
Y habló el SEÑOR por mano de sus siervos los profetas, diciendo:
y le habló bien, y puso su asiento sobre el asiento de los reyes que con él estaban en Babilonia.
Y David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón será unido con vosotros; mas si para engañarme en pro de mis enemigos, siendo mis manos sin violencia, véalo el Dios de nuestros padres, y demándelo.
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.
Y habló el SEÑOR a Gad, vidente de David, diciendo:
Y cuando el SEÑOR habló al ángel, él volvió su espada a la vaina.
Y él dijo: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, el cual con su mano ha cumplido lo que habló por su boca a David mi padre, diciendo:
Y oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén para tentar a Salomón con enigmas, con un muy gran ejército, con camellos cargados de aroma, y oro en abundancia, y piedras preciosas. Y luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que tenía en su corazón.
y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, y yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, y yo con escorpiones.
Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló, diciendo: He aquí las palabras de todos los profetas a una boca anuncian al rey el bien; yo te ruego ahora que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien.
Y Ezequías habló al corazón de todos los levitas que tenían buen entendimiento para servir al SEÑOR. Y comieron los sacrificios de la fiesta por siete días, ofreciendo sacrificios pacíficos, y dando gracias al SEÑOR Dios de sus padres.
Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir así en la plaza de la puerta de la ciudad, y les habló al corazón de ellos, diciendo:
Y habló el SEÑOR a Manasés y a su pueblo, mas ellos no escucharon;
Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Les han de permitir? ¿Han de sacrificar? ¿Han de acabar en tiempo? ¿Han de resucitar de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?
Mas si hablo, mi dolor no cesa; y si dejo de hablar, no se aparta de mí.
Espérame un poco, y te enseñaré; porque todavía hablo por Dios.
Y aconteció que después que habló el SEÑOR estas palabras a Job, el SEÑOR dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.
Tarde y mañana y a mediodía hablo y bramo; y él oirá mi voz.
Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es la fortaleza.
que pronunciaron mis labios, y habló mi boca, cuando estaba angustiado.
Yo soy pacífico; y cuando hablo, ellos guerrean.
Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
Pero ahora el SEÑOR habló, diciendo: Dentro de tres años, como cuenta los años un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y sus residuos serán pocos, pequeños, y no fuertes.
En aquel tiempo habló el SEÑOR por Isaías hijo de Amoz, diciendo: Ve, y quita el saco de tus lomos, y descalza los zapatos de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo.
Y he aquí este carro de hombres viene, un par de caballeros. Después habló, y dijo: Cayó; cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra.
En aquel día, dice el SEÑOR de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado, y será quebrado y caerá; y la carga que sobre él se puso, se echará a perder; porque el SEÑOR habló.
Avergüénzate, Sidón, porque el mar, la fortaleza del mar habló, diciendo: Nunca estuve de parto, ni di a luz, ni crié jóvenes, ni levanté vírgenes.
esto es lo que el SEÑOR habló de él: ¿Te ha menospreciado? Ha hecho escarnio de ti oh virgen hija de Sion? ¿Meneó su cabeza a tus espaldas oh hija de Jerusalén?
Y la gloria del SEÑOR se manifestará; y toda carne juntamente la verá; porque la boca del SEÑOR habló.
No hablé en escondido, en un lugar oscuro de la tierra. No en balde dije a la generación de Jacob: Buscadme; yo soy el SEÑOR que hablo justicia, que anuncio rectitud.
Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos bermejos? ¿Este hermoso en su vestido, que marcha con la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.
¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿Y a quién habló la boca del SEÑOR, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, que no hay quien pase?
Escuchad y oíd; no os elevéis, porque el SEÑOR habló.
Y acontecerá que cuando anunciares a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué habló el SEÑOR sobre nosotros este mal tan grande? ¿Y qué iniquidad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que cometiéramos contra el SEÑOR nuestro Dios?
Porque desde que hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra del SEÑOR me ha sido para afrenta y escarnio cada día.
Así diréis cada cual a su compañero, y cada cual a su hermano: ¿Qué respondió el SEÑOR, y qué habló el SEÑOR?
Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió el SEÑOR, y qué habló el SEÑOR?
lo que habló Jeremías profeta a todo el pueblo de Judá, y a todos los moradores de Jerusalén, diciendo:
Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: El SEÑOR me envió a que profetizara contra esta Casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído.
Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así dijo el SEÑOR de los ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén será montones, y el monte del templo en cumbres de bosque.
Y aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, en el año cuarto, en el quinto mes, que Hananías, hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la Casa del SEÑOR delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo:
Así habló el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Quebranté el yugo del rey de Babilonia.
Con todo eso, oye ahora esta palabra que yo hablo en tus oídos y en los oídos de todo el pueblo:
Y habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así dijo el SEÑOR: De esta manera quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todos los gentiles dentro de dos años de días. Y siguió Jeremías su camino.
Así habló el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Por cuanto enviaste letras en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalén, y a Sofonías sacerdote hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes, diciendo:
Así habló el SEÑOR Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado.
Estas, pues, son las palabras que habló el SEÑOR acerca de Israel y de Judá.
Porque así dijo el SEÑOR: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo.
Y habló Jeremías profeta a Sedequías rey de Judá todas estas palabras en Jerusalén.
Ebed-melec salió de la casa del rey, y habló al rey, diciendo:
Y dijo Jeremías: No te entregarán. Oye ahora la voz del SEÑOR que yo te hablo, y tendrás bien, y vivirá tu alma.
Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: El SEÑOR tu Dios habló este mal contra este lugar;
Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto, en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora, y heriré a Ismael hijo de Netanías, y hombre no lo sabrá, ¿por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han recogido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá?
El SEÑOR habló sobre vosotros, oh remanente de Judá: No entréis en Egipto; sabed por cierto que os aviso hoy.
Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres, y a todo el vulgo que le había respondido esto, diciendo:
Así habló el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres proferisteis con vuestra boca, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer sahumerios a la reina del cielo y de derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra.
Palabra que habló Jeremías, el profeta a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:
Palabra que habló el SEÑOR a Jeremías, el profeta acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:
Palabra que habló el SEÑOR contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por mano de Jeremías profeta.
y habló con él amigablemente, e hizo poner su silla sobre las sillas de los reyes que estaban con él en Babilonia.
Y entró espíritu en mí luego que me habló, y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.
Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo: No seas tú rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.
Entonces entró espíritu en mí, y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.
Y habló al varón vestido de lienzos, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y derrama sobre la ciudad. Y entró a vista mía.