'Había' en la Biblia
- 1.Gé 1:31-Gé 42:29
- 2.Gé 43:7-Números 32:9
- 3.Números 32:13-Jueces 11:39
- 4.Jueces 12:5-2 Samuel 2:23
- 5.2 Samuel 3:6-1 Reyes 10:24
- 6.1 Reyes 11:2-2 Reyes 15:12
- 7.2 Reyes 15:34-2 Crónicas 8:1
- 8.2 Crónicas 8:2-Nehemías 2:1
- 9.Nehemías 2:12-Isaías 50:2
- 10.Isaías 59:16-Ezequiel 40:49
- 11.Ezequiel 41:7-Marcos 5:33
- 12.Marcos 6:14-Juan 5:13
- 13.Juan 5:15-Hechos 19:14
- 14.Hechos 20:8-Apocalipsis 19:20
El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.
Cuando Jesús alzó sus ojos, y vio una gran multitud que había venido a Él, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
Entonces Jesús dijo: Haced recostar los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron, en número como de cinco mil varones.
Entonces aquellos hombres, cuando vieron el milagro que Jesús había hecho, dijeron: Verdaderamente Éste es el Profeta que había de venir al mundo.
y entrando en una barca, se fueron al otro lado del mar hacia Capernaúm. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
El día siguiente, cuando la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había otra barca sino aquella en la que habían entrado sus discípulos, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en la barca, sino que sus discípulos se habían ido solos.
Y había gran murmuración acerca de Él entre el pueblo; porque unos decían: Es bueno; y otros decían: No, sino que engaña al pueblo.
Entonces procuraban prenderle; pero ninguno puso mano sobre Él, porque aún no había llegado su hora.
(Esto dijo del Espíritu Santo que habían de recibir los que creyesen en Él; porque el Espíritu Santo aún no había sido dado; porque Jesús no había sido aún glorificado.)
Así que había disensión entre el pueblo a causa de Él.
Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.
Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Y él les dijo: Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo.
Entonces unos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y había disensión entre ellos.
Pero los judíos no creían de que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,
Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es pecador.
Ella le dijo: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que había de venir al mundo.
Porque Jesús aún no había llegado a la aldea, sino que estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado.
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído.
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Y esto no lo dijo de sí mismo; sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
Entonces Jesús, seis días antes de la pascua, vino a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, a quien había resucitado de los muertos.
Entonces dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar:
Entonces mucha gente de los judíos supieron que Él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
El siguiente día, mucha gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,
También por esta causa la gente había venido a recibirle, porque había oído que Él había hecho este milagro.
Y había ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta.
Y la multitud que estaba presente, y había oído, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
Y esto decía indicando de qué muerte había de morir.
Pero a pesar de que Él había hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en Él;
Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en sus manos, y que había venido de Dios, y a Dios iba,
Pero os he dicho esto, para que cuando llegue la hora, os acordéis que yo os lo había dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, salió con sus discípulos al otro lado del arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual Él entró, y sus discípulos.
Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque Jesús muchas veces se había reunido allí con sus discípulos.
para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
Y Caifás era el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un hombre muriese por el pueblo.
Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con Él?
para que se cumpliese la palabra de Jesús, que había dicho, indicando de qué muerte había de morir.
Y vinieron los soldados y quebraron las piernas al primero, y al otro que había sido crucificado con Él.
Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloe, como cien libras.
Y en el lugar donde había sido crucificado había un huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.
y el sudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto en un lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó.
y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
Vino María Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas.
Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, le dijo: Sígueme.
Entonces Pedro, volviéndose, ve a aquel discípulo al cual Jesús amaba, que los seguía, el que también se había recostado en su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te va a entregar?
hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que Él había escogido;
Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que del fruto de sus lomos, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono;
Y sabían que él era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y fueron llenos de asombro y admiración por lo que le había sucedido.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, cuando éste había determinado dejarle en libertad.
Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que Cristo había de padecer.
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba de pie con ellos, no podían decir nada en contra.
y después de amenazarles más, y no hallando nada de qué castigarles, les dejaron ir por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que había sido hecho.
Porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.
Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús; y abundante gracia había sobre todos ellos.
Y ningún necesitado había entre ellos; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,
Y pasado un lapso como de tres horas, entró también su esposa, no sabiendo lo que había acontecido.
Y cuando Jacob oyó que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.
Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto,
Y él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar libertad por su mano; pero ellos no lo habían entendido.
Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como Él lo había ordenado cuando dijo a Moisés que lo hiciese según el modelo que había visto.
Pero había un hombre llamado Simón, el cual había ejercido la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande.
Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había hechizado mucho tiempo.
Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan;
porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Entonces él se levantó, y fue. Y he aquí un etíope, eunuco, hombre de gran autoridad bajo Candace reina de los etíopes, el cual estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,
Y había un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
Entonces Bernabé, tomándole, le trajo a los apóstoles, y les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que Él le había hablado, y cómo en Damasco había predicado con denuedo en el nombre de Jesús.
Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que interpretado quiere decir, Dorcas. Ésta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía.
Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana,
en el cual había de toda clase de cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
Y mientras Pedro dudaba dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.
no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios antes había escogido, a nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de los muertos.
el cual nos contó cómo había visto en su casa al Ángel, que se puso en pie, y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro;
Y de ellos había unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron a los griegos, predicando el evangelio del Señor Jesús.
Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que había de haber una gran hambre en toda la tierra; lo cual sucedió en tiempo de Claudio César.
Y viendo que había agradado a los judíos, procedió para prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.
Y cuando Herodes había de sacarle, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta guardaban la cárcel.
Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.
Y luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro.
Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía ciertos profetas y maestros; Bernabé, y Simón el que se llamaba Niger, y Lucio cireneo, y Manahén, que había sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Entonces el procónsul, viendo lo que había sido hecho, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.
Y en Listra se hallaba sentado cierto hombre, imposibilitado de sus pies, cojo desde el vientre de su madre, que jamás había andado.
Y cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó su voz, diciendo en lengua licaónica: Los dioses en semejanza de hombres han descendido a nosotros.
Y habiendo llegado, reuniendo la iglesia, relataron todo lo que había hecho Dios con ellos, y de cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles.
Y cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y les contaron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.
Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuántos milagros y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.
pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.
Éste quiso Pablo que fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.
Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades;
Y pasando por Amfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.
Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que recién había venido de Italia con Priscila su esposa (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma), y vino a ellos.
Éste había sido instruido en el camino del Señor; y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque sólo conocía el bautismo de Juan.
Y había siete hijos de un tal Sceva, judío, príncipe de los sacerdotes, que hacían esto.
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- 1.Gé 1:31-Gé 42:29
- 2.Gé 43:7-Números 32:9
- 3.Números 32:13-Jueces 11:39
- 4.Jueces 12:5-2 Samuel 2:23
- 5.2 Samuel 3:6-1 Reyes 10:24
- 6.1 Reyes 11:2-2 Reyes 15:12
- 7.2 Reyes 15:34-2 Crónicas 8:1
- 8.2 Crónicas 8:2-Nehemías 2:1
- 9.Nehemías 2:12-Isaías 50:2
- 10.Isaías 59:16-Ezequiel 40:49
- 11.Ezequiel 41:7-Marcos 5:33
- 12.Marcos 6:14-Juan 5:13
- 13.Juan 5:15-Hechos 19:14
- 14.Hechos 20:8-Apocalipsis 19:20